envio conmigo su mozo, y Dios sabe que no osaba sacar las manos afuera por no ser vista, que traigo estos guantes, cortadas las cabezas de los dedos, por las encubrir.
SEVILLANA.- ?Mostrad, por mi vida, quitad los guantes! ?Vivais vos en el mundo y aquel Criador que tal crio! ?Lograda y enguerada seais, y la bendicion de vuestros pasados os venga! Cubridlas, no las vea mi hijo, y acabame de contar como os fue.
LOZANA.- Senora mia, aquel mozo mando a la madre que me acogiese y me diese buen lugar, y la puta vieja barbuda, estrellera, dijo: «?No veis que tiene granimon?» Y ella, que es estada mundaria toda su vida, y ahora que se vio harta y quita de pecado, penso que, porque yo traigo la toca baja y ligada a la ginovesa, y son tantas las cabezadas que me he dado yo misma, de un enojo que he habido, que me maravillo como soy viva; que como en la nao no tenia medico ni bien ninguno, me ha tocado entre ceja y ceja, y creo que me quedara senal.
SEVILLANA.- No sera nada, por mi vida. Llamaremos aqui un medico que la vea, que parece una estrellica.
Mamotreto VII
Como vienen las parientas y les dice la Sevillana
[SEVILLANA.-] Norabuena vengais. Asi goce yo de todas, que os asenteis y oireis a esta senora que ayer vino y es de nuestra tierra.
BEATRIZ.- Bien se le parece, que asi son todas frescas, graciosas y lindas, como ella, y en su lozania se ve que es de nuestra tierra. ?Cuanto ha, senora mia, que saliste de Cordoba?
LOZANA.- Senora, de once anos fui con mi senora a Granada, que mi padre nos dejo una casa en pleito por ser el muy putanero y jugador, que jugara el sol en la pared.
SEVILLANA.- ?Y duelos le vinieron! ?Teniendo hijas doncellas, jugaba?
LOZANA.- ?Y que hijas! Tres eramos y traiamos zarcillos de plata. Y yo era la mayor; fui festejada de cuantos hijos de caballeros hubo en Cordoba, que de aquellos me holgaba yo. Y esto puedo jurar, que desde chiquita me comia lo mio, y en ver hombre se me desperezaba y me quisiera ir con alguno, sino que no me lo daba la edad; que un hijo de un caballero nos dio unas arracadas muy lindas, y mi senora se las escondio porque no se las jugase, y despues las vendio ella para vezar a las otras a labrar, que yo ni se labrar ni coser y el filar se me ha olvidado.
CAMISERA.- Pues, ?guayas de mi casa!, ?de que vivis?
LOZANA.- ?De que, senora? Se hacer alhena y mudas y tez de cara, que aprendi en Levante, sin lo que mi madre me mostro.
CAMISERA.- ?Que sois estada en Levante? ?Por mi vida, yo pense que veniais de Genova!
LOZANA.- ?Ay, senoras! Os contare maravillas. Dejame ir a verter aguas que, como eche aquellas putas viejas alcoholadas por las escaleras abajo, no me pare a mis necesidades. Y estaba alli una beata de Lara, el cono puto y el ojo ladron, que creo hizo pasto a cuantos brunetes van por el mar Oceano.
CAMISERA.- ?Y que os hizo?
LOZANA.- No queria que me lavase con el agua de su jarrillo. Y estaba alli otra abacera, que de su tierra aca no vino mayor rabanera, villana, tragasantos, que dice que viene aqui por una bula para una ermita, y trae consigo un hermano fraile de la Merced que tiene una nariz como asa de cantaro y el pie como remo de galera, que anoche la vino a acompanar, ya tarde, y esta manana, en siendo de dia, la demandaba; y enviesela lo mas presto que pude, rodando. Y, por el Dios que me hizo, que, si me hablara, que estaba determinada comerle las sonaderas porque me pareciera. Y viniendome para aca, estaban cuatro espanoles alli, cabe una grande plaza, y tenian muchos dineros de plata en la mano, y dijome el uno: «Senora, ?quereisnos contentar a todos y toma?» Yo presto les respondi. ?Si me entendieron!
CAMISERA.- ?Que, por mi vida? ?Asi goceis!
