estuviera no haria un agujero demasiado grande. Solo la llevaba porque estaba muy asustada. Usted ha estado siguiendome toda la semana-. Ella se detuvo y arqueo las dos cejas a la vez-. ?Por que me ha estado siguiendo?

En vez de responder, Joe termino de leerle sus derechos, luego rodo apartandose de ella. Recogio la pequena pistola y se levanto con cuidado. No iba a contestar a sus preguntas. No cuando ni siquiera sabia que iba a hacer ahora con ella. No cuando lo habia acusado de ser un pervertido y un psicopata, intentando convertirlo en una soprano. No confiaba en si mismo para hablar con ella de nada mas que lo estrictamente necesario.

– ?Lleva mas armas?

– No.

– Ahora, muy lentamente, va a entregarme la rinonera, luego se vaciara los bolsillos.

– Solo llevo las llaves del coche -mascullo mientras hacia lo que le pedia. Sujeto las llaves en alto y las dejo caer en la palma de su mano. Joe las cogio y las metio en un bolsillo del pantalon. Tomo la rinonera y la volvio del reves. Estaba vacia.

– Coloque las manos contra la pared.

– ?Va a cachearme?

– Exacto -respondio, y senalo el muro de ladrillo.

– Le gusta hacer esto, ?verdad? -pregunto por encima del hombro.

Mientras su mirada paseaba por su trasero redondo y sus largas piernas, el deslizo la pequena pistola en la cinturilla de sus pantalones cortos.

– Exacto -repitio y coloco las manos en sus hombros.

Ahora que la tenia delante se dio cuenta de que no media uno setenta y cinco. Joe media uno ochenta y cinco y sus ojos estaban casi a la misma altura. Movio las palmas hacia abajo por sus costados, a traves de la espalda y alrededor de la cintura. Deslizo la mano bajo el borde de la sudadera y le palpo la cinturilla de los pantalones cortos. Sintio la piel suave y el aro de metal del ombligo. Luego deslizo la mano hacia arriba entre los monticulos de sus senos.

– ?Oiga, cuidado con esas manos!

– No se excite -advirtio-. Para mi es solo trabajo.

Despues palpo hacia abajo por sus piernas, luego se arrodillo para mirar en los reversos de los calcetines. No se molesto en tratar de palpar cualquier cosa escondida entre sus muslos. No era que confiase en ella, pero no creia que hubiera podido correr con un arma en las bragas.

– Una vez que este en la carcel, ?pago la fianza y me voy a casa?

– Cuando el juez fije la fianza y se pague, podra marcharse a casa.

Ella trato de volverse para mirarlo, pero las manos en sus caderas se lo impidieron.

– Nunca me han arrestado antes.

El ya lo sabia.

– ?Voy a ser arrestada de verdad? ?Con huellas digitales, fotos y todo eso?

Joe le palpo la cinturilla de los pantalones cortos una ultima vez.

– Si senora, con huellas digitales y fotografias de identificacion.

Gabrielle se giro, achico los ojos y lo fulmino con la mirada.

– Hasta ahora no creia que hablara en serio. Pensaba que trataba de ajustar cuentas conmigo por darle un rodillazo en… su parte privada.

– Apunto mal -aclaro Joe secamente.

– ?Esta seguro?

Joe se irguio, metio la mano en la parte trasera de sus pantalones cortos y saco las esposas.

– No es posible equivocarse en eso.

– Oh -sono realmente decepcionada-. Bueno, aun no puedo creer que me este haciendo esto. Si tuviera un poco de decencia admitiria que todo es culpa suya. -Hizo una pausa e inspiro profundamente-. Se esta creando mal Karma y estoy segura de que luego lo lamentara.

Joe la miro a los ojos y le coloco las esposas en las munecas. El ya lo lamentaba bastante. Lamentaba haber sido golpeado en el culo por una presunta delincuente, y lamentaba profundamente haber revelado su tapadera. Sabia que sus problemas solo acababan de empezar.

