– Podia haber alumnas por aqui durante toda la cena… Muchas veces se toman un huevo cocido en su habitacion. Y… ?Dios santo! Claro que habia alguien raro… dijo algo sobre el ajedrez. Y anoche tambien dijo algo extrano.
– ?Quien?
– La senorita Hillyard.
– ?Otra vez!
Mientras Harriet le contaba la historia, Peter paseaba inquieto por la habitacion, evitando pisar el cristal y el marfil rotos del suelo con la precision automatica de un gato, y al final se detuvo ante la ventana, de espaldas a Harriet. Ella habia corrido las cortinas cuando subieron a la habitacion, y la mirada de Peter al observarlas solamente parecia expresar preocupacion.
– ?Maldita sea! -exclamo Peter. Eso complica las cosas. -Aun con el peon rojo en la mano, se dio la vuelta y lo coloco con gran precision justo en el centro de la repisa de la chimenea-. Si. Bueno, supongo que tendras que averiguar…
Llamaron a la puerta, y Harriet fue a abrirla.
– Perdona, senora, pero es que Padgett me ha mandado a la sala del profesorado para ver si estaba alli lord Peter Wimsey, y como pensaba que usted podria saber…
– Esta aqui, Annie. Es para ti, Peter.
– ?Si? -dijo Peter al llegar a la puerta.
– Si tiene la amabilidad, senor… Han llamado del Mitre para decir que hay un recado del Ministerio de Asuntos Exteriores y que si tendria usted la bondad de llamar inmediatamente.
– ?Como? ?Dios, claro, tenia que pasar! Muy bien, gracias, Annie. Ah, un momento. ?Fue usted quien vio a… esto… a la persona que estaba haciendo fechorias en el aula?
– Si, senor, pero no la reconoceria.
– No, claro, pero la vio, y a lo mejor ella no sabe que usted no podria reconocerla. Yo en su lugar, andaria con cuidado por el college despues de oscurecer. No quiero asustarla, pero ?ve lo que ha pasado con el ajedrez de la senorita Vane?
– Si, lo veo, senor. Que lastima ?no?
– Y mas lastima seria si a usted le ocurriera algo desagradable. No se inquiete, pero si yo fuera usted, siempre iria acompanada cuando saliera despues de la caida del sol. Y lo mismo le aconsejaria a la criada que estaba con usted.
– ?A Carrie?
– Es por simple precaucion, ?comprende? Buenas noches, Annie.
– Buenas noches, senor. Y gracias.
– Voy a tener que insistir en lo de los collares de perro -dijo Peter-. Nunca sabes si es mejor advertir a la gente o no. Algunas personas se ponen histericas, pero Annie parece bastante equilibrada. Mira, Harriet, todo esto es tedioso. Si me llaman otra vez a Roma, tendre que ir. Yo cerraria esa puerta con llave. Si es Roma, le dire a Bunter que traiga las notas que tengo en el Mitre y a las detectives de la senorita Climpson que te informen a ti directamente. De todos modos, te llamare esta noche en cuanto sepa de que va todo esto. Si no es Roma, volvere por la manana. Mientras tanto, no dejes entrar a nadie en tu habitacion. Yo la cerraria con llave y esta noche dormiria en otro sitio.
– Creia que no esperabas mas sobresaltos nocturnos.
– Y no los espero, pero no quiero que nadie pise ese suelo. -Se detuvo al llegar a la escalera para examinar la suela de sus zapatos-. No se me han pegado trozos. ?Y a ti?
Harriet se apoyo primero en una pierna y luego en la otra.
– Esta vez no. Y la primera vez no pise los destrozos. Me quede en la puerta echando pestes.
– Buena chica. Los senderos del patio estan un poco humedos y a lo mejor ha quedado algo. Ademas ahora esta lloviendo un poco. Te vas a mojar.
– No importa. ?Ah, Peter! Tengo esa bufanda blanca tuya.
