comenzaban a erizarsele. En la primera puerta se detuvo y miro dentro del bano. Encendio la luz.

Jueves… una noche calida. Tan calida que en toda la ciudad las ventanas estan abiertas para captar cualquier brisa perdida, cualquier bocanada de aire fresco. Te encaramas sobre la escalera de emergencia, transpirando en tu ropa oscura, mirando fijamente el bano. No hay sonido alguno; la mujer duerme en su dormitorio. Tiene que llegar temprano a su trabajo en la floreria, y a esta hora su sueno atraviesa la fase mas profunda y ensimismada.

Ella no oye el rasguno de tu cuchillo mientras abres la ventana.

Moore observo el empapelado, adornado con pequenos pimpollos de rosa. Un diseno femenino, nada que un hombre elegiria. En todos sus detalles era este un bano femenino, desde el champu con aroma a frutilla, la caja de tampones bajo el lavatorio o el botiquin atestado de cosmeticos. El tipo de chica que usa sombra para ojos color turquesa.

Trepas por la ventana, y algunas fibras de tu camisa azul marino quedan atrapadas en el marco. Poliester. Tus zapatillas, tamano cuarenta y uno, dejan huellas que avanzan sobre el revestimiento del piso. Hay trazos de arena, mezclada con cristales de yeso. Tipica mezcla que a uno puede adherirsele caminando por la ciudad de Boston.

Tal vez te detienes, escuchando en la oscuridad. Respirando la dulce extraneza de un espacio femenino. O tal vez no pierdes el tiempo sino que vas directo a tu objetivo.

El dormitorio.

El aire parecia mas pesado, mas denso, a medida que seguia los pasos del intruso. Era algo mas que una imaginaria sensacion de maldai; era el olor.

Llego a la puerta del dormitorio. Ahora los pelos de su nuca estaban electrizados por completo. Ya sabia lo que iba a ver dentro del dormitorio; penso que estaba preparado para hacerlo. Pero cuando encendio la luz el horror lo asalto una vez mas, como si fuera la primera visita a ese cuarto.

La sangre ya tenia dos dias. El servicio de limpieza todavia no habia sido admitido. Pero ni siquiera con sus detergentes y su limpieza a seco y sus latas de pintura blanca podrian borrar del todo lo que habia sucedido alli, porque el aire mismo permanecia contaminado por el terror.

Te abres camino por la puerta, hacia este dormitorio. Las cortinas son finas, sin forro, y la luz de las lamparas de la calle se filtra a traves de la tela, sobre la cama. Sobre la mujer dormida. Seguramente necesitas asomarte un momento y estudiarla, considerando con placer la tarea que tienes por delante. Porque es placentero para ti, ?cierto? Tu excitacion crece a cada momento. El estremecimiento corre por tus venas como una droga, despertando cada nervio, hasta que incluso tus yemas palpitan por anticipado.

Elena Ortiz no tuvo tiempo de gritar. O si lo hizo, nadie la oyo. Ni la familia del departamento de al lado ni la pareja del piso de abajo.

El intruso llevo consigo sus herramientas. Tela adhesiva. Un trapo empapado en cloroformo. Una coleccion de instrumentos quirurgicos. Fue totalmente preparado.

El proceso habra durado mas de una hora. Elena Ortiz estuvo consciente al menos una parte de ese tiempo. La piel de sus munecas y tobillos estaba escoriada, senal de que se resistio. En su panico, en su agonia, habia vaciado la vejiga, y la orina habia traspasado el colchon mezclada con su sangre. La operacion era delicada, y el se tomo el tiempo necesario para hacerla, para llevarse solo lo que queria, nada mas.

No la violo; tal vez era incapaz de hacer algo asi.

Cuando termino con su terrible extirpacion, ella todavia estaba viva. La herida pelvica continuaba sangrando, el corazon latiendo. ?Por cuanto tiempo? El doctor Tierney arriesgaba que al menos por media hora. Treinta minutos que deben de haber parecido una eternidad para Elena Ortiz.

?Que hacias durante ese lapso? ?Guardabas tus herramientas? ?Colocabas tu premio en un frasco? ?O tan solo permaneciste alli de pie, disfrutando del espectaculo?

