– ?Regalos?
– Imagino que, a falta de una palabra mejor, podrias llamarlos asi. -Hizo un gesto con la mano hacia una simple caja de carton marron situada junto a la pared.
Me acerque y de su interior saque varios objetos.
Unos blocs gruesos, una caja de lapices del numero 2 con gomas de borrar, dos latas de pintura al latex blanca, un rodillo, una bandeja y una brocha grande.
– ?Sabes que pasa, Pajarillo? -dijo Lucy, midiendo sus palabras con la precision de un juez-. Cualquiera podria entrar aqui y leer lo que has escrito en la pared. Y podria interpretarlo de vanas formas, y una de ellas seria preguntarse cuantos cadaveres hay enterrados en el cementerio del viejo hospital. Y como llegaron ahi esos cadaveres.
Asenti.
– Sin embargo, Francis, esta es tu historia y tienes todo el derecho a contarla. De ahi los blocs, que ofrecen un poco mas de permanencia y mas intimidad que las palabras escritas en una pared. Algunas ya estan empezando a borrarse y es probable que, muy pronto, sean ilegibles.
Era verdad.
Lucy sonrio y se dispuso a anadir algo mas, pero se detuvo. En lugar de eso, se inclino y me beso en la mejilla.
– Me alegro de volver a verte, Pajarillo -dijo-. Cuidate mejor de ahora en adelante.
Y, dicho esto, se marcho cojeando, apoyandose en el baston y arrastrando la pierna derecha, inservible, como ingrato recuerdo de aquella noche. Los hermanos Moses la observaron un momento y luego, sin decir nada, me estrecharon la mano y la siguieron.
Una vez a solas, me volvi hacia la pared. Mis ojos recorrieron veloces todas las palabras escritas y, mientras leia, prepare con cuidado los lapices y los blocs. Sin dudar mas de unos segundos, copie deprisa desde el principio:
Pense que la pintura al latex blanca podria esperar un par de dias.