Ella le apreto la mano, y un torrente de imagenes acudio a su mente. Intento ahuyentarlas, temerosa de ver algo malo, algo que estropease ese momento. Pero el cuadro que cobro forma en su mente la dejo sin aliento.

Con claridad cristalina se vio a si misma y a Austin juntos en un prado cubierto de flores silvestres, declarandose su amor mutuo con la mirada. El le tendia la mano. «Te quiero, Elizabeth.»

La imagen se difumino, dejando tras de si una estela de bienestar que maravillo a Elizabeth.

Austin se inclino hacia delante en la silla y estudio su rostro.

– ?Que has visto?

– A ti y a mI… Era una vision de amor. Y de felicidad.

– Felicidad.

– Si. -Una sonrisa jubilosa le broto del corazon-. Es una palabra que usamos en America para referimos a la dicha celestial.

El, se llevo las manos de ella a los labios.

– Tambien es una palabra que usamos en Inglaterra para decir «tu y yo amandonos para el resto de nuestra vida».

Ella lo miro a los ojos y supo de inmediato que tenia razon.

EPILOGO

Austin iba y venia por el salon, pasandose los dedos por el cabello. El medico llevaba mas de una hora con Elizabeth. ?Cuanto rato necesitaba para quitarle el vendaje del hombro y determinar si la herida se habia cerrado del todo? Habian vuelto a casa hacia un mes. Sin duda era tiempo mas que suficiente para que se curase por completo.

Unas risas lo arrancaron de su ensimismamiento. Se acerco a la ventana: toda su familia, menos Caroline y Miles, que estaban de viaje de novios en Brighton, estaba sentada en torno a la mesa redonda de la terraza. Su madre miraba con una sonrisa radiante a William, que hacia saltar sobre sus rodillas a una Josette muy divertida. Claudine y lady Penbroke conversaban animadamente, mientras Robert intentaba sacar de su taza de te la punta de la boa que esta ultima llevaba al cuello. Debajo de la mesa, Diantre y sus numerosos hermanos jugaban con el cachorrito blanco que Austin habia adquirido hacia poco. Tuvo que recorrer casi toda Inglaterra en busca de un perro identico al bosquejo de Parche que Elizabeth habia dibujado, pero al final lo consiguio.

Elizabeth se habia echado a reir y a llorar a la vez cuando el le habia depositado el peludo animalito en los brazos. El brillo de gozo en los ojos de su esposa lo habia conmovido… y le habia tocado esa fibra a la que solo ella tenia acceso.

Alguien llamo a la puerta.

– Adelante -dijo, apartando su mirada de la ventana. Elizabeth entro en el salon, y el fue a su encuentro rapidamente.

– ?Como te encuentras?

– El medico ha dicho que estoy bien -respondio con una sonrisa.

Un enorme suspiro de alivio salio de sus pulmones.

– Gracias a Dios. -La atrajo hacia si y le dio un beso en la frente. Al apartarse ligeramente se percato de que ella sostenia una carta en la mano-. ?Es de Caroline?

– No, es de mi amiga de Estados Unidos, Alberta.

– ?La joven a la que advertiste que no se casara?

– Si. Por desgracia, mis premoniciones se cumplieron. -Fijo en el una mirada triste-. David le fue infiel. Murio en un duelo a manos del marido de su amante.

– Cuanto lo siento, Elizabeth.

– Yo tambien. En su carta Alberta me suplica que la perdone, y lo hare con gusto, ademas de enviarle una invitacion para que nos visite.

El sonido de risas atrajo su atencion, y los dos se acercaron a la ventana. Austin vio que Elizabeth sonreia cuando Robert, al reparar en ellos desde la terraza, los saludo con la mano. Ella le devolvio el saludo y luego se quedo quieta, mirando alternadamente la carta que sostenia y el rostro alegre de Austin.

– Oh, no -dijo Austin-. ?Que estas viendo ahora?

Ella titubeo y una sonrisa jugueteo en sus labios.

– Solo estaba pensando que le escribire a Alberta hoy mismo. Creo que un viaje a Inglaterra es justo lo que necesita. Y, bueno, tal vez a Robert tambien le parezca buena idea.

Austin capto de inmediato la intencion de sus palabras y se le escapo una sonrisa.

– Entiendo. ?Debo poner a mi querido hermano sobre aviso?

– Oh, no creo que eso sirva para nada -dijo ella, y aparecieron sus hoyuelos a cada lado de la boca. Se guardo la carta en el bolsillo y luego respiro hondo-. No te he contado todo lo que ha dicho el medico, Austin.

La sonrisa se borro al instante de la cara de su marido.

– Pero si has dicho que estas bien…

– Y lo estoy. Soy de naturaleza robusta, ?recuerdas? Puedo volver a mis actividades normales, pero me ha advertido que no realice tareas demasiado pesadas, dado mi… delicado estado.

– ?Delicado?

Ella asintio con la cabeza, con un destello de alegria en los ojos.

– Si, es una palabra que usamos en America para decir: «Voy a tener un hijo».

El corazon de Austin dejo de latir un momento, y luego comenzo a palpitar aceleradamente. Iba a tener un hijo. El hijo de los dos. Cerro los ojos, absorbiendo la dicha, saboreando el milagro.

– Dame la mano -susurro ella.

Austin se la tendio. Ella la tomo entre las suyas y se la puso contra el vientre, apretandola con suavidad sobre el vestido.

– ?Ves algo? -pregunto el, mirandola atentamente.

Una sonrisa ilumino su bello rostro.

– Mmm… Al parecer estas haciendo planes que tienen que ver contigo, conmigo y con ese sofa frente a la chimenea.

El solto una carcajada.

– Eres una mujer dificil de sorprender, amor mio.

De pronto, ella abrio mucho los ojos y la diversion de Austin se desvanecio al momento.

– Y ahora ?que ves?

– Veo un bebe… Un hermoso varon -dijo ella, maravillada-. Va a ser como tu…, con tu cabello negro, tu barbilla energica y tu noble porte.

– Te equivocas -replico Austin en voz baja. La miro a los ojos, unos ojos que irradiaban amor, carino y bondad, y el corazon le brinco en el pecho-. Va a ser como tu…, como su madre: una vision. Una vision de amor.

AGRADECIMIENTOS

Quisiera mostrar mi agradecimiento a las siguientes personas por su ayuda y su apoyo:

Mi editora, Maggie Crawford, por sus palabras de animo y su asesoramiento.

Caroline Sincerbeaux, ayudante de redaccion, por su paciencia y comprension.

Mi agente, Damaris Rowland, por su fe y su sabiduria.

Mama y papa, Kay y Jim Johnson, por ofrecerme su amor y apoyo durante toda una vida… y por presumir de mi.

Mi hermana, Kathy Guse, por todas las risas y los buenos momentos… y por presumir de mi.

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