– ?Hay alguna formacion rocosa alli?

La mirada de Nathan busco la de Victoria.

– Estan las ruinas de una pequena casa de campo de piedra. Apenas tres paredes semiderruidas, sin techo… Por Dios, ?creo que tiene que ser aqui! -El entusiasmo que revelaba su voz y sus ojos era del todo inconfundible. Tomo el rostro de Victoria entre sus manos y le planto en los labios un beso raudo y apasionado para luego soltar una carcajada breve y triunfal-. Eres un genio.

– ?Yo? Pero si lo has descubierto tu.

– Pero tu me has dado la idea. La inspiracion. -Le acaricio las mejillas con las yemas de los pulgares-. Diria que hacemos un equipo «insobrepasablemente» maravilloso.

Hubo algo en su tono de voz, en la repentina seriedad de su mirada, que prendio en Victoria una serpenteante oleada de calor, robandole todo pensamiento. Tardaria una semana en dar con una respuesta a la altura del comentario, pero por el instante se limito a asentir. «La semana siguiente lo mas probable es que estes de regreso en Londres», le susurro su voz interior. Ante aquel indeseado recordatorio, todo su cuerpo se tenso.

Se aclaro la garganta.

– ?Salimos de inmediato hacia la casa abandonada o prefieres esperar al amanecer?

Nathan fruncio el ceno.

– Victoria, quiero que te quedes aqui.

Ella retrocedio y las manos de Nathan se despegaron de sus mejillas. Victoria se planto las manos en la cintura y le lanzo una mirada airada.

– ?Que me quede aqui? ?Mientras tu recuperas las joyas? Me temo que no.

El tendio los brazos hacia ella, pero Victoria volvio a dar un paso atras, esquivando sus manos.

– Victoria, necesito estar seguro de que estas a salvo…

– Y yo necesito saber que tu tambien lo estas.

– Ahora que ni la carta ni el mapa autenticos estan en mis manos, podria pasar cualquier cosa. No me arriesgare a ponerte en una situacion potencialmente peligrosa. -Esta vez, cuando tendio las manos hacia ella, la tomo por los hombros-. Despues de lo ocurrido con el bastardo aquel del cuchillo… -Cerro brevemente los ojos con fuerza y trago saliva-. Tu padre me encargo que te protegiera y no pienso volver a fallar.

Victoria alzo las manos y las cerro alrededor de los fuertes antebrazos de Nathan.

– No fallaste la primera vez, Nathan. En lo que a mi respecta, donde mas a salvo estoy es contigo. He llegado hasta aqui en la busqueda y me niego a que se me impida seguir en ella hasta su final. Hemos sido companeros desde el principio y seguiremos siendolo. Ademas, si buscamos juntos, terminaremos mucho antes. -Al ver que Nathan estaba a punto de seguir discutiendo, anadio-: Y sera mejor que estes de acuerdo, porque de lo contrario me limitare a seguirte. De modo que la unica cuestion que queda por resolver es si crees que es mejor que salgamos ahora y efectuemos nuestra busqueda al amparo de la oscuridad o que esperemos hasta el amanecer.

– Me sorprende que accedas a dejarme a mi esa decision -mascullo Nathan en un tono disgustado.

Victoria bajo la mirada con actitud recatada.

– Tienes mucha mas experiencia en esto que yo.

– Cierto. Precisamente por eso…

– Elegiras cuando es el momento mas adecuado para que ambos emprendamos la busqueda.

Un musculo se contrajo en la mejilla de Nathan.

– ?Siempre has sido tan testaruda?

– Creo que si, aunque hasta hace poco lo he mantenido en secreto.

– Pues creo que deberias haberlo mantenido oculto un poco mas.

– No es cierto. Me dijiste que era positivo descubrir nuevos aspectos de mi naturaleza. Me acuerdo perfectamente de que dijiste que mis experiencias pasadas no me han permitido la libertad suficiente para conocer mi autentica naturaleza. Que siempre he hecho lo que se esperaba de mi, en vez de lo que mi corazon deseaba. Que expresar mi voluntad, ser fiel a mis impulsos, puede resultar muy liberador. Y que deberia ser libre de decirte todo lo que me apetezca.

