estaba contenta con Monk y su trabajo. Era la implicacion de que le faltaban, cosa que dolia, de que hubiera acogido a Scuff no porque lo apreciara sino para llenar un vacio interior. Mediante una indirecta alusion al pasado, Rathbone habia hecho que pareciera que cuanto habia hecho en la clinica, e incluso en Crimea, le hubiese servido para compensar la carencia de una familia, de un proposito en el sentido mas convencional.

No era verdad. Tenia un marido a quien amaba mucho mas de lo que la mayoria de mujeres amaban al suyo. Tenia un trabajo que le exigia echar mano del intelecto, la imaginacion y el coraje. Casi todas las mujeres se levantaban por la manana para cumplir la misma rutina domestica, llenando sus dias de palabras mas que de acciones, llevando a cabo tareas que deberian realizar exactamente de la misma manera al dia siguiente y al otro. Hester solo se habia aburrido una vez en su vida, y eso fue durante el breve periodo que dedico a la vida social antes de marcharse a Crimea.

Ahora bien, si desvelaba algo de aquello, daria la impresion de estar poniendose a la defensiva. Rathbone la habia atacado tan sutilmente, tan indirectamente, que la gente pensaria que protestaba mas de la cuenta. Y la consecuencia inmediata seria que Rathbone pareceria estar en lo cierto.

Ahora todos aguardaban su respuesta. Percibia un asomo de compasion en sus rostros. Incluso Tremayne se mostraba incomodo.

– No, no tengo hijos -contesto a la pregunta. Tuvo en la punta de la lengua el senalar que el tampoco los tenia, pero eso seria indecoroso y tambien contraproducente; una vez mas, un ataque para defenderse, sin que hubiera justificacion aparente.

– Permitame decir que es muy noble lo que usted hace, dedicando su tiempo y sus medios a luchar por los hijos de otras personas que sufren el abuso y el abandono de quienes deberian cuidar de ellos. -Rathbone lo dijo sinceramente y, no obstante, despues de lo dicho anteriormente, aun consiguio que sonara compasivo. Hizo un gesto con la mano como dando a entender que cambiaba de tema-. De modo que busco la ayuda de otros rapinadores para identificar el cadaver de ese pobre nino que fue hallado cerca de Horseferry Stairs. Y dado que usted habia rescatado a Scuff, estuvieron dispuestos a ayudarla como no lo habrian hecho con la policia. ?Estoy en lo cierto?

– Me ayudaron -contesto Hester-, aunque no les atribui motivos para hacerlo. -Sono cortante, como si se estuviera defendiendo. Tuvo que recurrir a todo el dominio de si misma para mantener la expresion afable e impedir que le temblara la voz-. Y si lo hubiese hecho, habria pensado que lo hacian para protegerse a si mismos y tal vez para obrar con cierta justicia por un chico que habia sido uno de los suyos.

Rathbone sonrio.

– Tiene un elevado concepto de ellos, senora Monk. Su confianza y su carino hacen honor a su persona. Estoy convencido de que a todas las mujeres presentes en esta sala les gustaria pensar que harian lo mismo.

Con una sola frase lo habia convertido en una cuestion femenina, en algo caritativo pero poco realista. Que sagaz por su parte, y que injusto. Rathbone sabia que ella era la persona menos sentimental de la tierra. O contraatacaba o la aplastaria.

– Soy enfermera del ejercito, sir Oliver, como antes ha mencionado. -La voz le temblaba pese a su empeno y el tono era mas aspero de lo que queria-. Las heridas son reales; no dejan de sangrar por obra y gracia del idealismo bienintencionado ni por amables demostraciones de afecto. La gangrena, el tifus y la desnutricion no responden a imprecisos buenos deseos. He fracasado a menudo, sobre todo en reformas que me hubiese gustado introducir, pero ha sido por hablar con demasiada franqueza, no porque sea una sentimental. Pensaba que usted ya sabia eso de mi. Pero tal vez fuese usted quien fue demasiado gentil en sus juicios, y ha visto lo que deseaba ver, lo que consideraba femenino y apropiado, y por ende mas facil de aceptar.

Un destello de sorpresa brillo en los ojos de Rathbone, y tambien de admiracion. Esta vez fue algo sincero, no una impostura dirigida al jurado.

– Reconozco mi error, senora Monk -se disculpo-. Tiene toda la razon. Nunca le ha faltado valentia, solo tacto. Usted veia lo que habia y lo que era preciso hacer, pero carecio de suficiente conocimiento de la naturaleza humana para convencer a los demas. No supo prever la arrogancia, la cortedad de miras ni el egoismo de quienes tenian interes en que las cosas no cambiaran. Usted es una idealista; ve lo que podria hacerse y se esfuerza por hacerlo realidad. Lucha con pasion, coraje y honor por los oprimidos, los enfermos, los olvidados de este mundo. Desobedece la ley cuando cree que es injusta y permanece leal a lo que esta bien sin reparar en el coste. ?Le parece mas aceptable esta valoracion de su caracter?

