— ?Y en que termino la cosa? — pregunto Pavlysh.

— ?Que? ?Estabamos hablando de Marina? En nada. La perdonaron. Van asumio toda la culpa. Marina y Dimov hicieron lo mismo, y Guevorkian los miro y, como con los anos se ha hecho mas blando… los perdono. Es una historia muy romantica. Solo que su padre no la perdono. Se fue, ?comprende? Pero la perdonara. ?Que otra cosa puede hacer?

— ?A que profundidad se encuentran? — pregunto Pavlysh a Van, tras de conectar la emisora.

— A veinte metros mas abajo que yo — respondio el otro.

Llenaron de agua la bodega de la canoa, alojaron alli a las bioformas tiburones y se dirigieron a la Estacion.

Mientras tanto, Pavlysh regreso a la isla para evacuar de alli a Sandra y a Pflug y llevarse los aparatos. El torrente de lava habia cambiado de direccion y ponia en peligro la laguna y el refugio. Sandra no se habia despertado aun.

Mientras Pflug y Goguia acomodaban en la cabina a Sandra, Pavlysh regreso al refugio. Saco los aparatos, desconecto el equipo de radio y obturo la escotilla. El refugio permaneceria vacio hasta que la naturaleza se tranquilizase. Goguia se apeo del flayer, tomo un cajon y corrio de nuevo al aparato. Quedaba un contenedor, tan pesado, que solo podrian llevarlo entre dos. Pavlysh se sento en el borde del contenedor, esperando a que alguien volviese para ayudarle.

En torno todo habia cambiado. Veinticuatro horas atras, la laguna era un pacifico y calmo rincon, donde las olas no llegaban a la orilla. Esta vez, sobre la isla pendian, bajas, nubes de ceniza, y caian a menudo gruesas y turbias gotas de lluvia. El pequeno volcan de la ladera escupia barro; el torrente de lava, que fluia, humeante, desde la cima, habia ya alcanzado la laguna y formaba una peninsula. Chorros de vapor salian de las grietas de la vertiente. Por entre ellos se abrian paso los siniestros llamarazos anaranjados de la cumbre.

Uno de los pajaros habia regresado a la isla en pos del flayer y volaba en lo alto.

Pavlysh lo saludo agitando la mano. El pajaro no llevaba radio, y Pavlysh no pudo preguntarle quien era.

El geiser arrojo de pronto a la altura un chorro de barro, como si quisiera derribar en pleno vuelo al pajaro, que plego un tanto las alas y torcio a un lado.

Goguia dijo:

— Llevemos el contenedor.

Pavlysh se levanto, se inclino, asio el contenedor, y los dos juntos lo llevaron al flayer. La tierra trepidaba bajo los pies.

— Tengo la impresion — dijo Goguia — de que la isla va a volar por los aires de un momento a otro.

— No te apures — aconsejo Pavlysh —, tendremos tiempo.

— En todo caso, Alan vigila — observe Goguia —. El tambien esta preocupado.

— ?Es Alan? ?Como lo distingues?

— Creo que es Alan. Es un hombre muy entero.

Naturalmente, penso Pavlysh, no es Marina. No quiere verse conmigo. El casco amortiguaba el estruendo del volcan. Hasta Pavlysh solo llegaba un sordo y monotono fragor. Pero, en aquel mismo instante, en las entranas del monte nacio un sonido tan agudo y siniestro, que penetro en el casco.

El testigo de una catastrofe subita y rapida suele actuar instintivamente. Y la idea del orden en que se produjeron los acontecimientos cristaliza ya luego, cuando todo ha pasado y a las propias impresiones se suman los relatos de otros testigos. A Pavlysh le parecio como si un hacha invisible hubiera golpeado el monte y este, como un leno, se hubiese partido; pero Pflug, que lo veia todo desde la escotilla del flayer, abierta, comparo mentalmente el estallido con un telon de teatro que se hubiera corrido a un lado en el mismo instante en que la orquesta tocaba el ultimo acorde de la obertura y dejara salir por el hueco, que se iba ampliando, la viva luz del escenario.

Pavlysh quizas permaneciera inmovil cosa de un minuto. No cayo, no perdio el equilibrio, aunque le falto poco, y su cerebro alcanzo a registrar que el monte se fraccionaba con excesiva lentitud. Fue en aquel mismo instante cuando la onda explosiva lo arrojo hacia el flayer.

