habia pensado emplear los baules en deposito como pretexto para ir a visitar al senor licenciado del examen provincial, pero debido al temor a que le cortaran la trenza, habia desistido. Habia escrito una carta sumamente formal y pedido a Falso Demonio Extranjero que la llevara a la ciudad; tambien le habia pedido que lo presentara en el Partido de la Libertad. Cuando Falso Demonio Extranjero regreso, le pidio cuatro monedas de plata al bachiller, tras lo cual este empezo a llevar una insignia con un melocoton de plata en el pecho. Los habitantes de Weichuang se quedaron boquiabiertos y dijeron que ese era el simbolo del Partido del Aceite de Caqui*, equivalente al rango hanlin**. Como resultado de todo ello, el prestigio del senor Chao aumento subitamente, mucho mas que cuando su hijo rindio los examenes oficiales de bachillerato; en consecuencia, comenzo a mirar en menos a todo el mundo y, cuando vio a A Q, quiso ignorarlo.

*El nombre del Partido de la Libertad se pronunciaba en chino Ziyou Dang. Los campesinos, al no entender la palabra Libertad, cambiaban Ziyou por Shiyou, que significa aceite de caqui.

** El mas alto grado literario en la dinastia Ching (1644-1911).

A Q estaba muy descontento y solia sentirse tratado con menosprecio, pero en cuanto oyo lo del melocoton de plata, comprendio inmediatamente por que habia quedado a la intemperie. Decir simplemente que se habia pasado a los revolucionarios no significaba tomar parte en la revolucion; tampoco era suficiente enrollarse la trenza en la coronilla; lo mas importante era ponerse en contacto con el partido revolucionario. En toda su vida solo habia conocido a dos revolucionarios, uno de los cuales ya habia perdido la cabeza en la ciudad; quedaba solo Falso Demonio Extranjero. No podia hacer otra cosa que ir a hablar con este.

El porton delantero de la casa de los Chian estaba abierto y A Q se deslizo dentro timidamente. Una vez en el interior, se sobresalto, porque alli estaba Falso Demonio Extranjero, en medio del patio, completamente vestido de negro -sin duda un traje extranjero- y tambien con un melocoton de plata. Tenia en la mano el palo que A Q ya conocia a su pesar, y el pie, o mas, de cabello que se habia destrenzado caia sobre sus hombros, desmadejado como el del Santo Liu Hai. De pie a su lado, estaban Chao Bai-yan y otros tres, escuchando con maxima deferencia lo que decia.

A Q se acerco de puntillas y se detuvo detras de Chao Bai-yan, con la intencion de saludar, pero sin saber que decir. Era obvio que no podia llamarlo Falso Demonio Extranjero, ni «Extranjero», ni «Revolucionario»; tal vez lo mejor fuera llamarlo «Senor Extranjero».

Pero el Senor Extranjero no lo habia visto, porque estaba hablando con los ojos al cielo, en forma muy animada:

– Yo soy una persona impulsiva, de modo que cuando nos encontramos, continue diciendo: «Hermano Hong, pongamos manos a la obra». Pero el contestaba siempre «?Nein!» (Esta es una palabra extranjera que ustedes no conocen.) Si no, hace mucho tiempo que habriamos triunfado. Sin embargo, este es un ejemplo de lo prudente que es. Me pidio repetidas veces que fuera a la provincia de Jubei; yo no quise. ?Quien va a querer trabajar en esa cabeza de distrito tan insignificante?…

– Oh… Hem… -A Q espero a que hiciera una pausa y reunio todo su valor para hablar; pero, por una u otra razon, no lo llamo Senor Extranjero.

Los cuatro hombres que habian estado escuchando al senor Chian se sobresaltaron y se volvieron para mirar a A Q. El Senor Extranjero lo vio tambien entonces por primera vez.

– ?Que?

– Yo…

– ?Fuera!

– Quiero unirme…

– ?Fuera! -dijo el Senor Extranjero alzando el «baston de duelo».

Chao Bai-yan y los otros gritaron al unisono:

– El senor Chian te dice que salgas, ?no lo oyes?

