Fidelma lo amonesto:

– Decis demasiado o muy poco, hermano. No esta bien causar inquietud a una persona y luego no decirle lo que pueda ahuyentar tal desazon.

– Ah, Fidelma, ?acaso no dice el proverbio que una boca cerrada es mas melodiosa? Mas facil resulta para mi no decir nada y que las estrellas sigan su curso, que tratar de arrancar los secretos que entranan.

– Me habeis desconcertado, hermano Conchobar. Ahora estare intranquila hasta que no haya regresado mi hermano.

– Lamento haberos causado tal preocupacion, Fidelma de Cashel. Espero haberme equivocado.

– El tiempo dira, hermano.

– El tiempo todo lo revela -asintio Conchobar en voz baja, citando un antiguo proverbio.

Inclino la cabeza en senal de despedida y, con la espalda encorvada, dio media vuelta para dirigirse pausadamente a las almenas, apoyado en un grueso cayado de endrino. Fidelma no aparto la vista de el, sin poder apaciguar la desazon que la embargaba. Conocia al hermano Conchobar desde que naciera, desde hacia treinta anos. De hecho, el habia ayudado en el parto. Era como si hubiera vivido en el vetusto palacio de Cashel desde tiempos inmemoriales. Habia servido a su padre, el rey Failbe Fland mac Aedo, a quien Fidelma no recordaba bien, pues murio el ano en que ella nacio. Conchobar tambien habia servido a sus tres primos, los cuales sucedieron a su padre en el trono respectivamente. Ahora servia a su hermano, Colgu, proclamado rey de Muman hacia tan solo un ano. El hermano Conchobar estaba considerado un sabio del estudio de los cielos y la elaboracion de mapas de las estrellas y los cursos que seguian.

Fidelma conocia bien a Conchobar, lo suficiente para saber que no habia que tomar sus pronosticos a la ligera.

Miro al cielo melancolico y se estremecio antes de bajar de las almenas para dirigirse a uno de los tantos patios del gran complejo palaciego que se alzaba sobre la montana de piedra caliza. Aqui y alla habia patios muy pequenos y jardines mas pequenos todavia. El conjunto de edificios estaba rodeado por una elevada muralla defensiva.

Mientras Fidelma cruzaba el patio empedrado hacia la entrada de la capilla real, el sonido de ninos jugando la hizo mirar arriba. Sonrio al ver a unos chiquillos que usaban la pared de la capilla para jugar al rothchless, la «hazana de la rueda». A su hermano Colgu solia encantarle ese juego cuando eran pequenos, ya que siempre ganaba. Para jugar hacia falta tener fuerza en un brazo, porque consistia en lanzar un pesado disco circular contra una pared. Ganaba quien conseguia lanzarlo mas alto. Segun la antigua leyenda, el celebre guerrero Cuchullain lanzo un disco tan alto, que sorteo la pared y el tejado del edificio.

Uno de los ninos solto un grito de jubilo al obtener una buena marca con el disco. Un hostalero que pasaba por alli se acerco a reprenderles.

– Grato es el sonido de una boca cerrada -dijo para renirles, moviendo el indice.

Cito casi el mismo proverbio que habia pronunciado el hermano Conchobar hacia un momento.

El sirviente se dio la vuelta y, al ver a Fidelma, saludo. A espaldas de aquel, los ninos se pusieron a hacer muecas, pero ella fingio no haberse dado cuenta.

– Ah, mi senora Fidelma, estos crios… -suspiro el anciano sirviente, dirigiendose a ella con el respeto propio de su condicion real, como hacian todos los de Cashel-. Ciertamente, mi senora, el ruido que hacen rompe la tranquilidad de esta hora del dia.

– Pero si solo son ninos jugando, Osloir -objeto, seria.

A Fidelma le gustaba conocer por su nombre a todos los sirvientes del palacio de su hermano.

– Una vez -anadio-, un gran filosofo griego dijo: «Jugad para ser un dia personas serias y respetables». Asi que dejad que jueguen ahora que son jovenes. Les quedan muchos anos en que habran de entregarse a la discrecion.

– ?No creeis que el silencio es el estado ideal? -protesto el hostalero.

– Depende. Demasiado silencio puede causar padecimiento. Todo puede ser excesivo, hasta la miel.

Sonriendo a los ninos, se encamino hacia las puertas de la capilla real. Cuando se disponia a subir las escaleras, una de ellas se abrio de golpe y aparecio un joven monje vestido con un sencillo habito de lana. Era fornido y tenia abundante cabello rizado, que llevaba cortado en forma de corona spina, la tonsura circular de san Pedro de Roma. Sus ojos marron oscuro tenian un brillo acuoso, en un rostro de rasgos afables y en cierto modo bellos.

