voz clara.

– Se que me habias dicho que no tenias hambre, pero pense que te apeteceria tomar un poco de ensalada y un te helado.

– Gracias -respondio Vanessa, con una sonrisa-. La casa esta preciosa. En cierto modo, parece mayor. Yo siempre habia oido que las cosas encogian a medida que una iba creciendo.

Loretta apago la radio. Vanessa lamento el gesto, ya que significaba que dependian de ellas mismas para llenar el silencio.

– Antes habia demasiados colores oscuros -le dijo Loretta-.Y demasiados muebles muy pesados. A veces, me sentia como si los muebles fueran a rebelarse contra mi y me fueran a echar de una habitacion… No obstante, guarde algunas de las piezas, las que pertenecian a tu abuela. Estan en el desvan. Pense que tal vez tu las quisieras.

– Tal vez algun dia -replico Vanessa, porque le resulto mas facil. Tomo asiento mientras su madre servia la colorida ensalada-. ?Que has hecho con el piano?

– Lo vendi -contesto Loretta mientras tomaba una jarra de te-. Hace anos. Me parecia una estupidez guardarlo cuando no habia nadie aqui para tocarlo.

Ademas, yo siempre lo habia odiado… Lo siento -anadio, tras dejar la jarra de nuevo sobre la mesa.

– No tienes que explicarte. Lo comprendo.

– No, no creo que lo comprendas. No creo que puedas -replico Loretta, mirandola muy fijamente.

Vanessa no queria ahondar demasiado. Tomo el tenedor y guardo silencio.

– Espero que esa espineta te parezca bien. Yo no se demasiado de instrumentos musicales.

– Es muy hermosa.

– El hombre que me la vendio me dijo que era la mejor. Se que necesitas practicar, asi que pense… En cualquier caso, si no te parece bien, solo tienes que…

– Esta bien -concluyo Vanessa. Comieron en silencio hasta que ella consiguio recordar los buenos modales-. El pueblo parece el mismo -comento, con voz alegre y cortes-. ?Vive aun la senora Gaynor en la casa de la esquina?

– Oh, si -dijo Loretta. Aliviada, empezo a charlar-. Ya casi tiene ochenta anos, pero aun sigue saliendo a dar un paseo todos los dias, llueva o haga sol, para ir a la oficina de correos para recoger sus cartas. Los Breckenridge se mudaron hace unos cinco anos. Se fueron al sur. Una familia muy agradable compro su casa. Tienen tres hijos. El mas pequeno acaba de empezar el colegio este mismo ano. Es un diablillo. ?Ah! ?Te acuerdas de Rick, el nino de los Hawbaker? Tu solias cuidar de el.

– Recuerdo que me pagaban un dolar a la hora y que ese pequeno monstruo con aparatos en los dientes y tirachinas me volvia loca.

– Eso es -comento Loretta, riendo. Vanessa comprendio que aquel era un sonido que no habia olvidado a lo largo de todos aquellos anos-. Ahora esta en la universidad, con una beca.

– Me resulta dificil creerlo.

– Vino a verme cuando regreso a casa las ultimas Navidades. Me pregunto por ti. Joanie sigue aqui.

– ?Joanie Tucker?

– Ahora se llama Joanie Knight. Se caso hace tres anos con el joven Jack Knight. Tienen un bebe precioso.

– Joanie -murmuro Vanessa. Joanie Tucker habia sido su mejor amiga, su confidente, su apoyo y su soda-, tiene un hijo…

– Se trata de una nina. Se llama Lara. Tienen una granja en las afueras del pueblo. Estoy segura de que le gustaria verte.

– Si -dijo Vanessa. Por primera vez en todo el dia, sintio que algo encajaba en su interior-. Si, a mi tambien me gustaria verla. ?Y sus padres? ?Estan bien?

– Emily murio hace casi ocho anos.

– Oh… -susurro Vanessa. Entonces, extendio instintivamente la mano para tocar la de su madre. Igual que Joanie habia sido su mejor amiga, Emily Tucker tambien lo habia sido la de su madre-. Lo siento mucho…

Loretta miro las manos unidas y los ojos se le llenaron de lagrimas.