LOZANA.- Dijeles: «Hermanos, no hay cebada para tantos asnos». Y perdoname, que luego torno, que me meo toda.
BEATRIZ.- Hermana, ?viste tal hermosura de cara y tez? ?Si tuviese asiento para los antojos! Mas creo que, si se cura, que sanara.
TERESA HERNANDEZ.- ?Anda ya, por vuestra vida, no digais! Subele mas de mitad de la frente; quedara senala para cuanto viviere. ?Sabeis que podia ella hacer? Que aqui hay en Campo de Flor muchos de aquellos charlatanes que sabrian medicarla por abajo de la banda izquierda.
CAMISERA.- ?Por vida de vuestros hijos, que bien decis! Mas, ?quien se lo osara decir?
TERESA.- Eso de quien, yo hablando, hablando, se lo dire.
BEATRIZ.- ?Ay, prima Hernandez, no lo hagais, que nos deshonrara como a mal pan! ?No veis que labia y que osadia que tiene y que decir? Ella se hara a la usanza de la tierra, que vera lo que le cumple. No querria sino saber de ella si es confesa, porque hablariamos sin miedo.
TERESA.- ?Y eso me decis? Aunque lo sea, se hara cristiana linda.
BEATRIZ.- Dejemos hablar a Teresa de Cordoba, que ella es burlona y se lo sacara.
TERESA.- Mira en que estais. Digamos que queremos torcer hormigos o hacer alcuzcuz, y si los sabe torcer, ahi veremos si es de nobis, y si los tuerce con agua o con aceite.
BEATRIZ.- Vivais vos, que mas sabeis que todas. No hay peor cosa que confesa necia.
SEVILLANA.- Los cabellos os se decir que tiene buenos.
BEATRIZ.- ?Pues no veis que dice que habia doce anos que jamas le pusieron garvin ni albanega, sino una princeta labrada, de seda verde, a usanza de Jaen?
TERESA.- Hermana, Dios me acuerde para bien, que por sus cabellos me he acordado, que cien veces os lo he querido decir: ?Acordaisos el otro dia, cuando fuimos a ver la parida, si viste aquella que la servia, que es madre de una que vos bien sabeis?
CAMISERA.- Ya os entiendo: mi hijo le dio una camisa de oro labrada, y las bocas de las mangas con oro y azul. ?Y es aquella su madre? Mas moza parece que la hija. ?Y que cabellos rubios que tenia!
TERESA.- ?Hi, hi! ?Por el paraiso de quien aca os dejo, que son alhenados por cubrir la nieve de las navidades! Y las cejas se tine cada manana, ya que el lunar postizo es porque, si mirais en el, es negro y unos dias mas grande que otros; y los pechos, llenos de panos para hacer tetas; y, cuando sale, lleva mas dijes que una negra, y el tocado muy plegado por henchir la cara, y piensa que todos la miran, y a cada palabra su reverencia; y, cuando se asienta, no parece sino deposito mal pintado. Y siempre va con ella la otra Marijorriquez, la regatera, y la cabrera, que tiene aquella boca que no parece sino tragacaramillos, que es mas vieja que Satanas; y salense de noche de dos en dos, con sombreros, por festejadas, y no se osan descubrir, que no vean el ataud carcomido.
BEATRIZ.- Decime, prima, ?mucho sabeis vos!, que yo soy una boba que no paro mientes en nada de todo eso.
TERESA.- Dejame decir, que asi dicen ellas de nosotras cuando nos ven que vamos a la estufa o veniamos: «?Veis las camiseras, son de Pozo Blanco, y baticulo llevan!» Osadas, que no van tan espeso a misa, y no se miran a ellas, que son putas publicas. ?Y cuando vieron ellas confesas putas y devotas? Ciento entre una.
CAMISERA.- Deja eso y nota que me dijo esta forastera que tenia un tio que murio con los callos en las manos, de la vara de la justicia, y debia de ser que seria cortidor.
TERESA.- Calla, que viene; si no, sera peor que con las otras que echo a rodar.
Mamotreto VIII
Como torna la Lozana y pregunta
[LOZANA.-] Senoras, ?en que hablais, por mi vida?