Era aceptable, incluso generosa. Tambien condenatoria como testigo imparcial. El tribunal quiza la apreciara como persona y la admirara, pero siempre sopesaria lo que dijera contra la firmeza de sus creencias, y el sentimiento venceria. Le habia dado la vuelta al argumento de Rathbone, pero incluso asi este la habia derrotado.

Rathbone procedio a desmenuzar todas las pruebas que Hester habia reunido a traves de testigos a quienes conocia gracias a su trabajo en Portpool Lane. Demostro que todos ellos se habian beneficiado de los cuidados que dispensaba en la clinica. Lo elaboro de tal manera que logro que pareciera que su deuda de gratitud les llevara a decir lo que ella quisiera oir, no con deliberado engano sino por el deseo de complacer a una mujer de cuya ayuda dependian.

A pesar de las alabanzas que le habia dedicado, Hester siguio pareciendo digna de encomio, pero mas impulsada por sentimientos que por la razon, apasionadamente incansable en defensa de los necesitados, e iracunda y vengativa contra quienes los explotaban. Era femenina: Rathbone insistio en su condicion de mujer; vulnerable: les recordo con delicadeza que no tenia hijos; y de escaso criterio: no puso ningun ejemplo de ello, pero para entonces ya le creian a pies juntillas.

Impotente en el estrado, rodeada de extranos que la veian a traves de las palabras de Rathbone, Hester se pregunto si el realmente la veia de ese modo. ?Era esa su opinion sincera, y toda la cortesia anterior eran solo buenos modales hacia una mujer de la que antano estuvo enamorado, pero que ahora poco significaba para el? Su arrogancia la enfurecio.

De pronto tuvo miedo de que llevara razon. Fue como una ducha de agua fria. Quiza fuese cierto que la impelian los sentimientos mas que los argumentos racionales e imparciales. Tal vez a Monk le moviera su sensacion de estar en deuda con Durban, tal como Rathbone daba a entender, y ella simplemente lo siguiera con ciega lealtad.

Rathbone se sento, sabiendo que su plan habia surtido efecto a la perfeccion.

Hester le miro el semblante y no tuvo la mas remota idea de que sentia, suponiendo que sintiera alguna cosa. Tal vez su intelecto siempre dominaria a su corazon. Por eso no habia aceptado su proposicion de matrimonio, dejandola a un lado, como si en realidad no se la hubiese hecho, a fin de no herir sus sentimientos.

Pobre Margaret.

Tremayne se levanto e intento equilibrar la balanza de nuevo, pero ya era imposible, y se dio cuenta de ello a tiempo para no estropear mas las cosas antes de sentarse.

Hester permanecio en la sala mientras Rathbone llamaba a otros testigos que sembraron dudas sobre la honestidad de Durban. Lo hacia con tanta sutileza que al principio no reparo en el impacto que tenia.

Un empleado de Hacienda testifico sobre el celo que ponia Durban en la persecucion de Phillips.

– Pues, si, senor-dijo, asintiendo energicamente con la cabeza-. Se aplicaba a fondo. Como un terrier con una rata. No le daria tregua ni por amor ni por dinero.

– No le daria tregua -repitio Rathbone-. Como atencion al jurado, senor Simmons, ?podria explicar a que se refiere exactamente? Los caballeros aqui presentes quiza no esten familiarizados con los procedimientos policiales y, por tanto, desconozcan lo que es habitual y lo que no. ?Supongo bien al deducir que alude usted a una conducta que se salia de lo corriente?

Simmons asintio de nuevo.

– Si, senor. Ya veo lo que quiere decir. La gente puede pensar que todos los policias son asi, y no es verdad. Era muy diferente, el senor Durban. Te hacia una pregunta y, si no le dabas la respuesta que queria, te la repetia una y otra vez de maneras distintas. He visto a algunos bull terriers menos tenaces que el. De haber sido menos honesto, le habria dicho lo que queria oir con tal de quitarmelo de encima.

– Vaya. ?Le conto por que estaba tan empenado en hallar al asesino del nino Fig, senor Simmons?

Rathbone ponia mucho cuidado en no insinuar la respuesta al testigo, en no preguntar por suposiciones o testimonios de oidas.

Tremayne mostraba su descontento por carecer de motivos para objetar. Hester lo veia tan claro como si estuviera presenciando una partida de ajedrez. Cada movimiento era evidente en cuanto se habia efectuado pero,

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