Con el «testamento» de Kafka, nacio la mayor leyenda del san Kafka-Garta, y con ella tambien una pequena leyenda de su profeta Brod, quien, con patetica honradez, hizo publica la ultima voluntad de su amigo confesando al mismo tiempo por que, en nombre de los mas altos principios («el bien superior e irreemplazable»), decidio no obedecerle. El gran mitografo gano su apuesta. Su acto fue elevado a rango de gran gesto digno de ser imitado. Porque, ?quien podria poner en duda la fidelidad de Brod a su amigo? ?Y quien se atreveria a dudar del valor de cada frase, de cada palabra, de cada silaba que Kafka ha dejado a la humanidad?

Asi pues, Brod creo el ejemplo que debe seguirse de la desobediencia a los amigos muertos; toda una jurisprudencia para aquellos que quieren no hacer caso de la ultima voluntad de un autor o divulgar sus secretos mas intimos.

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En lo que se refiere a los cuentos y las novelas inacabados, admito de buena gana que habrian puesto a cualquier albacea en una situacion bastante incomoda. Porque, entre estos escritos de desigual importancia, se encuentran tres novelas; y Kafka nunca escribio nada mas grande. Por lo tanto no es en absoluto anormal que, debido al hecho de que estaban inacabadas, las pusiese en la columna de los fracasos; un autor puede dificilmente creer que el valor de la obra que no ha llevado hasta el final sea ya perceptible, antes de que se acabe, con casi toda su claridad. Pero lo que a un autor le resulta imposible ver puede parecerle muy claro a un tercero. Si, debido a estas tres novelas que admiro infinitamente me habria sentido terriblemente incomodo de haberme encontrado en la situacion de Brod.

?Quien habria podido aconsejarme?

El que es nuestro mas grande Maestro. Abramos el Quijote, la primera parte, capitulos XII, XIII, XIV: Don Quijote se encuentra con Sancho en las montanas, donde se entera de la historia de Grisostomo, joven poeta que se ha enamorado de una pastora; pero ella no le quiere y Grisostomo pone fin a sus dias. Don Quijote decide ir a su entierro. Ambrosio, amigo del poeta, dirige la pequena ceremonia. Al lado del muerto cubierto de flores hay unos libros de notas y hojas con poemas. Ambrosio explica ante la concurrencia que Grisostomo le pidio que los quemara.

En ese momento, interviene el senor Vivaldo, un curioso que se habia unido a los enlutados: se pregunta si quemar su poesia responde realmente a la voluntad del muerto, ya que la voluntad debe ser razonable y esta no lo es. Seria, pues, mejor ofrecer su poesias a los demas, para que puedan brindarles placer, sabiduria, experiencia. Y, sin esperar la respuesta de Ambrosio, alarga la mano y recoge algunas de las hojas que estan mas cerca de el. Ambrosio le dice: «Por cortesia consentire que os quedeis, senor, con lo que ya habeis tomado; pero pensar que dejare de abrasar los que quedan es pensamiento vano».

«Por cortesia consentire»: quiere decir que, incluso si el deseo del amigo muerto tiene para mi vigor de ley, no soy un servidor de las leyes, las respeto como ser libre que no se ciega ante otras razones, opuestas a la ley, como por ejemplo la cortesia o el amor al arte. Por eso «consentire que os quedeis, senor, con lo que ya habeis tomado», esperando que mi amigo me perdone. A pesar de que, mediante esta excepcion, haya transgredido su deseo, que para mi es ley; lo hice bajo mi propia responsabilidad, corriendo mis propios riesgos, y lo hice como aquel que transgrede la ley, no como aquel que la niega o la anula; por eso «pensar que no dejare de abrasar los que quedan es pensamiento vano».

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Un programa de television: tres mujeres celebres y admiradas proponen colectivamente que tambien las mujeres tengan derecho a ser enterradas en el Panteon de Paris. Hay que pensar, dicen, en el significado simbolico de semejante acto. Y enseguida dan los nombres de algunas de las grandes damas muertas que, segun ellas, deberian ser trasladadas alli.

La reivindicacion es justa, sin duda: sin embargo, algo me turba: algunas de esas damas muertas que podrian ser inmediatamente trasladadas al Panteon ?acaso no descansan al lado de sus maridos? Seguramente; y lo habran querido asi. ?Que se haria con los maridos? ?Transferirlos a ellos tambien? Dificil; al no ser tan importantes, deberan permanecer alli donde estan, y las damas trasladadas pasaran la eternidad en una soledad de viudas.

Luego me dije: ?y los hombres? Pues si, ?los hombres! ?Quien sabe si estan voluntariamente en el Panteon! Despues de su muerte, sin pedirles su opinion, y seguramente contra su voluntad, se decidio convertirlos en simbolos y separarlos de sus mujeres.

Despues de la muerte de Chopin, los patriotas polacos despedazaron su cadaver para quitarle el corazon. Nacionalizaron ese pobre musculo y lo enterraron en Polonia.

Se trata a un muerto como un despojo o como un simbolo. La misma falta de respeto que para con su individualidad desaparecida.

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Ah, que facil es desobedecer a un muerto. Si pese a ello, a veces, nos sometemos a su voluntad, no es por temor, por obligacion, es porque le queremos y nos negamos a creer que esta muerto. Si un viejo campesino, en su agonia, le ha rogado a su hijo que no tire abajo el viejo peral que hay delante de la ventana, el peral no sera abatido mientras el hijo recuerde con amor a su padre.

Poco tiene que ver esto con una fe religiosa en la vida eterna del alma. Simplemente un muerto a quien quiero jamas sera un muerto para mi. No puedo siquiera decir: le he querido; no, le quiero. Y si me niego a hablar de mi amor por el en el pasado, eso quiere decir que el que esta muerto esta. Ahi es donde tal vez se encuentre la dimension religiosa del hombre. En efecto, la obediencia a la ultima voluntad es misteriosa: supera toda reflexion practica y racional: el viejo campesino nunca sabra, en su tumba, si el peral ha sido o no abatido; sin embargo, para el hijo que le quiere resulta imposible no obedecerle.

Hace mucho tiempo, me emociono (y me sigue emocionando) la conclusion de la novela de Faulkner, Las palmeras salvajes. La mujer muere tras un aborto fallido, el hombre es preso, condenado a diez anos; le llevan a su celda un comprimido blanco, veneno; pero aleja enseguida la idea del suicidio, ya que la unica manera de prolongar la vida de la mujer amada es conservarla en su recuerdo.

«… cuando ella dejo de ser, la mitad de la memoria dejo de ser; y si yo dejara de ser, todo el recuerdo dejaria de ser. Si», penso el, «entre la pena y la nada elijo la pena.»

Mas tarde, al escribir El libro de la risa y del olvido, me sumergi en el personaje de Tamina, que perdio a su marido e intenta desesperadamente reencontrar, reunir recuerdos dispersos para reconstruir a un ser desaparecido, un pasado que ya paso; entonces empece a entender que, en ese recuerdo, no encuentra uno la presencia del muerto; los recuerdos no son mas que la confirmacion de su ausencia; en los recuerdos, el muerto no es mas que un pasado que palidece, que se aleja, inaccesible.

Sin embargo, si me resulta imposible considerar muerto al ser a quien amo, ?como se manifestara su presencia?

En su voluntad, que conozco y a la que permanecere fiel. Pienso en el viejo peral que permanecera delante de la ventana mientras viva el hijo del campesino.

Milan Kundera

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