– Mas bien me especializo en hombres apuestos.
Si el extranjero es gordo, ella dice:
– Mas bien en gordos.
El cliente, que no se espera esa respuesta, se entera de que los pintores de ambos retratos son sendos y fenomenales gordos. El autor del desnudo, de quien ella declara haber estado muy enamorada es, segun la foto que ella le muestra, de una gordura tal, que el cliente podria sentirse una silfide en comparacion con el. Y alli aprovecha Alicia para tocarle amorosamente la barriga, la papada, y demostrarle cuanto le gustan los gordos. Divaga sobre cierta fijacion con un tio muy obeso, la ternura personificada, que fuera su adoracion infantil; y cuando por fin declara que su ideal es un luchador de sumo, el gordo se derrite de gratitud.
Si el gordo es un desinhibido, ella le acepta un primer besito de superficie. Si es un acomplejado, se lo da ella.
Y segun que el cliente sea muy flaco, pequeno, viejo o feo, los dos pintores, casualmente, tambien lo son: y Alicia tiene un surtido de fotos, ya preparadas, que asi lo atestiguan. Durante esta etapa del proceso de seduccion, Alicia se esmera por convencer al cliente de que sus defectos no son tales, sino virtudes.
Si poco despues de esta primera escaramuza, el cliente demuestra no tener problemas de impotencia: si ya en la cama puede sostener una ereccion prolongada, Alicia le ofrece una clase practica de baile cubano, especialidad para extranjeros en la que ha introducido audaces innovaciones pedagogicas.
Tiene una teoria muy personal. Segun ella, para adquirir ese donaire sensual que caracteriza al buen bailador de musica caribena, conviene ya desde las primeras clases, instruir al alumno en ciertos ejercicios de horizontalidad que ella misma ha disenado.
Lo esencial de su teoria es que quien haya aprendido a bailar en la cama, y a satisfaccion de su pareja, podra luego triunfar en cualquier pista.
Por lo general, Alicia inaugura la relacion con sus alumnos bien dotados, con una cabalgata, sobre una colchoneta en el piso. Y casi todos terminan gimiendo de placer ritmico.
Alicia sostiene que esta pedagogia le permite lograr desde la primera clase, que un aleman, un sueco, y hasta un cosaco, logre quebrar la cintura.
Es obvio que sin quebrar la cintura y mover un poco las nalgas, ningun hombre podra bailar con gracia la musica del Caribe. Pero Alicia ha descubierto que para muchos europeos, herederos de rigidas tradiciones militares, mover el culo no es propio de hombres. Se acomplejan. Y segun ella, basta con que lo muevan en una sola sesion, boca arriba, con una bella mujer encima que les palmea el ritmo o les toca las claves. Eso les quita de inmediato el complejo. Se desinhiben para siempre. Y asi resultan alumnos mucho mas aptos y aprovechados.
Por supuesto, hay alumnos imposibles, que no logran quebrar la cadera ni mover las nalgas. Recientemente Alicia se enfurecio con un gordo que resultara un tronco. Cuando ella le pedia que meneara la pelvis, lo unico que el tipo lograba, era sacudir un brazo con el codo en alto, y al acelerar la cadencia, a punto ya del orgasmo, el muy inepto le habia propinado un codazo en el abdomen.
A veces, los mas contemplativos, no son capaces de seguir el ritmo. Los inmoviliza la lujuria al verla, por el espejo estrategicamente ubicado, cuando arquea el busto para moverse, o cuando se inclina sobre el piso a su lado, para manipular la grabadora con que da sus clases.
No obstante la cabalgata, Alicia logra menear con soltura todo el cuerpo, excepto las piernas. Y si el hombre le gusta un poco, ella se entrega al baile. Se entrega sin fingimiento. Y se satisface encima de sus clientes. Lo hace sin esfuerzo. Y a ellos los vuelve locos. Estallan de vanidad.
Por supuesto, el higado de Alicia tiene sus limites. Jamas se relaciona con clientes infumables. Si al primer encuentro en la calle, el tipo tiene rasgos repelentes, no acepta ni montar en su coche.
Con la mayoria tiene, dentro de su casa, un comportamiento standard. Cuando saca a los tipos del segundo cuarto, ya no los lleva de la mano, sino que se les cuelga de un brazo y les deja sentir la turgencia de un seno.
Si, que sientan el rigor de la materia joven.
Y mientras tanto les refiere, en tono confidencial, que aquella alcoba con la cama de dos plazas y los atrevidos espejos, esta desocupada. La reservan para huespedes. Hasta dos anos antes habia sido el dormitorio de sus padres.