Nathan mascullo algo, y Victoria, quien creyo entender que decia: «… piedras sobre mi propio tejados, se mordio el interior de los carrillos para no sonreir ante la expresion disgustada que vio en el.

– Bajo ningun concepto te alejaras de mi.

– Lo juro, Nathan. Y no olvidemos incluir la pequena pistola en la bolsa de las herramientas. No dudaria en utilizarla si se da la ocasion -dijo, rezando para que sus palabras fueran ciertas.

Las palabras de Victoria no animaron a Nathan tanto como ella habia imaginado. Lo cierto es que el ceno de el se perfilo aun mas.

– Pero quiza no estes a tiempo de coger la pistola, y no quiero que la lleves encima. Puede que dispares a alguien.

– ?Y no seria esa la idea?

– Me refiero a ti. O a mi.

– Oh. En ese caso me limitare a llenar mi bolso de piedras y a tenerlo a mano.

Nathan se pellizco el puente de la nariz y meneo la cabeza.

– ?Un bolso? ?Lleno de piedras?

Victoria alzo el menton.

– Si. Seguro que dice algo de eso en tu Manual Oficial del Espia.

– Te aseguro que no.

– Pues deberia. Un bolso es pequeno y de facil manejo, y no parece un arma. Y no dudare ni un instante en aporrear a cualquier rufian, creeme. -Arqueo una ceja-. Espero que, no me obligues a empezar por ti.

Creyo oir rechinar los dientes de Nathan de puro fastidio.

– Saldremos al amanecer -dijo el con una voz semejante a un grunido.

– Esa habria sido tambien mi eleccion.

– Que maravilla que esta noche podamos ponernos de acuerdo en algo.

– Apuesto a que podriamos ponernos de acuerdo en algo mas.

– No estes tan segura. No puedo decir que este de buen humor.

Victoria le rodeo el cuello con los brazos. Poniendose de puntillas, se pego a el y le mordio levemente a un lado del cuello.

– Apuesto a que podriamos ponernos de acuerdo en que hay formas mas interesantes de pasar las horas antes del amanecer que dedicandonos a discutir. ?No te parece?

Las manos de Nathan se deslizaron alrededor de su cintura al tiempo que el calor que desprendian sus palmas le caldeaban la piel a traves del fino saten del camison.

– No se. -Un gemido sordo rugio en su garganta cuando Victoria empezo a mordisquearle el lobulo de la oreja-. Voy a necesitar que me convenzas un poco mas.

Victoria deslizo una mano por su pecho, pasando por el abdomen y descendiendo aun mas hasta toquetearle descaradamente sobre el batin de seda. Nathan inspiro brevemente mientras sus ojos brillaban como un par de braseros.

– ?Mejor que discutir? -susurro Victoria, acariciando la prolongada dureza de su miembro.

– Estoy convencido -respondio Nathan, aplastandola contra su cuerpo.

Salieron de la casa en silencio justo cuando las primeras pinceladas malvas tenian el cielo. Con el corazon palpitandole de ansiedad, Victoria avanzaba apresuradamente junto a Nathan, quien la portaba de la mano en un gesto calido y reconfortante. En la otra mano, ella llevaba su bolso de terciopelo azul marino… lleno de piedras.

– Prefiero caminar que coger los caballos -dijo Nathan con voz queda en el momento en que dejaban a un lado los establos-. Eso nos permitira examinar mas facilmente la zona que rodea las ruinas sin arriesgarnos a que nos descubran.

Victoria asintio en senal de acuerdo y se concentro luego en el sendero que tenia delante. Se movieron apresuradamente, pasando junto al lago y siguiendo despues por un camino que se desviaba a la derecha. Victoria estimo que habria pasado una media hora hasta que Nathan aminoro la marcha. Una hosca patina de gris veteaba el cielo, y el aire fresco y pesado anunciaba la llegada de la lluvia, cada vez mas proxima. Pudo oir el

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