azar.

– ?Hay alguien que quiera glosar estos versos? ?Quien es ese «espiritu errante»? ?Por que se hace llamar «un bulto»? ?De que otro mundo proviene?

Hace ya tiempo que dejo de sorprenderse ante el grado de ignorancia de sus alumnos. Poscristianos, posthistoricos, postalfabetizados, lo mismo daria si ayer mismo hubieran roto el cascaron. Por eso no cuenta con que ninguno sepa nada sobre los angeles caidos, ni sobre las fuentes en las que Byron pudo inspirarse. Lo que si espera es una ronda de disparos a ciegas, de suposiciones hechas con buena intencion, que, con suerte, el podra guiar hasta que acierten en la diana. Hoy sin embargo se topa con el silencio, un silencio terco, que se organiza de manera palpable en torno al desconocido que sigue sentado entre todos ellos. No van a decir nada, no van a jugar de acuerdo con sus reglas del juego, al menos mientras haya un desconocido que los oiga y los juzgue y los vilipendie.

– Lucifer -dice-. El angel arrojado del paraiso. Poca cosa sabemos sobre el modo en que viven los angeles, pero podemos dar por hecho que no necesitan oxigeno, que no palpitan. Alla en el paraiso, el angel de las tinieblas, Lucifer, no tenia que respirar, no palpitaba. De repente, sin previo aviso, se encuentra expulsado en este extrano «mundo palpitante» en el que vivimos. «Errante»: dicese del individuo

que e ge su propio camino, que vive peligrosamente, que

incluso ronda adrede el peligro. Sigamos leyendo.

El chico no ha mirado el texto ni una sola vez. Por el contrario, con una sonrisilla en la boca, una sonrisilla en la que se nota, aunque sea de refilon, un aire de desconcierto, esta pendiente de sus palabras.

– Asi pues, ?que clase de ser es el tal Lucifer?

A esas alturas, los alumnos con toda seguridad deben de percibir la corriente que pasa entre ellos, entre el y el muchacho. Solamente a el, a ese chico, ha sido formulada esa pregunta; como si estuviera dormido y acabara de ser convocado, el muchacho responde.

– Hace lo que le viene en gana. Le da lo mismo que sea bueno o malo. Si le apetece, lo hace.

– Exacto. Sea bueno o malo, si le apetece lo hace. No actua por principios, sino por impulsos. Y la fuente de sus impulsos es algo que, para el, permanece en la oscuridad. Leamos unos cuantos versos mas adelante: «No era de la cabeza su locura, sino del corazon». Un loco del corazon. ?Y que significa estar loco del corazon?

Empieza a preguntar mas de la cuenta. Al muchacho le gustaria seguir algo mas alla su intuicion, de eso el se da perfecta cuenta. Le apetece demostrar que no solo entiende de motos y de ropas llamativas. Y es posible que sea cierto, pero alli, en el aula, ante tantos desconocidos, las palabras no acuden a sus labios. Menea la cabeza.

– No importa. Fijaos en que no se nos pide que condenemos a este ser que esta loco del corazon, este ser en el que parece haber algo connaturalmente contrahecho. Muy al contrario, se nos invita a comprenderlo, e incluso a tomarle simpatia. Pero la simpatia tiene un limite. Aunque viva entre nosotros, no es uno de nosotros. Es exactamente lo que el mismo se ha llamado: un bulto, esto es, un monstruo. A la sazon, segun sugiere Byron, no sera posible amarlo, o no al menos en el sentido mas profundo y mas humano del termino. Esta condenado a la soledad.

Con las cabezas gachas, todos toman nota de sus palabras. Byron, Lucifer, Cain: para ellos, todo viene a ser lo mismo.

Terminan el poema. Da por concluida la clase antes de la hora; les encarga los primeros cantos de Don Juan para la proxima clase. Cuando estan todos aun presentes, la llama:

– Melanie, ?puedo hablar contigo un momento?

