—Los hemos guardado para ti —dijo el emisario—. Eso si nos era posible.

La muchacha se arrodillo sobre el suelo, sin importarle la nieve humeda, y tomo sus valiosas pertenencias entre sus brazos mientras tartamudeaba unas sinceras palabras de agradecimiento. Luego callo y levanto la vista.

—?Cuanto tiempo ha pasado?

Hizo la pregunta vacilante; y de repente lamento haberla hecho, no fuera que no pudiera soportar la respuesta.

—Las estaciones han recorrido un circulo completo, y se han movido de nuevo hasta llegar al invierno.

Un ano y medio...

Indigo penso en las Islas Meridionales, y sintio una debil punzada de dolor. Para ella no habian transcurrido mas que unos pocos dias desde que dejara su pais; sin embargo, entre las paredes de Carn Caille se habian celebrado ya dos primaveras, dos cosechas, dos banquetes de invierno. Penso en los viejos amigos, y se pregunto cuantos de los que habia conocido se habrian marchado ya para siempre.

—Hay paz en tu pais —le informo el emisario con suavidad—. Y hay muchos que aun recuerdan con carino a Kalig y a su familia en sus plegarias.

Indigo parpadeo para librarse de las lagrimas que se helaban en sus pestanas.

—Un dia regresare —susurro; levanto los ojos e insuflo a su voz de un ligero tono de desafio—: Lo hare.

El ser avanzo hacia ella y poso las manos sobre sus hombros, para mirarla fijo a los ojos.

—La Madre Tierra comparte tu esperanza —anuncio con voz grave—. Sea lo que sea lo que te aguarde, no lo olvides jamas.

—No..., no lo olvidare...

El emisario retiro las manos.

—Y ahora, ha llegado el momento de que nuestros caminos se separen. Pero antes de despedirnos, tengo unos regalos para ambas. Indigo, este regalo te lo has ganado para que te ayude en tu camino.

El emisario alargo una mano hacia ella, e Indigo vio en la palma un pequeno guijarro marron veteado de verde y oro. Vacilante extendio la suya y tomo el regalo; tenia un tacto extranamente calido y, cuando lo contemplo con mas atencion, le parecio vislumbrar una puntita de luz dorada que se movia en el interior de la piedra como una diminuta luciernaga cautiva.

—Esta es tu piedra-iman, Indigo —dijo el ser resplandeciente—. Te guiara con fidelidad en tu busqueda de los demonios que te has comprometido a destruir. No tienes mas que sostener la piedra en tu mano, y la luz de su interior te mostrara que camino debes tomar. Jamas te fallara.

Los dedos de Indigo se cerraron alrededor de la piedra; parecia palpitar en su mano, como si un corazon diminuto latiera en sus profundidades, y era una sensacion reconfortante aunque en una forma que no podia definir. Levanto la vista.

—Gracias... —dijo en voz baja.

—Se te da de buena gana. Y ahora, Grimya. —El ser se inclino para acariciar a la loba, que habia asistido a la conversacion con una vaga expresion de melancolia—. Hermanita, posees un corazon afectuoso y leal digno de los de tu clase. Sin embargo padeces una afliccion, y esta te ha convertido en una proscrita. ?Te gustaria librarte de este estigma, Grimya? ?Ser libre para reunirte con los tuyos, para vivir con tus parientes y tus amigos en el bosque y no volver a estar sola jamas?

Grimya levanto la mirada hasta aquel rostro sereno, y su hocico se estremecio.

—?No ser... diferente?

—Exacto. Ser un lobo de verdad, como los demas lobos. Ese es el regalo que te ofrezco.

Grimya vacilo, y sus ojos se encontraron con los de Indigo. Su expresion era extrana e ininteligible. Luego respondio:

—?N-no!

Grimya... —empezo a decir Indigo, pero la loba la interrumpio antes de que pudiera decir nada mas.

—No..., no he sido nun... nunca un lobo como los otros lobos. No..., no creo que pudiera aprender a serlo ahora. Y... ?no quiero abandonar a mi amiga!

Indigo se volvio llena de repentina angustia al darse cuenta de que desde el momento en que el emisario habia hablado, ella habia sabido lo que Grimya responderia. Y se sentia dividida en dos por el conocimiento de que separarse de la loba con quien habia compartido tantas tribulaciones resultaria una pena dificil de soportar; pero que sin embargo, por el bien de Grimya no podia, no debia, dejar que fuese de otra forma.

Con voz temblorosa dijo:

Grimya, debes esforzarte en comprender. Debemos seguir caminos separados; no estaria bien que te quedaras conmigo.

—No —reitero Grimya, tozuda—. Soy tu amiga.

Desesperada porque los sentimientos de la loba reflejaban tan fielmente los suyos, Indigo se volvio para apelar al emisario.

—?Por favor, has que comprenda! No puedo pedirle algo asi; no seria justo para ella. No ha hecho nada para merecer la carga que yo llevo sobre mis espaldas; ?no permitire que lo haga!

—Es ella quien debe elegir —repuso el emisario con suavidad.

—?Pero no sabe a lo que se enfrentara!

—Lo sabe.

Indigo nego con la cabeza.

—?Que clase de vida le espera si viaja conmigo? Cuando sea vieja y debil, mientras que yo me veo obligada a seguir adelante, ?que le sucedera a ella entonces?

Grimya le contesto:

—?No... me importa!

—Aguarda. —El ser resplandeciente levanto una mano, y miro a la loba—. Si Grimya no quiere el regalo que le he ofrecido, entonces puedo ofrecerle otro. Grimya: ?deseas realmente viajar con Indigo, y ayudarle en su mision?

—?Si! —jadeo Grimya.

—?A pesar de los peligros que puedas encontrar?

—El peligro no importa.

El emisario continuo mirandola durante unos instantes. Luego asintio con la cabeza, y repuso:

—Si. Veo que dices la verdad, hermanita. —Se volvio hacia la muchacha—. Indigo, es la voluntad de Grimya el acompanarte, y por lo tanto eres libre de aceptar o rechazar su compania segun los dictados de tus propios deseos. Si aceptas, puedo otorgarle la misma inmortalidad que tu has obtenido, si ella lo desea; aunque debe comprender, al igual que tu lo haces, que tal don puede ser tanto una maldicion como una bendicion. —El ser se detuvo—. ?Lo comprendes, Grimya?

—Si. Y... lo acepto de buena gana.

—Muy bien. —El rostro del emisario era severo—. ?Bien, Indigo? ?Que decides?

Indigo contemplo a Grimya. Los ojos de la loba brillaban con excitacion mezclada de aprension, y de repente la muchacha comprendio que ya no podia fingir sentimientos que no eran reales. Sea lo que fuese lo que el futuro le deparase, una companera y amiga leal era mas valiosa que el oro. Y la soledad era la mas lugubre de las privaciones...

Respondio, con un nudo en la garganta:

—?Es eso de verdad lo que quieres, Grimya?

Grimya balanceo la lengua.

—Sabes... que si.

—Entonces... si. —Fue incapaz de decir nada mas; las palabras no le salian—. Si...

Despacio, como si aun no pudiera reunir del todo el coraje necesario para demostrar su alegria, la cola de Grimya empezo a menearse. El emisario le sonrio.

—Que te acompane la buena suerte, hermanita. —Su mirada dorada paso de ella a Indigo—. Y tambien a ti, criatura; buena suerte. Te vigilaremos, y te ayudaremos cuanto podamos.

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