El acto final fue rapido y expeditivo. El atormentador de Elena Ortiz habia sacado lo que queria, y ahora era el momento de terminar las cosas. Se movio hacia la cabecera de la cama. Con su mano izquierda tomo un punado de pelo y tiro para atras con tanta fuerza que desprendio mas de dos docenas de cabellos. Esto se encontro mas tarde, desparramado sobre la almohada y el piso. Las manchas de sangre indicaban a gritos los acontecimientos finales. Con la cabeza inmovilizada y el cuello completamente expuesto, hizo un unico y profundo corte que comenzo por la mandibula izquierda y se extendio hacia la derecha, atravesando la garganta. Habia cortado la arteria carotida izquierda y la traquea. La sangre mano a borbotones. Sobre el lado izquierdo de la pared habia densos racimos de pequenas gotas circulares derramandose hacia abajo, caracteristicas tanto de la aspersion arterial como de la hemorragia traqueal. La almohada y las sabanas estaban saturadas por este goteo. Algunas gotitas mas lejanas, expelidas cuando el intruso retiro el filo, habian salpicado el alfeizar de la ventana.

Elena Ortiz vivio lo suficiente como para ver su propia sangre surgiendo a chorros de su cuello y dando contra la pared como un aerosol de pintura roja. Vivio lo suficiente para aspirar la sangre por su traquea seccionada, para escuchar el gorgoteo en sus pulmones, para toser en explosivos accesos y escupir una flema carmesi.

Vivio lo suficiente como para saber que moria.

Y cuando todo estuvo hecho, cuando sus agonicos esfuerzos cesaron, nos dejaste tu tarjeta de presentacion. Doblaste con prolijidad el camison de la victima y lo colocaste sobre la comoda. ?Por que? ?Fue acaso un retorcido signo de respeto por la mujer que acababas de masacrar? ?O es tu manera de burlarte de nosotros? ?Tu manera de decirnos que tienes el control?

Moore regreso al living y se hundio en un sillon. El apartamento estaba caliente y sin aire, pero el temblaba. No sabia si el escalofrio era fisico o emocional. Le dolian los muslos y los hombros, por lo que tal vez se tratara de algun virus en camino. Una gripe de verano, la peor clase de gripe. Penso en todos los lugares en los que preferiria estar en ese momento. A la deriva en el lago de Maine, cortando el aire con su cana de pescar. O de pie frente a la orilla del mar, observando el avance de la niebla. En cualquier lugar menos en ese lugar de muerte.

El zumbido de su localizador lo sobresalto. Lo apago y se dio cuenta de que su corazon latia desordenado. Se obligo a tranquilizarse antes de sacar el celular y marcar el numero.

– Rizzoli. -Contesto al primer llamado, su saludo tan directo como una bala.

– Me llamaste al localizador.

– Nunca me dijiste que habias consultado el Programa de Captura de Criminales Violentos -dijo ella.

– ?Que consulta?

– Sobre Diana Sterling. Estoy revisando su archivo en este momento.

El Programa de Captura de Criminales Violentos, era una base de datos nacional sobre homicidios y asaltos que recogia casos de todo el pais. Los asesinos a menudo repiten los mismos patrones, y con esta informacion los investigadores pueden relacionar crimenes cometidos por el mismo individuo. Como cuestion de rutina, Moore y su companero en ese momento, Rusty Stivack, habian iniciado una busqueda en el Programa.

– No encontramos ninguna correspondencia en Nueva Inglaterra -dijo Moore-. Rastreamos todos los homicidios que incluian mutilacion, asalto nocturno y ataduras con tela adhesiva. Nada encajaba con el perfil de Sterling.

– ?Y que hay de la serie de Georgia? Hace tres anos, cuatro victimas. Una en Atlanta, tres en Savannah. Todos estaban en la base de datos del Programa.

– Revise esos casos. Ese individuo no es nuestro asesino.

– Escucha esto, Moore. Dora Ciccone, veintidos anos de edad, estudiante graduada en Emory. La victima fue primero reducida con Rohypnol, luego atada a la cama con cuerdas de nailon…

– Nuestro muchacho usa cloroformo y tela adhesiva.

– Le abrio el abdomen. Le quito el utero. Ejecuto el coup de grace; un unico corte en el cuello. Y por ultimo, escucha bien, doblo su camison y lo dejo en una silla junto a la cama. Te repito que es diabolicamente parecido.

– Los casos de Georgia estan cerrados -dijo Moore-. Han estado cerrados desde hace dos anos. Ese individuo esta muerto.

– ?Y si la policia de Savannah se equivoco? ?Y si el no era el asesino?

– Tenian ADN para corroborarlo. Fibras, pelos. Ademas, hubo una testigo. Una victima que sobrevivio.

– Ah, si. La sobreviviente. Victima numero cinco. -La voz de Rizzoli adquirio un tono extranamente sarcastico.

– Ella confirmo la identidad del asesino -dijo Moore.

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