alrededor del cuello de la loba; la abrazo con fuerza, incapaz de hablar durante algunos minutos, hasta que al fin la sofocante intensidad de sus emociones disminuyo un poco y se sento de nuevo.

Grimya froto su hocico contra el rostro de ella.

«Has estado durmiendo durante mucho tiempo», dijo preocupada. «Meparece que las dos hemos dormido, ya que recuerdo que sucedian muchas cosas extranas, pero tengo la impresion de que deben de haber sido suenos. »

—?Cuanto... ? —La garganta de Indigo estaba hinchada y reseca, y la voz se le ahogo cuando intento hablar; lo probo de nuevo—. ?Cuanto tiempo?

«No lo se. Los truenos se apagaron hace mucho tiempo, muchos dias, creo, y las rocas de fuego y las cenizas ya no caen. Pero el sol aun no ha dispersado las nubes. »

Indigo recordaba muy poco de aquellas ultimas y enloquecidas horas. El recuerdo regresaria, estaba segura, pero no aun; y se alegraba de aquel pequeno respiro.

—Aszareel... —dijo—. Esta muerto, Grimya.

«Lo se. » La loba se lamio el hocico, como hacia a menudo cuando se sentia preocupada o confusa—. «El... ser brillante me lo dijo. »

—?El ser brillante?

«El que vino a nosotras en el bosque de mi tierra natal y me concedio la bendicion. Lo volvi a ver en mi sueno. »

Asi que el emisario no se habia olvidado de Grimya... Y, de repente, la joven sintio el resurgir de una vieja amargura al recordar aquel lejano encuentro. Una bendicion, decia Grimya. ?Que clase de bendicion era enfrentarse a un futuro infinito bajo la sombra de su mision, sin envejecer, sin cambiar, destinadas a vagar por el mundo hasta que los siete demonios que ella habia liberado fueran finalmente suprimidos? El animal no tenia ningun crimen que expiar, y tampoco ningun amor perdido que intentar recuperar. Sin embargo, habia abandonado su hogar y todo lo que conocia para compartir la carga de Indigo: y la habia conducido a esto...

La tranquila voz mental de la loba interrumpio sus lugubres pensamientos, y comprendio que habia leido lo que pasaba por su mente.

«?Piensas que mi respuesta seria diferente, si se me ofreciera la bendicion de nuevo? No cambiaria. Soy tu amiga. Indigo, y adonde tu vayas, yo ire. »

—Me averguenzas, Grimya. Tu fe es mayor que la mia.

«No lo es. Quiza sea mas sencilla, ya que la forma de ser de los humanos me recuerda muy a menudo a un arbol de ramas enmaranadas. Pero no mayor. Tu lo sabes. En el fondo de tu corazon, lo sabes. »

?Era asi?, se pregunto Indigo. Penso en Fenran: Con cada victoria que obtienes, su tormento se ve ligeramente aliviado, habia dicho el emisario, y se dio cuenta de que Grimya tenia razon. Si que tenia fe. Y, a lo mejor, como creia la loba, la fe era suficiente...

La muchacha se puso en pie despacio, y anduvo vacilante hacia la entrada de la cueva y hacia la manana anegada en sucio humo que habia al otro lado. Su cuerpo habia sido maltratado hasta el limite de su resistencia. Sin embargo, todo lo que sentia era una embotada sensacion de dolor. Tenia sed, pero era una sed soportable, aunque tanto Grimya como ella ya debieran de estar muertas por la falta de agua. La inmortalidad, al parecer, poseia sus ironicas compensaciones...

Llego a la entrada, y salio a la ladera de la montana. Estaban cerca de la cima de un pico elevado, y a traves de las nubes de azufre distinguia la cordillera que se extendia en todas direcciones. Ennegrecidas por la ceniza, vacias, silenciosas, las cumbres se alzaban por entre la fantasmal luz como imagenes de una pesadilla. No se oia ningun sonido procedente de las minas, y no habia ningun resplandor verdoso que ensuciara el cielo con su corrompido fulgor. Solo se percibia una tenue luz en la distancia, un parpadeo de fuegos rojo anaranjados, mientras veteados rios de magma todavia fundido se movian con lentitud por los arrasados valles.

?Cuantos habian muerto en aquel infierno? La venganza de la Diosa del Fuego no habia hecho distinciones entre los culpables y los inocentes; aunque se habia erradicado del mundo un terrible mal, el precio de la victoria era feroz. E Indigo supo que los fantasmas de aquellas victimas se

pasearian por sus suenos durante mucho tiempo.

