por completo imposible ocuparse de toda la correspondencia de su hermano. Se sento frente al macizo escritorio de ebano de Austin y solto un quejido al ver el creciente monton de cartas que se apilaban en el centro. Intentar superar sin contratiempos esa epoca que Austin y Elizabeth estaban pasando en el continente iba a resultar una tarea de enormes proporciones.
Alguien llamo a la puerta.
– Adelante -dijo Robert, agradecido por la distraccion. Miles entro en el estudio.
– ?Querias hablar conmigo? -pregunto.
– Si. Hay algo que necesito decirte.
Miles tomo asiento en la butaca situada enfrente de Robert.
– Te escucho.
– Se trata de Caroline, y no me andare con rodeos. Mi hermana esta enamorada de ti. -Robert se reclino contra el respaldo y observo a Miles entrecerrando los ojos-. Me gustaria saber cuales son tus planes al respecto.
Miles se quedo muy quieto.
– ?Caroline te ha dicho que… le gusto?
– No, no me lo ha dicho directamente, pero no ha sido capaz de negarlo cuando se lo he preguntado a bocajarro. Cielo santo, Miles, hasta un ciego se daria cuenta de que te quiere. Creo que serias un marido admirable para mi hermana, siempre y cuando, claro esta, le profeses algo de afecto.
Miles se dio unos golpecitos en la barbilla con los dedos, meditando acerca de esas palabras.
– ?Y si no me apeteciera casarme en estos momentos? -pregunto al final.
– En ese caso, estoy seguro de que Austin tomara en consideracion a otros pretendientes. -Agito la mano sobre las cartas que recubrian el escritorio-. Enterrada en esta pila monstruosa hay una nota enviada por Charles Blankenship, en la que da a entender que tiene intencion de declararse a Caroline. -Se puso de pie y poso la mano sobre el hombro de Miles-. Piensalo bien, amigo mio -le dijo, y, acto seguido, salio de la habitacion.
En cuanto se quedo solo, Miles comenzo a pasearse de un lado a otro del estudio, pasandose los dedos por el pelo. ?Caroline estaba enamorada de el! Este pensamiento hizo que se detuviese en seco. Recordo como la joven se habia derretido en sus brazos, buscando sus labios con ansia, y el pulso se le acelero. Una fina capa de sudor aparecio en su frente. ?Por todos los diablos!
?No estaba preparado para el matrimonio! Convertirse en un hombre casado, por el amor de Dios… Comprometerse de por vida. «Ni hablar. Yo no.» Caroline era adorable, pero habia muchas mujeres adorables en el mundo. «Aunque ninguna me hace sentir lo que ella.»
Intento acallar esas fastidiosas vocecitas interiores que amenazaban con arrebatarle su sagrada solteria, pero no logro expulsarlas de su cabeza. «Caroline me daria unos hijos fuertes y apuestos, y unas hijas tan hermosas como su madre.»
?Hijos? Un momento, estaba perdiendo el juicio.
Se acerco a toda prisa a las licoreras, se sirvio una cantidad generosa de brandy y se lo bebio de un trago. Al instante se sintio mejor.
Caroline no estaba realmente enamorada de el, solo se habia encaprichado. Y el se sentia atraido por ella solo porque era muy distinta de las demas mujeres que conocia. Vaya, lo unico que le hacia falta era salir de esa condenada casa y encontrar alguna femina con la que retozar alegremente. Dejo su copa vacia sobre el escritorio y se encamino a la puerta.
Justo cuando se dirigia al vestibulo, oyo que Carters hablaba con alguien.
– Lo siento mucho, lord Blankenship, pero su excelencia esta ausente en estos momentos -asevero el mayordomo con voz monocorde y profunda.
Miles se detuvo de golpe. Blankenship. Debia de haber venido para pedir la mano de Caroline. Y Robert habia dicho que Austin tendria en cuenta las ofertas de los pretendientes…
– Vaya, ?esta seguro? -pregunto lord Blankenship-. Mande una nota hace varios dias en la que le anunciaba mi visita de esta tarde. Sin duda estara esperando mi llegada…
– Un imprevisto ha obligado al senor duque a ausentarse.