El sismologo se asomaba por la escotilla y gritaba algo, pero Pavlysh no lo oia. Miraba la decoracion que se venia abajo y vio que un gigantesco torbellino arrastraba al pajaro, que parecia una plumita blanca, lo proyectaba arriba, lo hacia girar y lo llevaba hacia el agua…

— ?Pronto! — gritaba Goguia —. ?Monta!

En el interior del monte se veia una incandescente masa amarilla, blanda, ductil. Salia muy lento por entre las almenadas rocas.

Pavlysh no podia apartar la mirada de la bola de plumas blancas que caia al agua.

— ?A donde vas? — grito Goguia —. ?Te has vuelto loco?

Pavlysh corria hacia el agua. El pajaro, arrastrado por una ola de aire, caia como una hoja desprendida de un arbol, girando impotente.

Debia de caer a unos cien metros de la orilla, pero una rafaga de viento lo acerco a tierra, y Pavlysh, sin pensar siquiera si la profundidad seria muy grande, corrio, hundiendose en el barro; resbalaba y procuraba no perder el equilibrio; la tierra se sacudia y parecia escapar de debajo de los pies.

Al principio, el fondo subia en dulce pendiente, y la sucia agua le llegaba a las rodillas cuando habia dado ya unos veinte pasos.

El pajaro cayo en la laguna. Tenia un ala recogida, y la otra yacia en el agua. Parecia de algodon, carente de vida. La profundidad aumento de subito, y Pavlysh se hundio hasta la cintura. Cada paso le costaba un esfuerzo terrible, el agua de la laguna bullia y se arremolinaba, aunque la capa de ceniza en su superficie amortiguaba la agitacion, como se arremolina la espuma en una cazuela de sopa hirviente.

La corriente, lenta, arrastraba el pajaro hacia el centro de la laguna, y Pavlysh se apresuraba; consciente de que con el mono puesto no podria nadar, pedia a la suerte que la profundidad no se hiciera mayor y que le bastaran las fuerzas y el tiempo para llegar a donde flotaba el pajaro blanco.

En el mismo momento en que tocaba el borde del ala, perdio pie. Sin soltar el ala, temeroso de que las plumas se desprendieran, Pavlysh tiro del pajaro, hundiendose mas y mas en el agua. No se sabe como hubiera terminado aquel ejercicio acrobatico, si Pavlysh no hubiera sentido de pronto que alguien tiraba de el hacia atras. Por unos segundos, siguio manteniendo su precario equilibrio, hasta que, por fin, vencio la inercia, y el pajaro se deslizo facilmente por el agua hacia la orilla.

Sin soltar el ala, Pavlysh miro atras. Goguia, con agua por la cintura, habia asido a Pavlysh del mono. Tenia los ojos furiosos y asustados y abrio varias veces la boca antes de poder pronunciar:

— Yo… Pudo usted… llegar tarde…

Levantaron el ligero cuerpo del pajaro, que se les escapaba de las manos, y lo llevaron a la orilla. La cabeza del ave pendia desmayada, y Pavlysh la sostenia con la mana libre. Una pelicula semitransparente velaba los ojos del ave.

— Quedo aturdido — dijo Pavlysh.

Goguia no lo miraba: tenia los ojos puestos en la orilla.

Pavlysh puso tambien alli la mirada. La lava, que escapaba como una viscosa lengua por una fisura del monte, parecia querer cortarles la salida a la orilla.

— ?Toma a la izquierda! — grito Pavlysh.

El flayer se hallaba al otro lado de la lengua de lava y parecia una pompa de jabon sobre el fondo del ocaso.

Hubieron de adentrarse de nuevo en la laguna, hundiendose casi hasta la cintura, para evitar el agua hirviente y eludir el muro de vapor que se alzaba donde se juntaban la lava y el mar.

Posteriormente, Pavlysh recordaba con dificultad como alcanzaron el flayer y metieron en el al pajaro, cuya ala se resistia a plegarse y no pasaba por la escotilla…

Pavlysh tomo altura sobre la isla y volo hacia el oceano.

— Se acabo — dijo —. Hemos escapado, ahora llegaremos a casa como sea.

Cuando Goguia hubo obturado la escotilla, Pflug examino el pajaro.

Pavlysh conecto la radio.

— ?Hasta cuando se puede callar? — gritaba, indignada, una voz conocida —. Si, ?hasta cuando? ?Llevamos

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×