– Senor Dew. Ellos supusieron que se trababa del inspector.
Lydia se estremecio de risa.
– Y fuiste tan gentil como para no desmentirlo. Walter, eres adorable. ?Por que usaste otro nombre?
– Pensaba sorprenderte.
A Lydia se le ilumino la cara.
– ?Que idea tan maravillosa! Me abrumas, querido. ?Sabes? No puedo imaginar nada mas romantico… y pensar que lo estropee como una estupida y todo para nada.
– ?Por que?… ?No viste a Chaplin?
– Ah, si. Fui al Ritz y me dejaron entrar.
– ?Te recordaba?
– ?Por supuesto! Como si fuera ayer.
– ?Te ofrecio trabajo en el cine? -pregunto Walter con entusiasmo.
Lydia suspiro.
– Hay un problema. Me hubiera llevado a Hollywood sin dudarlo un segundo, pero esta el problema de mis ojos.
– ?Tus ojos? No sabia que les pasaba algo.
– No les pasa nada, excepto el color. Parece que los ojos marrones aparecen negro y estropean la pelicula.
– Es la primera vez que oigo tal cosa.
– Yo tambien, pero asi fue como ocurrio. No crees que lo haya inventado, ?no?
Walter se tomo la barbilla con los dedos como si tuviera sus propias ideas.
– ?Pero eso que importa? -agrego Lydia bebiendo el ultimo sorbo de vino-. He aprendido algo, querido. Estoy casada con un hombre que me valora. Espero conservarlo a mi lado para siempre.
– ?Que vamos a hacer ahora? -pregunto Walter.
– La verdad es que no podemos volver a Inglaterra hasta que las cosas se calmen un poco. Pense ir a Paris… no tengo nada de ropa… y despues recorrer Francia en coche…
– ?Y despues?
– No lo se, querido. ?Se te ocurre algo?
Walter tuvo una subita inspiracion.
– ?Que te parece un crucero por mar?
Peter Lovesey