cumplir los cincuenta en agosto y los ultimos anos, en cuanto dejaba de hacer ejercicio, lo notaba inmediatamente. Habia estado toda su vida mas o menos delgado y no queria cambiar. Solo que ahora le costaba un esfuerzo algo mayor. La natacion lo mantenia en forma y lo ayudaba a pensar. Cuanto mas complicado era el caso que tenia entre manos, con mayor frecuencia visitaba la piscina. Ahora hacia tiempo que no iba y no sabia si eso era bueno o malo.

Ese ultimo dia de junio la familia habia planeado viajar hasta la casa de veraneo en Lickershamn para cortar el cesped y regar. Knutas habia pensado salir pronto del trabajo e ir a buscar a su mujer al hospital cuando ella terminara su jornada laboral en el servicio de Obstetricia. Para su gran sorpresa, los gemelos Petra y Nils, que pronto cumplirian trece anos, y que ultimamente preferian estar con sus amigos, habian accedido a acompanarlos.

Nada mas cruzar la puerta de entrada lo envolvio el aire frio. En los pasillos de la Brigada de Homicidios reinaba el silencio. Las vacaciones habian empezado, y eso se notaba.

La colaboradora mas cercana de Knutas, la inspectora Karin Jacobsson, estaba en su despacho hablando por telefono cuando el comisario paso por delante. Knutas y Karin habian trabajado juntos durante quince anos y se conocian bien desde un punto de vista profesional. En lo referido a su vida privada, Karin era bastante mas reservada.

Tenia treinta y ocho anos y estaba soltera, Knutas al menos nunca le habia oido hablar de ningun novio. Vivia sola con una cacatua blanca en un piso en Visby y su tiempo libre lo dedicaba sobre todo a jugar al futbol. En ese momento gesticulaba con los brazos mientras hablaba con voz alta e insistente. Era morena y de baja estatura, sus ojos castanos eran calidos y despiertos, y tenia los incisivos muy separados. Su humor podia cambiar radicalmente y no se esforzaba demasiado por controlar su irascible temperamento. Era una nota de color y un manojo de energia, sus gestos energicos contrastaban intensamente con el nada sugerente fondo de persianas bajadas y estanterias pintadas de gris.

Knutas se sento en su silla y empezo a examinar el correo que se habia acumulado en los ultimos dias. Entre las anodinas cartas de las autoridades, encontro una colorida postal de Grecia. La fotografia representaba un tipico plato griego: brocheta de pollo con un cuenco de tzatziki y una botella de vino sobre una mesa redonda. Al fondo se vislumbraba una puesta de sol y la luz centelleaba en una de las dos copas de vino dispuestas sobre la mesa pintada de azul.

El texto decia:

Por lo menos no es una cabeza asada de cordero con pure de nabos, ?no te parece, Knutas? Estoy pasando un par de semanas en Naxos haraganeando. Espero que estes bien y tal vez pronto tengamos ocasion de volver a vernos.

Martin.

Knutas no pudo evitar sonreir. Muy propio de Martin Kihlgard enviar una postal con comida. El investigador de la policia criminal, que estaba continuamente comiendo, era el mayor tragaldabas que Knutas habia conocido en su vida. Habian trabajado juntos unas cuantas veces en la investigacion de diferentes casos de asesinato en los que Knutas habia solicitado refuerzos a la policia.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una llamada en la puerta. Al instante entro en su despacho su colega, el inspector Thomas Wittberg, veinte anos mas joven que el. Wittberg se negaba a cortarse la rubia melena, pese a las constantes bromas que le gastaban sus companeros. Una cenida camiseta blanca realzaba su bronceado torso, entrenado con regularidad en el gimnasio de las dependencias policiales. Wittberg tenia un gran atractivo y sabia sacarle partido entre las veraneantes tan pronto como empezaba la temporada turistica. El joven inspector solia bromear con que su objetivo era conocer mujeres de todas las regiones suecas, desde Laponia hasta Escania. Knutas no dudaba ni por un momento de que su colega lo conseguiria. Por lo que el sabia, Wittberg no habia mantenido nunca una relacion que durara mas de unas semanas. Todos los veranos llamaban mujeres al trabajo preguntando por el, y algunas se presentaban sin avisar para verlo.

