La mujer moderna actual deberia abstenerse de tomar decisiones que podrian alterar el curso de su vida «en el calor del momento». Deberia mediar distancias y darse sobrada oportunidad de ponderar la situacion cuidadosamente desde todos los angulos para tomar asi una decision que no lamentara mas adelante.
Charles Brightmore.
Esa noche la hora de la cena resulto para Victoria sombria y tensa, aunque no estaba segura de si lo era en realidad o de si simplemente era un reflejo de su propio estado de animo. Ciertamente, hubo poca charla. Solo lord Sutton parecia animado, y no tardo en guardar silencio al ver que todos sus intentos de entablar conversacion quedaban en nada. En cuanto la interminable cena toco a su fin, Victoria se retiro con la excusa de que tenia que acabar de hacer el equipaje. Pocos instantes despues de llegar a su cuarto, llamaron a la puerta. ?Seria Nathan? Con el corazon en un puno, dijo:
– Entre.
Pero era su criada que acudia a ayudarla.
Cuando todo, excepto el camison y la ropa que llevaria al dia siguiente, estuvo metido en las maletas, Winifred se marcho. Victoria se acerco a la ventana y miro al cesped iluminado por el halo blanco de la luna. Sus dedos se cerraron sobre la concha lacada que colgaba de su cuello. No habia tenido oportunidad de hablar en privado con Nathan, aunque sin duda el acudiria a verla esa noche. Su ultima noche.
Llamaron suavemente a la puerta y el corazon le dio un vuelco. Cruzo la estancia casi a la carrera y abrio la puerta de un tiron. Tia Delia estaba en el pasillo.
– ?Puedo hablar contigo, Victoria?
– Por supuesto -dijo con una punzada de culpa por la desilusion que apenas pudo ocultar-. Por favor, pasa. - Despues de cerrar la puerta, pregunto-: ?Estas bien? Pareces… acalorada.
– Estoy bien. Absolutamente. Maravillosamente bien. Y sin duda estoy acalorada. De pura felicidad. -Tendio los brazos y tomo a Victoria de las manos-. Quiero que seas la primera que lo sepa, carino. Lord Rutledge me ha pedido que me case con el y he aceptado.
Victoria miro a su tia presa de un estado de total perplejidad.
– Yo… no se que decir.
– Di que te alegras por mi. Di que me deseas anos de felicidad.
– Y asi es. Por supuesto que asi es. Es solo que estoy sorprendida. No hace mucho que os conoceis.
– Cierto, pero se todo lo que necesito saber. Se que es honorable y gentil. Generoso y carinoso. Me hace reir. Me ama. Y yo le amo. Es todo lo que no tuve en mi primer marido, y doy gracias por poder disfrutar de esta oportunidad de felicidad y de companerismo a estas alturas de mi vida. -Apreto las manos de Victoria-. Quiza parezca que hace poco que nos conocemos, pero, querida mia, el corazon solo necesita de un latido para saber lo que quiere.
Victoria sintio que se le velaban los ojos y estrecho a su tia en un calido abrazo.
– Querida tia Delia. Estoy encantada por los dos. -Separandose de ella, pregunto entonces-: ?Habeis decidido ya la fecha?
– Si. Dentro de un mes. Aqui, en la parroquia de Rutledge.
– Pero eso supone que tendras que viajar muchisimo… -Sus palabras se apagaron cuando de pronto comprendio-. Te quedas. No vienes conmigo y con papa manana.
– No. Quiero quedarme aqui. Familiarizarme mas con esta encantadora casa, esta pintoresca zona que va a convertirse en mi nuevo hogar.
Victoria parpadeo.
– Pero ?que pasa con tu amor por los acontecimientos sociales y por Londres? ?Con la vida que tienes alli?
Tia Delia se echo a reir.