A Q levanto las manos para proteger su cabeza y huyo sin pensarselo dos veces; y esta vez el Senor Extranjero no le dio caza. Despues de correr mas de sesenta pasos, comenzo a reducir la velocidad y entonces se sintio muy descorazonado porque, si el Senor Extranjero no le permitia hacerse revolucionario, no habia salida para el. En el futuro no podia esperar que nadie con casco y armadura blancos fuera a buscarlo. Su aspiracion, su objetivo, su esperanza y su futuro habian sido aplastados de un solo golpe. El hecho de que la noticia de su desgracia se divulgara y se convirtiera en el hazmerreir de projimos como Pequeno D y Bigotes Wang era de importancia secundaria.

Creia no haberse sentido nunca tan apatico. Aun el haberse enrollado la trenza en la coronilla le parecia sin sentido y hasta ridiculo. A manera de venganza estuvo tentado de dejarse colgar la trenza de nuevo, pero no lo hizo. Anduvo vagando hasta el anochecer y, despues de ordenar dos tazones de vino a credito y beberselos, comenzo a sentirse mejor y ante sus ojos aparecieron visiones fragmentarias de cascos y armaduras blancos.

Erro todo el dia, como era su costumbre, hasta tarde en la noche. Tan solo cuando la taberna estaba a punto de cerrar, inicio el regreso al Templo de los Dioses Tutelares.

– ?Bang!… ?Pafff!

Un ruido desusado llego a sus oidos; no podia ser de petardos. Siempre le habia gustado la excitacion y meter la nariz en asuntos ajenos, de modo que comenzo a buscar la causa del ruido en la oscuridad. Le parecio oir pasos delante y se puso a escuchar. De subito un hombre corrio en direccion contraria a la suya. En cuanto A Q lo vio se volvio y empezo a seguirlo tan rapido como podia. Cuando el hombre volvia una esquina, A Q tambien hacia lo mismo, y cuando el desconocido se detuvo, A Q se detuvo igualmente. No habia nadie mas detras; aquel hombre era Pequeno D.

– ?Que es lo que pasa? -pregunto A Q, resentido.

– Chao… la familia Chao ha sido saqueada -jadeo Pequeno D.

El corazon de A Q dio un brinco. Despues de decir lo anterior, Pequeno D se alejo. A Q siguio corriendo, deteniendose dos o tres veces. Pero como el tambien habia pertenecido al oficio, se sintio extraordinariamente valiente y se atrevio a abandonar el refugio de una esquina y alli se puso a escuchar con detenimiento. Le parecio oir gritos. Miro tambien con toda atencion y creyo ver a un grupo de hombres con casco y armadura blancos, llevando cofres, muebles; llevandose hasta el lecho de Ningbo de la mujer del bachiller; no pudo sin embargo verlo todo con mucha claridad. Quiso aproximarse, pero sus pies habian echado raices en el suelo.

No habia luna aquella noche y Weichuang estaba silencioso y quieto en medio de una oscuridad completa, tan quieto como en los apacibles dias del antiguo Emperador Fusi. A Q estuvo alli hasta que perdio el interes al notar que todo parecia igual que antes. A la distancia habia gentes moviendose de alla para aca, llevando cofres, muebles y hasta la cama de Ningbo de la mujer del bachiller… trasportando y trasportando hasta hacerlo dudar de sus propios ojos. Pero A Q decidio no acercarse y regreso a su Templo.

Estaba aun mas oscuro en el Templo de los Dioses Tutelares. Despues de cerrar la gran puerta, entro a tientas en su cuarto, y solo cuando hubo descansado un buen rato encontro la calma suficiente para pensar en las consecuencias que tendria para el todo aquel asunto. Indudablemente, habian llegado los hombres de casco y armadura blancos, pero no habian venido a visitarlo; habian sacado muchas cosas, pero a el no le habia tocado su parte… Esto era culpa de Falso Demonio Extranjero, que lo habia dejado fuera de la rebelion. De otro modo, ?como no iba a tener participacion?

Mientras mas pensaba, mas furioso se ponia, hasta llegar al paroxismo de la ira; moviendo maliciosamente la cabeza, exclamo:

– ?De modo que no hay rebelion conmigo!, ?eh? Todo para ti, ?eh? Tu, hijo de perra, Falso Demonio Extranjero… Esta bien: ?quedate con tu rebelion! El castigo de los rebeldes es la decapitacion. Tendre que convertirme en delator para ver como te llevan a la ciudad, para cortarte la cabeza… a ti y a toda tu familia… ?Mata, mata!

IX. El gran final

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