– ?Eadulf! -lo saludo Fidelma-. Ahora mismo iba a buscaros.

El hermano Eadulf de Seaxmund's Ham, del reino de los South Folk, habia sido enviado alli como emisario del rey de Cashel, en nombre de otro dignatario, el mismisimo Teodoro, arzobispo de Canterbury. En cuanto la vio la saludo con una mueca.

– Esperaba veros en la misa de esta manana, Fidelma.

Ella lo miro con una sonrisa, una de sus raras sonrisas picaras.

– ?Percibo cierta censura en vuestra voz? -le pregunto.

– Cierto, pues una de las principales obligaciones de una religiosa es asistir a la misa matinal del Sabbath.

La Iglesia irlandesa celebraba el Sabbath los sabados.

– En realidad, lo primero que he hecho esta manana ha sido asistir a laudes -lo contradijo con mordacidad-. Y se han celebrado antes de la primera luz del dia, cuando, segun se me ha dicho, vos todavia dormiais.

Eadulf enrojecio.

Fidelma se arrepintio enseguida de haberle dicho aquello y extendio el brazo para tocarle la manga.

– Debi haberos avisado. El dia de San Ailbe aqui es costumbre asistir a laudes para dar gracias a Dios por su vida. Ademas, mi hermano tenia que partir de Cashel antes de romper el alba, hacia el Pozo de Ara. Nos hemos levantado temprano.

La explicacion no pudo aplacar la verguenza de Eadulf, que se limito a acomodar su paso al de Fidelma. Cruzaron el patio hacia la Gran Sala de Cashel.

– ?Por que es tan importante este dia? -quiso saber, algo molesto-. Todos cantan las alabanzas a san Ailbe, aunque debo confesar que no se nada de su vida ni de su obra.

– No veo por que un forastero debiera saber nada de el -observo Fidelma-. Es nuestro santo patron, el santo protector del reino de Muman. Hoy es el dia en que la Ley de Ailbe se dio a conocer a nuestro pueblo.

– Comprendo -concedio Eadulf-. Ahora veo por que es un dia tan especial. Decidme, ?por que esta considerado el protector de Muman y que es la Ley de Ailbe?

Entraron juntos en el salon real, al otro lado de la Gran Sala del palacio, que a aquellas horas de la manana estaba casi vacia. Solo habia algun que otro sirviente que iba de un lado a otro con discrecion, ya preparando el fuego en la enorme chimenea, ya limpiando, ya barriendo los suelos con escobas de ramas.

– Ailbe era un hombre de Muman, nacido en el noroeste del reino, en el seno de la familia de Cronan, un jefe del pueblo de Cliach.

– ?Era hijo del jefe?

– No. Era hijo de una sirvienta del jefe que habia quedado encinta y fallecio al dar a luz. Siempre ha habido controversia en cuanto a su filiacion paterna. Tanto enfurecio al jefe que el nacimiento matase a una criada favorita, que quiso ahogar al nino. Cuentan que se llevaron al infante a salvo de Cliach para abandonarlo en el bosque, pero una vieja loba lo hallo y lo crio.

– Ah, he oido muchas historias como esta -observo Eadulf con cinismo.

– De hecho, teneis razon. Solo sabemos que, de adulto, Ailbe salio de Muman y se convirtio a la Nueva Fe en Roma, donde fue bautizado. El obispo de Roma le obsequio con un hermoso crucifijo de plata como simbolo de su funcion y lo envio de vuelta a Irlanda para convertirse en obispo de los cristianos. Esto sucedio incluso antes de que el santisimo Patricio desembarcara en nuestra costa. Mi antepasado, el primer rey cristiano de Muman, Oenghus mac Nad Froich, fue convertido a la Fe por Ailbe. Y Ailbe y Patricio participaron en la ceremonia bautismal del rey aqui, en la misma Roca de Cashel. Tras el bautizo, el rey Oenghus decreto que a partir de entonces Cashel seria la primacia de Muman y seguiria siendo la capital, y que Ailbe seria el primer pastor del rebano en el reino.

Se sentaron junto a una ventana de la Gran Sala, cuyas vistas alcanzaban al limite oeste del municipio y ofrecian una perspectiva de las lejanas montanas del suroeste, al otro lado de las llanuras. Eadulf se estiro y se vio obligado a contener un bostezo por si ofendia a Fidelma. Pero su amiga no lo advirtio siquiera, pues tenia la

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