La primera gota de lluvia le golpeo la mejilla y Joe levanto la mirada al nubarron que colgaba sobre su cabeza. Tres gotas mas le dieron en la frente y la barbilla. Se rio sin humor.

– Jodidamente fantastico.

Capitulo 2

Por alguna razon, cada vez que Gabrielle habia imaginado un interrogatorio de la policia veia a Dustin Hoffman en Marathon man. Siempre era en una habitacion oscura, con un foco y un nazi enloquecido con un taladro de dentista.

La habitacion en la que se encontraba no era asi. Las paredes eran totalmente blancas sin ventanas que dejaran paso a los rayos del sol de junio. Sillas de metal rodeaban una mesa de madera barata con un telefono en uno de los extremos. Un poster, que advertia contra los peligros de las drogas, colgaba en la puerta cerrada.

En una esquina de la habitacion habia una camara de video, la brillante luz roja indicaba que estaba funcionando. Habia estado de acuerdo en que grabaran el interrogatorio. ?Que mas daba? Era inocente. Creia que si cooperaba, aceleraria todo el proceso y podria irse a casa antes. Estaba cansada y hambrienta. Ademas, los domingos y los lunes eran sus unicos dias libres y todavia tenia muchisimo que hacer antes del Coeur Festival del fin de semana siguiente.

Gabrielle respiro hondo varias veces, controlando la cantidad de oxigeno que inhalaba por miedo a perder el conocimiento o hiperventilar. «Elimina la tension», se dijo a si misma, «estas tranquila.» Levanto la mano y se paso los dedos por el pelo. No estaba tranquila y sabia que no lo estaria hasta que se fuese a casa. Solo entonces podria encontrar la paz interior y expulsar la carga estatica de su cabeza.

Las huellas de tinta negra manchaban las yemas de sus dedos y todavia podia sentir la presion de las esposas que ya no llevaba en las munecas. El detective Shanahan la habia hecho caminar a traves del parque bajo la lluvia esposada como una criminal, y su unico consuelo era que el no habia disfrutado del paseo mas que ella.

Ninguno de los dos habia dicho nada, pero se habia dado cuenta de que el se masajeaba el muslo derecho varias veces. Asumio que ella era la responsable de su lesion y supuso que debia sentir lastima, aunque no sentia ni una pizca. Estaba asustada y confundida; aun tenia las ropas humedas. Y todo por culpa de el. Lo minimo que podia hacer era sufrir con ella.

Despues de ser fichada por asalto con agravante a un oficial de policia -ademas de tenencia ilicita de armas- habia sido conducida a una pequena sala de interrogatorios. Frente a Gabrielle estaban sentados Shanahan y el capitan Luchetti. Los dos hombres querian saber algo sobre antiguedades robadas. Sus cabezas oscuras estaban inclinadas sobre un bloc de notas negro y debatian en voz baja. No sabia que tenian que ver unas antiguedades robadas con el cargo de asalto. Pero ellos parecian pensar que todo estaba relacionado y ninguno parecia tener intencion de explicarselo.

Incluso peor que la confusion era saber que no podia levantarse y marcharse cuando quisiera. Estaba a merced del detective Shanahan. Hacia poco menos de una hora que lo conocia, pero ya sabia que el no tendria piedad.

Habia pasado una semana desde la primera vez que lo vio parado bajo un arbol en Ann Morrison Park. Ella paso por su lado mientras hacia footing y no se habria fijado en el si no hubiera sido por la nube de humo que le rodeaba la cabeza. Probablemente no habria vuelto a pensar en el si no lo hubiese visto al dia siguiente en Albertson comprando una tarta helada. Esa vez se habia fijado en los poderosos muslos que rellenaban sus pantalones cortados y en el pelo que se le rizaba ligeramente bajo la gorra de beisbol. Sus ojos eran oscuros y la habian mirado con tal intensidad que un extrano escalofrio de placer se le extendio por la espalda.

Hacia anos que se habia jurado renunciar a los hombres impresionantes, solo causaban angustia y un caos

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