– No te aflijas, querida. Rutledge ha accedido a pasar la temporada en la ciudad si ese es mi deseo. -Su expresion se torno cavilosa-. Y, en cuanto a mi amor por los acontecimientos sociales y por Londres, tan solo te dire que mi amor por Rutledge excede con mucho cualquier apego que pueda sentir por la vida de la ciudad. -Echo a Victoria una mirada penetrante-. ?Has hablado con el doctor Oliver esta noche?
– No en privado. -Para su verguenza, unas lagrimas ardientes intentaron abrirse paso tras sus ojos-. No se como voy a despedirme de el -susurro.
Una sombra de preocupacion tino los ojos de su tia.
– El corazon te dira lo que debes decirle, Victoria. Lo que debes hacer. Escucha su voz. -Parecio querer decir algo mas, pero se limito a besar apresuradamente a Victoria en la mejilla-. Ahora debo dejarte, querida mia. Te vere por la manana antes de vuestra partida. -Y, sin mas explicacion, salio de la habitacion.
Victoria se quedo donde estaba con la mirada clavada en la puerta cerrada. Una miriada de emociones la embargo por sorpresa, golpeandola con tanta fuerza que tuvo que acercarse tambaleandose hasta el asiento mas proximo, un sofa de zaraza exageradamente mullido colocado delante de la chimenea, en el que se dejo caer con un gesto poco digno de una dama.
El anuncio de la decision de tia Delia de casarse con lord Rutledge la habia dejado perpleja. Literalmente sin aliento. Aturdida. Feliz. Pero debajo de todo eso, habia algo mas. Algo que temia observar con demasiada atencion porque se le antojaba sospechosamente parecido a la…
Envidia.
Sono un unico golpe en la puerta. Antes de que pudiera animarse a contestar, la puerta se abrio y Nathan entro en la habitacion. Las miradas de ambos se encontraron y la garganta de Victoria se inflamo de emocion. Santo Dios, le amaba tanto que llegaba a doler. ?Como habia permitido que eso ocurriera? ?Habia alguna posibilidad de que el sintiera lo mismo por ella? Jamas lo habia dicho. Aunque ?que mas daba si lo hacia? Las vidas de ambos eran drasticamente distintas.
Pero ?y si Nathan se habia enamorado de ella? ?Y si tenia intencion de pedirle en matrimonio como lo habia hecho lord Rutledge con su tia? La mera posibilidad provoco en ella una sensacion que fue incapaz de definir. ?Era regocijo? ?O miedo? Nada de todo eso -ni Nathan, ni haberse enamorado de el- formaba parte de sus planes. ?Como podia plantearse renunciar a todo lo que llevaba la vida entera planeando por un simple romance de una semana?
Un romance surgido de una chispa que prendio hace ya tres anos, susurro ladinamente su voz interior. Aunque quiza no tenia de que preocuparse. Nathan no habia dicho que la amaba. Ni que la deseara mas alla de lo que ya habian compartido. De haber sido capaz, se habria reido de su propia vanidad. Ahi estaba ella, preocupada por una propuesta que el no parecia tener la menor intencion de hacerle, Aun asi, si ella se atragantaba con tan solo mirarle, ?como iba a ser capaz de despedirse de el al dia siguiente?
Tras cerrar con llave la puerta tras de si, Nathan se acerco despacio a ella con la mirada prendida de la suya. Llevaba en una mano un paquete envuelto y en la otra una rosa. Rodeo el sofa, se sento junto a ella y dejo el paquete en el suelo. Le ofrecio la rosa.
– Para ti.
Victoria toco los aterciopelados petalos.
– Gracias.
– He pasado a ver a tu padre. Esta bien. Excelentemente, si juzgamos la salud segun el nivel de quejas emitidas por el paciente.
Ella sonrio debilmente.
– Odia estar inactivo.
– ?Ah, si? No me habia dado cuenta. Tambien he habil con mi padre y con tu tia. ?Te han dado la noticia?
– Si.
Nathan escudrino el rostro de Victoria.
– ?No estas contenta?
– Si, claro que lo estoy. Nadie merece mas la felicidad q tia Delia. Es solo que…
– ?Que?