– Sir Walter, os hemos esperado aqui -declaro con un tono de voz cantarin-, porque nos dijeron que volveriais pronto, pero si llego a saber que teniais una visita tan importante… -los protuberantes ojos azules de Norreys pestanearon. Se humedecio los labios como si escogiera las palabras con cuidado.

– ?Oh, dejaos de formalidades, Norreys! -exclamo Mathilda apartando de su lado el plato de anguilas-. Sir Walter, hemos venido a recoger el cadaver de Passerel. Tuvo una muerte muy deshonrosa, por eso queremos celebrar un funeral en su honor.

Bullock no le respondio, pero volvio a coger el plato de anguilas, se reclino en la pared y empezo a comer. Miro tranquilamente a Tripham y Corbett noto el odio que habia entre ellos. Lady Mathilda miro con el rabillo del ojo a Corbett y, con una mueca de desden en sus labios, paso por alto la presencia de Ranulfo y Maltote, que permanecian detras de su amo.

– De modo que vos sois el escribano del rey, ?no es cierto?

Sir Hugo le hizo una reverencia.

– Asi es, senora.

– He oido hablar de vos, Corbett -continuo-, de vuestro gran olfato. Asi que el perro del rey ha venido a Oxford a husmear entre la basura.

– No, senora -interrumpio Ranulfo de inmediato-. Hemos venido a Oxford para atrapar al Campanero, un traidor consumado. Le llevaremos a Londres para que sea colgado, arrastrado y descuartizado en Elms, cerca del rio Tyburn.

– ?Es eso verdad, pelirrojo? -pregunto Mathilda con sarcasmo-. ?Atrapareis al Campanero y lo colgareis? - Chasqueo los dedos-. ?Y ya esta?

– No senora -intervino Corbett-. Como vos dijisteis, removere entre la basura y lo encontrare, asi como al asesino responsable de las muertes de Ascham y Passerel y, quizas, al homicida de sangre fria que ha causado las muertes de los mendigos.

– ?Que quereis decir? -pregunto Tripham poniendose en pie-, ?que es solo uno y el mismo?

– Es un buen rastreador -sonrio sir Walter llevandose un trozo de pan a la boca-. Ya ha empezado a husmear entre la basura.

– Lady Mathilda, senor Tripham -intervino Norreys dirigiendose a ellos con las manos en alto. De repente recordo algo y se limpio las palmas de las manos en su tunica de lana-. Sir Hugo es el escribano del rey -continuo-. Ya nos conocemos, senor -se acerco a Corbett-. Luche con el ejercito del rey en Gales.

Corbett estrecho su mano.

– Senor, eramos tantos y hace tantos anos…

– Lo se, lo se. -Norreys se arremango la tunica y enseno la guarda de piel que llevaba en la muneca-. Preste mis servicios como especulador -explico.

Corbett recordo y asintio.

– ?Ah, si! Erais explorador.

– Ahora los galeses estan en Sparrow Hall -intervino Tripham. Forzo una sonrisa como si se disculpara por sus malos modales-. Sir Hugo, penseis lo que penseis, sed bienvenido. El rey ha insistido en que os ofrezcamos nuestra hospitalidad. Richard Norreys es el rector de la residencia. Se encargara de que os den bien de comer y os alojen adecuadamente. -Se echo la tunica por encima de los hombros-. Y esta noche, sir Hugo, sereis nuestro invitado en Sparrow Hall. Nuestros cocineros han sido educados al estilo frances. Senor Norreys, vos tambien podeis acompanarnos. -Hincho los carrillos, solto el aire y se dirigio hacia sir Walter, que todavia seguia reclinado en la pared-. Senor, ?teneis el cadaver de Passerel?

El baile seguia masticando tranquilamente. Puso el plato de nuevo sobre la mesa, se humedecio los labios y asintio a Corbett. Estaba a punto de conducir a Tripham fuera de la estancia cuando alguien llamo a la puerta. El joven que se colo en la habitacion tenia un rostro lozano, llevaba el cabello cuidadosamente engrasado y recogido en la nuca. Vestia con las ropas de un commoner, un junquillo de lana marron con calzas del mismo color arremetidas en las botas y un cinturon del que colgaba una daga atravesada por una argolla. Tenia un rostro corriente a excepcion de los ojos, muy brillantes, curiosos y de mirada inquieta. Cuando lady Braose le hizo senas para que se acercara, cruzo la estancia como un perrito faldero y se quedo a su lado. Corbett observo con curiosidad como lady Mathilda se comunicaba con el a traves de unos extranos signos que hacia con los dedos. El joven asintio y le contesto tambien con senas. El rostro de lady Mathilda se dulcifico, y a Corbett le recordo a una madre carinosa con su hijo predilecto.

