gorgoteo del agua sobre las rocas, indicando un arroyo cercano. Nathan tiro de ella y la oculto tras un olmo inmenso. Rodeandole los hombros firmemente con el brazo, senalo.
– Las ruinas -le susurro al oido.
Al mirar con atencion entre los arboles, Victoria vio el trio semiderruido de paredes sin techo. Noto la tension de Nathan y supo que todos y cada uno de sus sentidos estaban alerta mientras su mirada escudrinaba cuidadosamente la zona. Por fin, a todas luces satisfecho y convencido de que estaban solos, la guio hacia la casa.
Se adentraron en la U formada por los tres muros de la ruina. Nathan superviso lentamente la zona y senalo entonces los restos de la chimenea situada en el muro central.
– Empecemos por aqui -dijo, sacando los cinceles y martillos de la bolsa de las herramientas-. Las piedras estan colocadas en un diseno mas irregular, con lo cual resulta mas facil disimular que alguna este fuera de su sitio. -Le dio las herramientas a Victoria con una sonrisa desolada-. Tu empieza por la derecha y yo me ocupare de la izquierda… y buena suerte.
Durante mas de una hora, los unicos sonidos ademas de los habituales trinos de los pajaros y
– ?Ocurre algo?
– No. Es solo que no me gusta esta niebla tan espesa. No creo que la lluvia tarde en caer. Una o dos horas como mucho.
– No me da miedo mojarme, Nathan.
El la miro y esbozo una pequena sonrisa.
– Lo se, mi valiente guerrera. Pero la lluvia nos volveria vulnerables. Facilitaria que cualquiera nos sorprendiera.
– Bueno, en ese caso, encontremos las joyas de una vez y salgamos de aqui antes de que lo hagan.
Sin esperar la respuesta de Nathan, se volvio de cara a la chimenea. Un cuarto de hora mas tarde, arrodillada en el suelo, dio con el cincel en un fragmento de argamasa que rodeaba una piedra colocada cerca del suelo y el yeso se deshizo de forma distinta a como lo habia hecho hasta entonces.
– Nathan -dijo con un susurro excitado-. Creo que he encontrado algo. La argamasa que rodea esta piedra me parece mas blanda.
Nathan se arrodillo junto a ella y miro la piedra que le indicaba.
– Y la argamasa tiene un color ligeramente distinto -observo el.
Juntos cincelaron la zona que rodeaba la piedra. Cuando por fin la aflojaron, Nathan metio los dedos en las estrechas aberturas laterales y tiro, moviendo la piedra adelante y atras, arriba y abajo. Despacio, muy despacio, fue tirando de la pesada piedra hacia el hasta que cayo al suelo con un golpe sordo. Introdujo entonces la mano en la oscura abertura y Victoria contuvo el aliento. Cuando Nathan saco la mano, sostenia una valija de cuero gastado y cubierta de barro.
Victoria, que habia contenido hasta entonces la respiracion, dejo escapar un jadeo sobrecogido.
– ?Estan las joyas dentro?
Nathan abrio la valija y las cabezas de ambos se toparon al mirar el contenido. Ni siquiera la niebla gris podia deslucir su reluciente brillo. Introduciendo en ella una mano vacilante, Victoria saco con gesto reverente el primer objeto que encontraron sus dedos: un exquisito collar de perlas. Volvio entonces a introducir la mano y saco un collar de esmeraldas enredado con un brazalete de zafiros.
Inclino la mano para que las joyas volvieran a deslizarse al interior de la valija y se volvio a mirar a Nathan.
– Aunque lo estoy viendo con mis propios ojos, no puedo creerlo.
– Yo tampoco. Pero ya nos ocuparemos de eso mas tarde. -Cerro la valija y se la coloco debajo del brazo-. Recojamos nuestras cosas y larguemonos de aqui.
Mientras Nathan metia a toda prisa los martillos y los cinceles en la bolsa de las herramientas, Victoria buscaba su bolso lleno de piedras en el suelo. Lo localizo a unos metros de ella. Cuando estaba a punto de ir a por el, una voz situada a su espalda dijo:
– Victoria.
Antes de que pudiera ni siquiera parpadear, se vio empujada tras Nathan, que sostenia su pequena pistola delante de el.
– Detente, Nathan -grito Victoria, rodeandole apresuradamente-. Padre -dijo, mirando presa de una absoluta perplejidad al hombre de cabellos grises que estaba de pie a unos seis metros de ella. Y antes de poder proferir un solo sonido mas, un disparo rasgo el aire.
Victoria vio horrorizada como su padre se desplomaba boca abajo en el suelo.
Capitulo 21
La mujer moderna actual debe ser consciente de que no todos los romances tienen un final feliz.
Charles Brightmore.
A pesar de que Nathan era plenamente consciente de que Victoria salia corriendo hacia donde estaba su padre y caia de rodillas junto a el, su atencion estaba totalmente concentrada en la zona boscosa situada al otro lado de la casa en ruinas. Le alerto un leve movimiento procedente de detras del grueso tronco de un arbol. Se arrodillo entonces para convertirse en un blanco mas dificultoso y apunto al arbol con la pistola.
– No te levantes, Victoria -le ordeno con voz queda.
– Suelta el arma, Nathan. -La orden procedia de algun punto situado detras del arbol. Durante un instante, Nathan se quedo helado al oir esa voz conocida. Luego un fulgurante arrebato de ira le recorrio de la cabeza a los pies. «Bastardo…» Antes de que pudiera dar una respuesta, la voz prosiguio-: Tengo una pistola con la que estoy apuntando a Victoria a la cabeza. Si ella se mueve, la mato. Si no sigues mis indicaciones al pie de la letra, la matare. Ahora deja la pistola en el suelo y empujala lejos de ti.
La mirada de Nathan se poso en Victoria, quien en ese, momento apretaba la herida sangrante de su padre con el dobladillo de su vestido. Miro a Nathan con ojos humedos y horrorizados.
– Manten toda la presion que puedas sobre la herida -dijo Nathan hablando en voz baja y firme-, pero no te muevas.
Despacio, para no dar en ningun momento la sensacion de estar actuando con brusquedad, Nathan dejo la pistola en el suelo y la aparto luego a un lado.
– Bien -dijo la voz-. Ahora haz lo mismo con el cuchillo que llevas en la bota. Y no te molestes en fingir que no lo llevas, sobre todo porque fui yo quien te lo regalo. Por tu cumpleanos, hace cinco anos, si mal no recuerdo.
Nathan se quito el cuchillo de la bota y lo aparto tambien a un lado.
– Ahora levantate y ponte las manos sobre la cabeza.
Nathan permanecio inmovil como una estatua al tiempo que su mirada abrasaba al hombre que emergio de detras del arbol. Con una pistola en una mano y la otra sobre la empunadura de un cuchillo envainado y metido en la cintura de los pantalones, Gordon se acerco.
– Muy amable de tu parte encontrar las joyas por mi, Nathan -dijo Gordon empleando un tono coloquial al tiempo que su mirada terminaba deslizandose hasta la valija de cuero gastado que estaba a los pies de Nathan-. Sabia que si te seguia, tarde o temprano me llevarias hasta las joyas. No puedes ni imaginar lo dificultoso que ha resultado intentar encontrarlas durante los ultimos tres anos.