Incluso en el trabajo, aprovecho su exito con las mujeres para ayudar a la policia a avanzar en numerosas investigaciones. Thomas Wittberg habia ascendido rapidamente de agente del orden hasta la Brigada de Homicidios, pasando por la Brigada Antidisturbios, y desde hacia un par de anos era miembro indispensable del equipo de investigacion de Knutas. En este momento sus penetrantes ojos azules mostraban con toda claridad que habia ocurrido algo especial.

– Escucha esto -solto dejandose caer en la silla que tenia Knutas para las visitas con un papel en la mano. Knutas alcanzo a ver que estaba cubierto de anotaciones con la ilegible letra de Wittberg.

– Han encontrado un caballo degollado en un prado de Petesviken. Lo descubrieron esta manana dos ninas.

– ?Que barbaridad!

– A eso de las nueve, cuando se dirigian a la playa con sus bicicletas para darse un bano, las chicas descubrieron que faltaba uno de los caballos y lo hallaron tendido en el prado decapitado.

– ?Estas seguro de que no se han inventado toda esa historia?

– Su abuelo y el dueno fueron con ellas a comprobarlo. Han llamado hace un momento.

– ?De que tipo de caballo se trata y quien es el dueno?

– Un poni normal. El dueno es un granjero, Jorgen Larsson. La familia tiene cuatro caballos de monta, los otros tres seguian en el prado.

– ?Y no han sufrido ningun dano?

– Parece que no.

Knutas meneo la cabeza.

– Que raro.

– Hay algo mas -apunto Wittberg.

– ?Que?

– No solo le han cortado la cabeza, sino que, ademas, esta no aparece. El granjero la ha buscado por todas partes pero no ha logrado encontrarla. En cualquier caso, no se halla cerca del cuerpo.

– ?Quieres decir que el autor se ha llevado la cabeza?

– Eso es lo que parece.

– ?Has hablado tu mismo con el campesino?

– No, la informacion me la ha proporcionado el oficial de guardia.

– Espero que no ande ahora dando vueltas por el prado y destruya un monton de pruebas -refunfuno Knutas al tiempo que alargaba la mano para coger la chaqueta-. Vamos enseguida.

Unos minutos despues, Knutas, Wittberg y el tecnico de la policia, Erik Sohlman, se dirigian hacia el sur en un coche de la policia. Sohlman era uno de los colaboradores a quien mayor aprecio tenia Knutas, aparte de Karin. Sus dos colegas preferidos tenian en comun el temperamento y el interes por el futbol, pero Sohlman, a diferencia de Karin, estaba casado y tenia dos ninos pequenos.

– Menuda historia -exclamo el tecnico retirandose los rizos pelirrojos de la frente-. Me pregunto si el culpable es un maltratador de animales psicopata o si habra alguna otra cosa detras.

Knutas murmuro algo inaudible como respuesta.

– ?Os acordais de aquel caballo que se desboco durante una carrera en el hipodromo de Skrubbs y se salio de la pista? -pregunto Wittberg incorporandose desde el asiento trasero-. El piloto se cayo del sulky y el caballo se largo. Creo recordar que nos pasamos una semana buscandolo.

– Ah, si, aquel que luego aparecio muerto en el bosque en Follingbo -replico Knutas-. El sulky se quedo encajado entre dos arboles y el caballo murio de deshidratacion.

– ?Joder! -se estremecio Sohlman-. Menuda escena.

Siguieron en silencio por la carretera que conducia hasta la costa dejando atras Klintehamn, Frojel y la pequena aldea de Sproge con su bella iglesia blanca. Luego abandonaron la calzada y entraron en un camino cubierto de grava, una recta larga que llegaba hasta el mar flanqueada a ambos lados por un bosquecillo de pinos y abetos. Enseguida llegaron a Petesviken. Habia varias granjas alineadas, con vistas al mar. En los prados pastaba el ganado, todo parecia de lo mas apacible e idilico.

En la granja de Jorgen Larsson habia un viejo camion aparcado en el patio delante de la casa junto a un Opel mas moderno. Habia unas cuantas jaulas para conejos colocadas en el cesped y un perro salio a su encuentro moviendo alegremente el rabo. Un hombre vestido con un mono azul y gorra salia del zaguan cuando el coche

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