Con la cara contraida, agotada, se presenta ante el. De nuevo nota que se le desboca el corazon por ella. Si estuvieran a solas la abrazaria, trataria de darle animos. Palomita mia, la llamaria.

– ?Vamos a mi despacho? -dice en cambio.

Pudo en ocasiones renunciar a su bien por el bien ajeno, pero no por compasion, ni porque debiera, sino porque alguna extrana perversion del pensamiento lo llevo a seguir adelante con secreto orgullo y hacer lo que pocos o ninguno hubieran osado; ese mismo impulso, en el momento de la tentacion, asi tambien enganaria su espiritu arrimandolo al crimen.

Con el novio pisandoles los talones, la lleva por la escalera que conduce a su despacho.

– Espera ahi -dice al chico, y cierra la puerta.

Melanie se sienta delante de el, con la cabeza gacha.

– Querida mia -le dice-, estoy seguro de que lo estas pasando mal, lo se, y no quisiera por nada del mundo ponerte las cosas mas dificiles. Pero ahora debo hablarte como profesor. Tengo obligaciones con mis alumnos, con todos ellos. Lo que haga o deje de hacer tu amigo fuera del campus universitario es asunto suyo, pero yo no puedo permitir que venga a perjudicar mis clases. Haz el favor de decirselo de mi parte.

»En cuanto a ti, vas a tener que dedicar mas tiempo a tus trabajos de clase. Vas a tener que asistir a clase con mas frecuencia. Y vas a tener que hacer el examen al que no viniste.

Ella lo mira desconcertada, alarmada incluso. Tu me has cortado el contacto con todos, parece deseosa de decir. Tu me has obligado a soportar tu secreto. Yo ya no soy solamente una alumna. ?Como puedes hablarme de este modo?

Cuando consigue hablar, lo hace con una voz tan sumisa que el apenas acierta a oirla.

– No puedo examinarme. No he terminado las lecturas.

Lo que el desea decir no se puede decir, no se puede decir con decencia. Todo lo que puede hacer es darle una senal, y confiar en que ella lo entienda.

– Tu haz el examen, Melanie. Hazlo como todos los demas. Lo de menos es que no estes preparada; lo que importa es que lo dejes hecho. A ver, fijemos una fecha. ?Que te parece el lunes que viene a la hora del almuerzo? Asi tendras todo un fin de semana para terminar las lecturas.

Ella alza el menton y lo mira a los ojos desafiante. O no ha entendido, o es que rechaza su oferta.

– El lunes, aqui mismo. En mi despacho -repite.

Ella se pone en pie y se echa el bolso al hombro.

– Melanie, tengo mis responsabilidades. Al menos cumple con las formalidades, no hagas que se complique la situacion mas de lo necesario.

Responsabilidades: ella no dignifica esa palabra con una respuesta.

Esa misma noche, cuando vuelve a casa despues de asistir a un concierto, para el coche ante un semaforo en rojo. Pasa a su lado una motocicleta al ralenti, una Ducati plateada sobre la que viajan dos figuras de negro. Van con casco, pero pese a todo los reconoce. Melanie va sentada detras con las rodillas muy separadas y la pelvis arqueada. Nota un repentino aguijonazo de lujuria. ?Yo he estado ahi!, piensa. De pronto, la motocicleta arranca con un rugido y se los lleva.

5

No se presenta al examen convocado para el lunes. En cambio, el encuentra en su casillero un impreso oficial de renuncia: «La alumna 7710101 SAM, la senorita. M. Isaacs, ha renunciado a su matricula de COM 312 con efecto inmediato».

Apenas transcurre una hora cuando desde centralita le pasan una llamada telefonica a su despacho.

– ?Profesor Lurie? ?Tiene unos minutos, por favor? Me llamo Isaacs, le llamo desde George. Mi hija es alumna suya, no se si se acuerda de Melanie.

– Si.

– Profesor, quisiera saber si no podria usted ayudarnos. Melanie ha sido muy buena estudiante, y ahora dice que va a dejar los estudios. Para nosotros esto ha supuesto un golpe terrible.

– No estoy seguro de entenderle…

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