Escucho el suave sonido de las patas de Grimya sobre la piedra, y al bajar los ojos vio a la loba erguida junto a ella.

«Tenia que ser asi», dijo el animal, y sus ojos estaban llenos de pesar. «Sin todo esto, no hubiera podido acabarse con el dominio del demonio, y la enfermedad y el sufrimiento hubieran continuado eternamente. »

—Lo se.

Indigo recordo a Chrysiva, y el tormento que la inocente criatura habia soportado mientras esperaba la llegada de la muerte. Pero en su actual estado de animo, le resultaba dificil consolarse con el hecho de que ya no habria mas victimas como ella.

«Creo que Jasker lo comprendio», siguio Grimya. «El sabia lo que significaria la venganza de la diosa. Pero sabia tambien que no existia ninguna otra forma de salvar a su tierra y a su gente. » Parpadeo. «Creo que debe de haberlos amado mucho. »

Las lagrimas afloraron a los ojos de Indigo y enturbiaron la deprimente vista que se ofrecia ante ella. Si; Jasker habia comprendido: sabia cual debia ser el sacrificio, y por su diosa, y por aquellos cuyas vidas estaban siendo destrozadas por el horror que habitaba en el valle de Charchad, habia estado dispuesto a convertirse en parte de aquel sacrificio.

Repuso en voz baja:

—?Me hablaras de Jasker, Grimya? ?Me contaras como murio?

«Te lo contare. Pero, no aun. No creo que pudiera encontrar las palabras. »

—No. Aun no.

Indigo se seco los ojos, y durante unos instantes contemplo el revuelto cielo. Alla en lo alto, una debil mancha de un color mas claro se proyectaba por entre las nubes de ceniza, y comprendio que se trataba del sol, perdido todavia detras del espeso manto, pero dispersando —despacio pero inexorable— la lobrega oscuridad para traer de nuevo la luz a la tierra. Y volvio a escuchar las palabras que el hechicero, que habia probado ser un amigo autentico e inquebrantable, pronunciara en su mente durante su sueno.

Estay con mi Senora ahora...

Deseo haberlo podido llorar en la forma adecuada, con musica y una elegia para despedir a su espiritu en su ultimo viaje. Pero su arpa, junto con todas sus posesiones materiales —excepto la ballesta y el cuchillo, que los secuaces de Quinas le habian quitado— estaban enterradas bajo una montana de escombros y lava en las ruinas de la caverna de Jasker. El pensamiento le hizo sentir ganas de llorar otra vez. Llorar por el arpa era vergonzoso, cuando habia mayores perdidas que soportar; pero habia sido muy valiosa para ella, pues se trataba de un regalo de Cushmagar, el bardo ciego que fue a la vez su tutor y su mentor, y el unico lazo de union que le quedaba con el hogar que habia perdido.

Indigo lanzo un suspiro, y aparto la mirada de la lejana mancha de luz para dirigirla ladera abajo, donde unas apenas perceptibles sombras empezaban a rozar las rocas. Y lo que vio alli la dejo atonita y sin respiracion.

Su arpa. Estaba intacta, sin el menor rasguno, sobre el sendero cubierto de ceniza, y las cuerdas temblaban con la mas debil de las vibraciones, como si tan solo hiciera unos segundos que la habia depositado alli. La joven la miro asombrada, convencida de que debia tratarse de un espejismo, una ilusion producto de su cansada mente. Pero la imagen del arpa no se desvanecio ni vacilo, y de repente se encontro bajando a trompicones la cuesta y llegando al sendero. Cayo de rodillas junto al instrumento, sin prestar atencion a las nubes de ceniza que se alzaron perezosas a su alrededor. Por un terrible instante no se atrevio a extender la mano para tocar el precioso instrumento, temerosa de encontrar tan solo el vacio y el eco de una ilusion: pero entonces sus dedos se agitaron temblorosos, casi en contra de su voluntad, y percibio la suavidad de la madera pulida bajo ellos.

El arpa era real. Las cuerdas dejaron escapar un dulce sonido melancolico cuando las pulso, y mientras los ecos del acorde resonaban suavemente por las montanas supo que aquel pequeno milagro era urja senal y un tributo del emisario de la Madre Tierra, un simbolo de esperanza en un lugar que no habia conocido mas que

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