– Aun la echo mucho de menos.

– Era la mujer mas amable que he conocido nunca. Ojala hubiera… -musito. Sin embargo, inmediatamente se dio cuenta de que ya era demasiado tarde para lamentarse-. ?Y el doctor Tucker? ?Esta bien?

– Ham esta estupendamente -respondio Loretta. Parpadeo para evitar las lagrimas y trato de no sentirse desilusionada cuando Vanessa retiro la mano-. Lo paso muy mal, pero su familia y su trabajo lo ayudaron a superarlo. Se alegrara mucho de verte, Van.

Nadie habia llamado asi a Vanessa desde hacia mas anos de los que podia recordar. Escuchar aquel nombre la emociono.

– ?Sigue teniendo la consulta en su casa?

– Por supuesto… No estas comiendo nada. ?Te apeteceria tomar otra cosa?

– No, esto esta bien -contesto Vanessa. Entonces, por cumplir, se tomo un poco de ensalada.

– ?No quieres saber nada de Brady?

– No -respondio Vanessa-. No especialmente.

– Pues he de decirte que Brady Tucker decidio seguir los pasos de su padre.

– ?Es medico? -pregunto Vanessa, asombrada.

– Asi es. Se labro una importante carrera en un hospital de Nueva York. Creo que Ham me dijo que era jefe de algo.

– Siempre crei que Brady terminaria fichando por algun equipo de futbol o en la carcel.

Loretta se echo a reir.

– Lo mismo le paso a la mayoria de la gente, pero se ha convertido en un hombre muy respetable. Por supuesto, siempre fue demasiado guapo para su propio bien.

– O para el de los demas -musito Vanessa. Su madre volvio a sonreir.

– A una mujer siempre le resulta dificil resistirse a los hombres altos, morenos y guapos, especialmente si, tambien, son algo granujas. En realidad nunca hizo nada malo -senalo Loretta-, aunque les dio a Emily y a Ham mas de un dolor de cabeza. Bueno, en realidad mas de muchos dolores de cabeza. Sin embargo, el siempre se ocupo de su hermana, cosa que me gusto mucho. Y tu le gustabas mucho.

Vanessa hizo un gesto de desaprobacion.

– A Brady Tucker le gustaba cualquier cosa que tuviera faldas.

– Era muy joven -dijo Loretta. Penso que todos lo habian sido mientras miraba a la seria y encantadora desconocida que era su hija-. Emily me dijo que no hacia mas que dar vueltas por la casa cuando… cuando tu padre y tu os fuisteis a Europa.

– De eso hace mucho tiempo -replico Vanessa. Se puso de pie para no seguir hablando del asunto.

– Yo me ocupare de los platos -anuncio Loretta mientras empezaba a apilarlos rapidamente-. Hoy es tu primer dia. Tal vez te apetezca tocar el piano. Me gustaria volver a escuchar tu musica en esta casa.

– Muy bien -repuso ella. Entonces, se dirigio hacia la puerta.

– ?Van?

– ?Si?

?Volveria a llamarla alguna vez «mama»?

– Quiero que sepas lo orgullosa que estoy de lo que has conseguido.

– ?De verdad?

– Si -contesto Loretta. Estudio a su hija, deseando tener el valor para darle un abrazo-. Solo me gustaria que tuvieras un aspecto mas feliz.

– Soy bastante feliz.

– ?Me lo dirias si no fuera asi?

– No lo se. En realidad, ya no nos conocemos.

Loretta penso que al menos la respuesta era sincera. Dolorosa, pero sincera al fin y al cabo.

– Espero que te quedes lo suficiente para que podamos conocernos de nuevo.

– Estoy aqui porque necesito respuestas, aunque aun no estoy dispuesta a hacer las preguntas.

– Date tiempo, Van, pero creeme cuando te digo que yo siempre desee lo mejor para ti.

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