AP/Home Info Service, 2 de septiembre de 1996:

WASHINGTON, DC.— Los cientificos estan congregandose en la conferencia de la AAAS, la Asociacion Americana para el Avance de las Ciencias, para escuchar a los conferenciantes que presentaran sus informes sobre temas que van desde la «Falta de pruebas para las lentes gravitatorias supermasivas intergalacticas» hasta la «Distribucion de la plaga de los roedores salvajes a traves de las pulgas de la ardilla terrestre (Diamanus Montanus) en el sur de California». Ayer, uno de los informes mas ardientemente debatidos fue el presentado por el doctor Frank Drinkwater, del Balliol College de la Universidad de Oxford. El doctor Drinkwater sostiene que no existen civilizaciones extraterrestres inteligentes. «Si existieran, seguro que a estas alturas ya hubieramos visto sus efectos.» El doctor Drinkwater sostiene que una civilizacion, a traves de la creacion de astronaves autorreproductoras capaces de visitar otros planetas, habria permeado la galaxia en menos de un millon de anos.

Los cientificos asistentes a la conferencia no llegaron a ninguna conclusion con respecto a la reciente desaparicion de la sexta luna de Jupiter, Europa. El profesor Eugenie Cook, de la Universidad de Washington, Seattle, sostiene que la luna ha sido desplazada de su orbita a causa de una colision con un enorme y hasta ahora desconocido asteroide. El famoso astronomo Fred Accord sostiene que una colision asi hubiera «hecho pedazos la luna, y todavia podriamos ver sus fragmentos en orbita». Nada de esto ha sido informado. Muchos cientificos hicieron notar la apatia del publico ante tal acontecimiento sin precedentes. Al cabo de un mes, la historia de Europa ha desaparecido practicamente de los medios de comunicacion. Accord comento: «Evidentemente, algunas dificultades mas provincianas, como las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, obtienen mayor eco.»

1

28-29 de septiembre

Acampado al lado de la montana que no deberia estar alli, envuelto en la fria oscuridad del desierto, Edward Shaw no podia dormir. Podia oir las ritmicas respiraciones de las formas inmoviles de sus dos companeros, y se admiraba de su tranquilidad.

Habia escrito en su bloc de notas:

El monticulo tiene aproximadamente quinientos metros de largo y la mitad de ancho, y quiza un centenar de metros de alto, (aparentemente) el cono de escoria basaltica de un volcan extinguido, cubierto por trozos de escoria oscura y negra del tamano de guijarros, rocas y penascos, y rodeado por una fina arena blanca de cuarzo. No se halla en nuestros mapas ni en el directorio Geosat de 1991. Los flancos del cono son mas empinados que el angulo normal de reposo, algo asi como cincuenta y sesenta grados. Las huellas de las inclemencias del tiempo son, en el mejor de los casos, aleatoriamente curiosas: algunas partes expuestas al sol y a la lluvia aparecen completamente negras, brillantes, mientras que otras areas se muestran solo ligeramente oxidadas. No hay insectos en el monticulo: si levantas cualquier roca, no encontraras un escorpion o un milpies. Tampoco hay latas de cerveza.

Edward, Brad Minelli y Victor Reslaw habian viajado desde Austin, Texas, para combinar un poco de geologia con mucha acampada y excursiones a pie a traves del desierto de principios de otono. Edward era el mayor de los tres, treinta y tres anos; tambien era el mas bajo, y en renida competicion con Reslaw para ver quien de los dos perdia antes todo el pelo. Media poco mas de metro setenta con sus botas de montana, y su figura esbelta y sus rasgos inquisitivos y juveniles le hacian parecer mucho mas joven, pese al cada vez mas escaso pelo. Para ver los objetos que estaban mas cerca de medio metro de su redondeada nariz llevaba unas gafas de cristales redondos y montura de hilo de oro, un estilo que habia adoptado de adolescente a finales de los setenta.