– Pero desde que se divorciaron, mama ya no la usa… Bueno
– anade Alicia con seriedad y un desparpajo hechicero-; no la usa para dormir…
Luego salen al jardin, y entre palmaditas a un perro que deja de patrullar el fondo para mirarlos con una lubrica y relamida bizquera, ella admite unas caricias rapidas, junto al limonero.
Cuando regresan a la sala, Margarita entra casualmente por la puerta de la cocina con una guitarra.
– Dice Leonor que si se la puedes prestar de nuevo el sabado.
– ?Que remedio! -comenta Alicia resignada, mientras abre el estuche y pulsa las cuerdas.
Y de inmediato canta su primera cancion, siempre la misma, de Marta Valdes.
Siguen mas tragos y los deliciosos camarones empanizados. Margarita tambien canta su mismo bolero de los anos cincuenta, pero ?uyyy! se le hace tarde, lamentablemente se tiene que ir…
Cuando quedan solos, puede pasar cualquier cosa. A los clientes con un minimo de iniciativa, Alicia se los lleva a la cama, y alli actua segun vaya descubriendo sus aptitudes o deficiencias viriles. Pero todos reciben un tratamiento virtuoso.
Por lo general, la primera reaccion del hombre satisfecho, es invitarla a cenar en La Cecilia, el Tocororo, o en cualquiera de los buenos y caros restaurantes que frecuentan los extranjeros.
– ?Oyeme bien! -lo interrumpe ella, con una suavidad tajante, de ojos cerrados, inequivocamente autoritaria-; cuando un hombre me gusta, me lo duermo. Y tu me gustaste; pero nunca te aceptare ir a lugares publicos. No quiero dar una falsa imagen.
Y si alguno intenta ofrecerle dinero, puede hasta montar en colera:
– Si quieres conservar mi amistad, nunca vuelvas a hacerlo. Por favor, no me ofendas -le dice apuntandole con el indice al pecho-. Lo unico que nos queda en este pais es la dignidad. Y a mi, el unico hombre que me da dinero es mi padre.
– ?Pero, como se te ocurre…! -protesta el tipo confundido.
Queda claro, pues, que ni dinero ni invitaciones a lugares publicos. Alicia no ir a restaurantes, hoteles, tiendas etc. No quiere pasar por jinetera. A veces, hasta tiene que explicar que es exactamente una jinetera en La Habana. No es lo mismo que una puta, pero muy parecido.
Y el cliente se entera entonces de que German, padre de Alicia, ha tenido varios cargos en el exterior, en misiones comerciales cubanas. De nina, Alicia ha vivido ocho anos en Europa.
– Ademas, chico, a mi me duele mucho la situacion de mi pais
– anade mirandolo patrioticamente a los ojos-. Y con los dolares que tu te gastarias conmigo en restaurantes de lujo, una familia cubana come tres meses.
Vaya, que a ella se le atraganta la comida cara. Pero, en fin, si el cliente insiste en agasajarla, con mucho menos, su mama podia cocinar para diez; y mucho mejor. Y hasta podia llevar invitados, si el deseaba.
Uno de los resultados previsibles (tal como ha ocurrido en seis de los catorce clientes que Alicia embobara en un ano y medio con su combinacion de nalgas ciclistas, guitarra y franqueza), es que el hombre les haga una copiosa provision de comidas y bebidas, de las que las dos mujeres, frugales y economicas, pueden vivir muchas semanas. Parte de la remesa, la dedicar an a la atencion de nuevos clientes; y otra parte, se vendera en bolsa negra a precios impios. Ojo: el hecho de que Alicia no reciba regalos en dinero, no impide que los acepte en especie.
Tiene un relojito (siempre el mismo) que se le rompe en presencia del cliente. En dieciocho meses de ejercicio, ya le han regalado ocho relojes, comprados por un total de dos mil doscientos dolares. Le han obsequiado tambien dos freezers grandes, un piano, tres guitarras finas, cinco equipos para disco compacto, una computadora de mesa y otra portatil, una motocicleta (aunque ella sigue pedaleando); y en los meses de calor, ?cono! ?otra vez el punetero aire acondicionado del cuarto se ha vuelto a romper! y ella, encuera, llenandose de grasa, destornillando, fajada con el aire, y el cliente anonadado por la interrupcion que la madre ha provocado adrede desde el conmutador de la cocina, y Alicia blasfemando, dandole patadas al trasto de mierda, llorando de impotencia, cuando mas lo necesita, cono, y monta en colera con tanta veracidad, llora con tanta impotencia, rompe con tanta coqueteria una loza barata contra el piso, que muy desalmado tendra que ser el encamado de