– Yo me ocupo de esto, Carters -intervino Miles, acercandose a la puerta-. Su excelencia me dejo un recado para que se lo transmitiese a lord Blankenship.
Carters hizo una reverencia y dejo a los dos hombres a solas. Miles se volvio hacia lord Blankenship y le dedico una sonrisa helada.
– Blankenship.
– Es un placer verle, Eddington.
Diez minutos despues lord Blankenship ya no opinaba que era un placer ver a Miles. Restanandose la sangre de la nariz con el panuelo, lord Blankenship salio del salon dando grandes zancadas. Vio a Caroline en el vestibulo y paso junto a ella como una exhalacion sin decirle una palabra. En lugar de esperar a que Carters le abriera la puerta, la abrio el mismo de un tiron, salio y cerro de un portazo.
– ?Cielo santo! -exclamo Caroline, mirando a Miles con los ojos desorbitados-. ?Que demonios le ocurre a Charles?
– ?Charles? ?Lo llamas Charles?
– Si, claro. ?Se encuentra bien? Me ha parecido que le sangraba la nariz.
Se asomo a la ventana y vio alejarse el elegante carruaje de lord Blankenship.
– En efecto, le sangraba la nariz -confirmo Miles con una sonrisa de satisfaccion.
– ?Que ha pasado?
– Me temo que se ha producido un ligero choque.
Tomo a Caroline del brazo y la condujo por el pasillo, casi arrastrandola.
Ella tuvo que correr para no quedarse atras.
– ?Que clase de choque? ?Adonde me llevas?
Miles, lejos de contestar, siguio andando con determinacion, sin aflojar el paso hasta que se encontraron en la intimidad del estudio de Austin.
– ?Dios santo, Miles! -resoplo ella cuando por fin se detuvieron. Con los azules ojos echando chispas, se solto bruscamente de su mano-. ?Que mosca te ha picado? Me llevas de un lado a otro como un trapo y…
Sus palabras de indignacion se interrumpieron cuando la boca de Miles la hizo callar con un beso.
Caroline se abandono en sus brazos, con las rodillas temblorosas, y su enfado se disipo instantaneamente mientras la invadia una oleada de calor. Deslizo las manos por el amplio pecho y los hombros de Miles y enredo los dedos en su pelo. No sabia por que el la estaba besando, pero mientras lo hiciera no le importaba la razon.
– Caroline -susurro Miles en un tono quejumbroso varios minutos mas tarde-. Mirame.
Aferrandose a sus hombros para no caerse, ella abrio los ojos con esfuerzo y lo miro, embobada.
– ?Por que me has besado? -pregunto luego con la voz tremula.
– Porque me apetecia.
Ella achico los ojos con repentina suspicacia.
– Te estas comportando de un modo muy extrano. ?Que le ha ocurrido a Charles? Has mencionado algo sobre un choque…
– Si, se ha producido un choque de lo mas desafortunado entre su cara y mi puno.
– ?Le has pegado un punetazo a Charles?
El asintio con la cabeza.
– ?Que demonios te impulso a hacer una cosa asi? -pregunto ella, estupefacta.
– El hijo de perra ha salido bien librado -contesto Miles en un tono amenazador-. Tendria que haberlo retado a duelo.
– ?Retado a duelo? Pero ?que es lo que ha hecho?
– Ha mentido como un bellaco. Ha negado rotundamente haberte besado. En suma, te ha llamado mentirosa. Y, por si fuera poco, ha tenido la desfachatez de interrumpirme mientras yo defendia tu honor y me ha dicho que no era asunto de mi incumbencia.
Caroline trago saliva.
– De hecho, no es de tu incumbencia.
– Y un cuerno. -Practicamente le salia humo de las orejas-. No solo te beso y luego mintio al respecto, sino