– Es mi escudero -anuncio con orgullo-, el senor Moth -sonrio a Corbett-. Disculpadme si he sido un tanto brusca, senor, pero cuando Moth no esta a mi lado -le dirigio una mirada al baile- tengo miedo de lo que le pueda suceder. -Dio unas palmaditas en la mano de Moth-. Es sordomudo: no tiene lengua. No sabe leer ni escribir. Es huerfano: un exposito que dejaron en Sparrow Hall. Es el hijo que nunca tuve pero que hubiera deseado tener. -Se volvio e hizo mas signos con las manos. El joven le respondio y senalo hacia la ventana-. Senor baile -espeto Mathilda-, es hora de que nos marchemos, o si no el carro partira sin nosotros. Sir Hugo -dijo poniendose en pie-, ?querreis ser nuestro invitado esta noche?

Corbett asintio.

– Y supongo que empezaran los interrogatorios.

– En efecto, senora.

Lady Mathilda cogio a Moth por el brazo y se dirigio hacia la puerta.

– Vamos. Senor baile -anadio-, vos deseais que nos marchemos y nosotros tambien.

Sir Walter se despidio de Corbett, siguio a sus invitados y, volviendose sobre sus hombros, grito a Corbett que si deseaba hablar con el, ya sabia donde encontrarlo. Corbett espero hasta que sus pasos se perdieron a lo lejos.

– ?Vaya potaje! ?Eh, Ranulfo? -exclamo-. ?Cuanto odio y resentimiento!

– ?Acaso hay alguien en Oxford, sir Hugo, que quiera a alguien?

Corbett sonrio con ironia y se encamino hacia la ventana. Contemplo el patio del castillo y vio como sir Walter y su sequito se dirigian hacia la camara mortuoria mientras lady Braose enviaba a Moth a buscar el carro.

– ?Que raro! -murmuro-. ?Te das cuenta, Ranulfo? El administrador de Sparrow Hall es abucheado por los estudiantes y obligado a refugiarse en una iglesia donde mas tarde es envenenado, mas nadie ha preguntado el porque. Nadie demostro la mas minima lastima. Quiero decir que han venido a buscar el cadaver pero actuan como si hubieran venido a recoger un paquete que se dejaron. Pero ?por que, eh?

– Quiza Passerel no era de su agrado.

– No lo creo. -Corbett se humedecio los labios y se dio cuenta de pronto del hambre y de la sed que tenia-. Venga, rompamos nuestro ayuno en alguna taberna y luego vayamos a la residencia a ver lo que nos espera.

– No habeis respondido a vuestra pregunta, amo.

Corbett se detuvo, la mano en el pomo de la puerta.

– Me apuesto un tonel de vino contra un barril de malmsey que pronto todo el mundo creera que Passerel era un asesino; quizas incluso diran que era el Campanero, y que, si somos lo suficientemente estupidos para tragarnoslo, el verdadero Campanero permanecera en silencio hasta que nos marchemos de Oxford.

Capitulo IV

Dos horas despues, cuando el cielo se cubrio de nubes amenazando lluvia, Corbett y sus acompanantes llegaron a Sparrow Hall, situado en Pilchard Lane. La universidad en si misma era un edificio pintoresco de tres plantas con un techo de tejas grises coronado de ladrillos de piedra arenisca amarilla. La universidad se enorgullecia de su mirador acristalado construido encima de una magnifica puerta principal. El resto de ventanas eran cuadradas y muy amplias, con vidrios de colores que rellenaban los espacios entre los parteluces. La residencia del otro lado de la calle era indescriptible. Parece ser que su fundador habia comprado tres mansiones de cuatro plantas, todas con cimientos de ladrillos. Los pisos de arriba tenian vigas de madera y de yeso, y las casas estaban conectadas a traves de galerias de madera provisionales. El albergue no tenia la gracia de la universidad; algunas de las ventanas estaban cerradas y las otras, cubiertas de papel vitela.

Corbett, Ranulfo y Maltote bajaron por una calle lateral y entraron por el patio de atras, lleno de guijarros

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