Edward permanecia tendido de espaldas con las manos unidas detras de la cabeza, contemplando la clara e inmovil inmensidad del cielo. Tres dias antes, oscuras y prenadas nubes habian conspirado en el llameante atardecer para derramar un autentico aguacero sobre el Valle de la Muerte. Su campamento estaba en terreno alto, pero habian visto penascos del tamano de pelotas de baloncesto deslizarse y rodar por los recien excavados canales.

El desierto parecia de nuevo inocente de agua y cambio. A todo alrededor del campamento flotaba un silencio mas precioso que cualquier cantidad de oro. Ni siquiera el viento susurraba.

Se sentia muy grande en la soledad, como si hubiera abierto sus dedos sobre la mitad de la tierra de horizonte a horizonte, y reunido entre ellos una capa de mica de las estrellas. A la inversa, se sentia tambien un poco asustado por su vastedad. Aquella henchida magnitud de su yo podia encogerse y arrugarse facilmente hasta la nada, una ilusion de comodidad y calor y alta fiebre intelectual.

Ni una sola vez en sus seis anos de carrera como profesor de geologia habia hallado un error importante en los mapas del Valle de la Muerte del Servicio Geologico de los Estados Unidos. El desierto de Mojave y el Valle de la Muerte eran la Meca y la Al Medina de los geologos al oeste de los Estados Unidos; habian recorrido aquella region desde hacia mucho mas de un siglo, atraidos por la desnudez y la desvergonzada variedad del suelo. Los mineros habian extraido de sus profundidades borax y talco y yeso y otros minerales utiles y menos espectaculares. En algunos lugares, cuevas salitrosas se hundian varios cientos de metros en el suelo. Un espeleologo aficionado solo necesitaba descender veinte o treinta metros para sentir el calor; la creacion aun estaba cerca debajo del Valle de la Muerte.

Habia centenares de volcanes extinguidos, negros o de un rojo mate o del cobrizo y gris y rosa del desierto, entre el complejo de Furnace Creek y la pequena ciudad de Shoshone; sin embargo, cada uno de ellos habia sido cartografiado, y lo mas probable era que estuviera detalladamente descrito en alguna tesis de doctorado.

Esta montana era una anomalia.

Eso era imposible.

Reslaw y Minelli se habian encogido de hombros como si se tratara solamente de un interesante aunque unico error en los mapas; un desplazamiento involuntario en su ubicacion, como el descubrimiento de alguna nueva isla en un archipielago, conocida por los nativos pero perdida entre las hojas de los mapas de los navegantes; una especie de Pictairn de los monticulos volcanicos.

Pero el cono de escoria estaba demasiado cerca de las rutas recorridas al menos una o dos veces al ano. Edward sabia que no se trataba de ningun error de ubicacion. No podia enganarse a si mismo como hacian sus amigos.

Ni tampoco podia hallar ninguna otra explicacion.

Recorrieron de nuevo la base del monticulo a media manana. El sol ya estaba alto en el plano, azul e inmovil cielo. Iba a ser un dia caluroso. El robusto y pelirrojo Reslaw bebia cafe de un termo esmaltado en verde, una util antiguedad adquirida en una tienda de piedra y adobe en Shoshone; Edward masticaba una barrita de chocolate y dibujaba detalles en un pequeno cuaderno con tapas de tela negras. Minelli avanzaba lentamente detras de ellos, golpeando ociosamente los penascos con su pico de geologo, con su figura desgarbada, su negro pelo alborotado y su palida piel dandole la apariencia de un vagabundo urbano completamente fuera de lugar alli.

Se detuvo a diez metros detras de Edward.

—Hey —llamo—. ?Habeis visto esto?

—?Que?

—Un agujero.

Edward retrocedio. Reslaw les miro, se encogio de hombros y siguio rodeando el monticulo hacia el

Вы читаете La fragua de Dios
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату