extremo...

Keridil observo las expresiones cambiantes del semblante del anciano, dandose cuenta de su evidente turbacion. La idea de verse obligado a tomar una decision que no se habia considerado en miles de anos era suficiente para producirle pesadillas; pero si habia que hacerlo, sabia que lo haria.

—Margrave, creo, y espero, que la posibilidad es muy remota — dijo—. Pero hay que pensar en ella. —Hizo una pausa y despues anadio—: Hoy, al amanecer, jure que no descansaria hasta que Tarod fuese encontrado y destruido, y ahora te prometo que estoy resuelto a hacer que la asesina de Drachea comparezca ante la justicia. Cumplire ambas promesas, cueste lo que cueste.

Gant reflexiono unos instantes y, despues, lentamente y de mala gana, asintio con la cabeza.

—Si, lo comprendo. —Levanto la mirada, y sus ojos eran ahora inexpresivos—. Me gusta pensar que, si estuviese en tu lugar, tendria el valor de tomar la misma decision.

Era ya noche cerrada cuando Cyllan espoleo el caballo gris a traves de una espesura y, para su sorpresa, se encontro, libre de arboles, en una loma que dominaba un estrecho camino. Un talud peligroso pero franqueable descendia hasta el camino, que brillaba con un color de hueso viejo bajo el cielo nocturno, y mas alla se extendia de nuevo la masa dormida del bosque, perdiendose en la oscuridad. No era un camino principal para la conduccion de ganado, sino solamente una senda secundaria en la que, probablemente, habia poco o ningun transito; pero un camino era un camino y un verdadero alivio despues de la pesadilla de abrirse trabajosamente paso a traves de la interminable sucesion de ramas y monte bajo, con el miedo supersticioso al bosque de noche aflorando en la superficie de su mente.

El caballo estaba inquieto, cansado, y empezaba a mostrarse rebelde; pero Cyllan lo mantuvo quieto con firmeza, mientras miraba a su alrededor y trataba de orientarse. Una sola estrella fria brillaba a lo lejos a su derecha, pero las constelaciones familiares estaban siendo rapidamente oscurecidas por una gruesa capa de nubes que presumio que venian del noroeste, trayendo consigo un viento frio y molesto. El caballo bufo y sacudio la cabeza, oliendo lluvia en el viento, y unos momentos mas tarde Cyllan sintio en su cara las primeras gotas.

A menos que estuviese equivocada, el camino discurria aproximadamente de norte a sur, y se volvio en su silla para mirar hacia el norte, donde la palida cinta se perdia entre los pliegues de bajas colinas. Lejos, en aquella direccion, aunque no tenia manera de saber a que distancia, estaban la Peninsula de la Estrella y el lugubre Castillo donde habia visto por ultima vez a Tarod.

?Estaria todavia alli? No sabia cuanto tiempo habia pasado desde que se la habia llevado el Warp; si el Circulo le habia capturado de nuevo, a estas horas podia estar muerto... Se mordio con fuerza el labio, luchando contra la poderosa tentacion de dirigir su caballo hacia el norte y cabalgar hasta el limite de su resistencia para alcanzar la costa y el Castillo. Pero esto seria una locura: el Circulo la culpaba de asesinato, y volver y ponerse a su alcance seria correr al desastre. Lo unico que podia hacer era rezar para que Tarod estuviese vivo, libre, y la buscase.

Espoleo a su montura y descendio el empinado talud hacia el camino. La lluvia caia ahora con mas fuerza y el animal resbalo varias veces sobre la hierba mojada; abajo, el camino habia adquirido un brillo suave. Al llegar al pie del declive, Cyllan volvio el caballo hacia el sur impulsandole hacia delante, y al emprender el animal un trote vivo y regular, se arrebujo en su capa para resguardarse lo mas posible de la lluvia. A ambos lados, el bosque susurraba mientras el agua caia sobre los matorrales, y la noche adquirio un aspecto irreal; negras siluetas de arboles se alzaban a ambos lados del camino, y solamente la fria cinta blanca de este ofrecia un mezquino y obsesionante medio de orientacion. El ruido apagado de los cascos de su montura parecia hacer eco a los latidos de su propio corazon, y empezo a sentir un inquietante cosquilleo en el craneo, como si un sexto sentido le advirtiese que era seguida por una sombra invisible. Sacudio esta idea de su cabeza, consciente de que era provocada por el cansancio y por las enganosas ilusiones de la oscuridad. Sin embargo, habia muchos peligros reales en un camino como ese, y no podia, no se atrevia, a detenerse en aquel solitario y desconocido paraje, al menos hasta que amaneciese.

El caballo se paro de pronto, interrumpiendo el ritmo hipnotico de sus pisadas y haciendo que Cyllan volviese a la realidad. Aunque esta se dio cuenta de que habia estado a punto de quedarse dormida sobre la silla, otra sensacion la acometio: una subita advertencia del instinto le decia que tenia que mirar hacia atras. Y esta vez no era producto de una imaginacion fatigada. Sentia como una rigidez en los pulmones y en el cuello y, consciente de que tenia que obligarse a no temblar desaforadamente, giro cautelosamente la cabeza.

Eran cuatro figuras negras y amorfas que la seguian y se acercaban poco a poco en la penumbra. Por un instante una imagen terrible acudio a la mente de Cyllan (habia oido cuentos de fantasmas y demonios, de muertos que salian de sus horribles tumbas para perseguir al incauto pasajero), pero entonces, debilmente, entre el zumbido del viento, oyo un sonido metalico, como de un caballo mordiendo su bocado, y comprendio que los que la seguian eran seres de carne y hueso.

Bandidos. Un miedo irracional nublo su mente, un miedo a la amenaza de un ataque fisico y demasiado humano; pero los hombres montados a caballo que se acercaban mas y mas eran bastante reales. Una mujer a lomos de un buen caballo, pero sola en la noche, seria presa facil, y lo unico que cabia esperar era que la degollasen, en el mejor de los casos.

El caballo bailaba de costado, presintiendo que algo andaba mal. Era posible, solo posible, que Cyllan pudiese dejar atras a sus perseguidores, aunque la idea de que probablemente montaban caballos frescos mientras el suyo estaba casi agotado la hizo estremecerse hasta la medula. Pero no podia plantarles cara y luchar contra ellos; la huida era la unica esperanza de salvacion que creia tener.

Contuvo el caballo, tratando de calmarle y de dar a los bandidos la impresion de que todavia no se habia dado cuenta de su presencia. Pero se estaban acercando... Ahora podia oir un debil ruido de cascos que no eran los de su propia montura. Se llevo cuidadosamente una mano al cuello y, con dedos temblorosos, solto el broche que sujetaba su capa. Al hacerlo, sintio la fuerte presion de la piedra del Caos sobre el pecho y el imprevisto recuerdo de su presencia le hizo sentir un destello de esperanza. Si Yandros, el gran Senor del Caos, velaba por ella, sin duda la ayudaria, si podia... Levanto las riendas, se afirmo sobre la mojada silla, apreto los muslos y las rodillas con todas sus fuerzas contra los flancos del animal; despues agarro el broche de manera que la aguja sobresaliese por entre sus dedos.

El caballo salto hacia delante, lanzando un relincho de protesta, cuando la aguja del broche se clavo en su piel, por detras del arzon. Cyllan se agacho sobre el cuello del animal, aferrandose desesperadamente a duras penas y rezando para no caer. Detras de ella, sonaron nuevos ruidos en la noche: maldiciones y el subito atronar de muchos mas cascos cuando los bandidos espoleaban sus monturas para darle caza. Cyllan azoto la cruz del caballo con las riendas enlazadas, gritandole para que galopase mas de prisa. El corcel echo las orejas atras y desorbito los ojos, y ella sintio que los poderosos musculos se hinchaban para realizar un mayor esfuerzo. La senda serpenteaba locamente delante de ellos, los arboles parecian volar, y Cyllan trato de no pensar en lo que podia ocurrir si algun animal nocturno se cruzaba de pronto en su camino.

El sudor empapaba el cuello y los flancos del caballo; este, percibiendo el miedo de la amazona, corria con todas sus fuerzas, pero, aun asi, Cyllan podia oir como los bandidos se iban acercando. Tenia la boca seca, la poca energia que le quedaba se estaba agotando rapidamente, su maximo esfuerzo no seria bastante para salvarla. Casi sollozando de terror, siguio azotando al animal, aunque sabia que faltaban solamente unos minutos, como maximo, para que la alcanzasen.

—? Yandros!

El nombre broto de su garganta en un grito ronco, un ultimo grito de desafio. Delante de ella, la cinta de blancura cadaverica del camino se torcio bruscamente, pareciendo hundirse en el bosque, y una frenetica esperanza surgio de pronto en Cyllan. Si podia alcanzar los arboles, todavia podria esquivarles... Por tenue que fuese, ?era una posibilidad!

El caballo tomo a toda velocidad la curva del camino, resbalando peligrosamente, y se encabrito y patino sobre aquel suelo traidor cuando un fuerte resplandor de antorchas broto de pronto de la oscuridad y unas voces broncas y airadas gritaron que se detuviese.

Cyllan sintio que los cascos del animal resbalaban; se echo hacia delante, se agarro furiosamente a la crin y, con un ultimo esfuerzo, consiguio sostenerse sobre la silla. Entonces el caballo se puso de nuevo de pie, y Cyllan vio el destello de una espada bajo la fuerte luz y oyo que alguien lanzaba un juramento. Unas manos la asieron, mientras el caballo se detenia y casi se caia, y la ayudaron a desmontar para caer de rodillas sobre el mojado suelo. En medio de su confusion, vio que otros caballos pasaban junto a ella por el camino, en direccion contraria a la suya; despues, la pusieron en pie y se encontro mirando el asombrado semblante de un hombre de edad

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