– Quedatela hasta que vuelva… manana, con un poco de suerte, o si no, sabe Dios cuando. ?Maldita sea! Sabia que algo iba a pasar. -Se quedo inmovil bajo las hayas-. Harriet, no dejes que te borren del mapa en cuanto yo vuelva la espalda… si puedes evitarlo, o sea, no se te da muy bien cuidar de los objetos de valor.
– ?Que tenga el detalle de preocuparme un poco? De acuerdo, Peter. Esta vez hare lo que pueda. Palabra de honor.
Le tendio la mano y el se la beso. Una vez mas creyo ver a alguien moviendose en la oscuridad, como en la ultima ocasion en la que habian pasado los dos juntos por los patios umbrios, pero no se atrevio a entretener mas a Peter y no dijo nada. Padgett abrio la verja para su senoria, y al darse la vuelta, Harriet se vio frente a frente con la senorita Hillyard.
– Me gustaria hablar con usted, senorita Vane.
– Por supuesto. A mi tambien me gustaria hablar con usted.
Sin anadir palabra, la senorita Hillyard se dirigio a sus habitaciones delante de Harriet, que la siguio por la escalera y entro en el salon. La tutora tenia la cara muy blanca cuando cerro la puerta y dijo, sin pedirle a Harriet que se sentara:
– Senorita Vane, ?cual es la relacion entre ese hombre y usted?
– ?Que quiere decir?
Lo sabe usted perfectamente. Si no hay nadie que hable con usted sobre su conducta, tendre que hacerlo yo. Trae usted a ese hombre, sabiendo perfectamente la fama que tiene…
– Se que fama tiene como detective.
– Me refiero a su reputacion moral. Sabe tan bien como yo que es conocido en toda Europa. Mantiene a montones de mujeres…
– ?A todas a la vez o sucesivamente?
– De nada sirve ponerse impertinente. Supongo que a una mujer con su pasado, esas cosas le parecen simplemente graciosas, pero debe intentar comportarse con un poco mas de decencia. Lo mira usted de una forma vergonzosa. Finge ser una simple conocida suya y se dirige a el por su titulo en publico y por su nombre de pila en privado. Lo lleva de noche a su habitacion…
– Oiga, senorita Hillyard, no puedo consentir…
– Los he visto. Dos veces. El ha estado aqui esta noche. Le ha dejado que le besara las manos y que le hiciera el amor…
– Asi que era usted, espiando bajo las hayas.
– ?Como se atreve a pronunciar semejante palabra?
– ?Y como se atreve usted a decir semejante cosa?
– No es asunto mio como actue usted en Bloomsbury, pero si trae a sus amantes aqui…
– Sabe muy bien que no es mi amante. Y tambien sabe muy bien a que ha venido a mi habitacion esta noche.
– Me lo imagino.
– Y se muy bien por que ha ido usted.
– ?Que yo he ido a su habitacion? No se que quiere decir.
– Claro que si. Y sabe que el ha venido a ver el destrozo que ha hecho en mi habitacion.
– Yo no he entrado en su habitacion.
– ?No ha entrado en mi habitacion y ha destrozado las piezas de ajedrez?
La senorita Hillyard parpadeo.
– Por supuesto que no. Le he dicho que esta noche ni me he acercado a su habitacion.
– Pues ha mentido.
Harriet estaba demasiado enfadada para sentir miedo, aunque se le paso por la cabeza que si aquella mujer furibunda de cara blanca la agredia, resultaria dificil pedir ayuda en aquella escalera aislada, y penso en el collar de perro.
– Se que es mentira porque hay un trozo de marfil en la alfombra, debajo de su mesa, y otro pegado a la suela de su zapatilla derecha. Lo he visto al subir las escaleras.
Estaba preparada para cualquier cosa, pero para su sorpresa, la senorita Hillyard se tambaleo, se sento bruscamente y dijo: