mas. Con la sola fuerza de su voluntad, Max lograba evitar que la realidad se interpusiese entre ellos.

Pero ?por cuanto tiempo?

CAPITULO 16

Dos dias despues de entrar en la casa de Sam, Lola y Max fueron interrogados por separado por la policia de Baltimore. Lola no llevaba todavia veinticuatro horas en casa cuando tuvo que llamar a su abogado y encontrarse con el en la comisaria de Durham. Max y su abogado contestaron a las mismas preguntas en Alexandria, pero como no habia pruebas que relacionaran a ninguno de los dos con el delito, ambos fueron liberados.

Los problemas con Sam por fin habian terminado. Se habian solucionado, tal como Max le habia prometido. Max era su heroe, pero amarlo era al mismo tiempo lo mejor y lo peor que le habia sucedido jamas. Y dia tras dia se enamoraba mas de el. Pasaban juntos todos los fines de semana, y a cada hora Lola se perdia mas y mas en el placer que la invadia al estar con el. El placer que le ofrecian sus calidos labios y sus fuertes manos. El potente pecho de Max contra sus pechos. Envuelta en la calidez de Max, Lola se sentia segura y protegida, como si nada malo pudiera suceder mientras estuviesen juntos. Cada vez que Max le daba un beso de despedida, la abrazaba con mas fuerza que la vez anterior. La retenia mas cerca, como si intentara absorberla al maximo.

Max no le habia dicho que la amaba. Todavia no. Solo hacia tres semanas que ella le habia confesado que lo queria, pero Lola estaba convencida de que Max le correspondia. Ningun hombre podia mirar a una mujer y acariciarla como Max sin estar enamorado. A pesar de eso, Lola deseaba escuchar esas palabras de sus labios.

Durante la semana, cuando no podian estar juntos, Max la telefoneaba cada noche y, de dia, mientras Lola se encontraba en el trabajo. Algunas veces solo le preguntaba si estaba disenando lenceria comestible.

– ?Tienes hambre, Max? -le preguntaba Lola.

– Si -respondia invariablemente-. Tengo hambre de ti.

Al cabo de muy poco tiempo, Lola solo vivia para recibir sus llamadas aunque las temia en igual medida. Cada vez que recibia una, Lola tenia miedo de que Max le anunciara que se iba a Bosnia, Afganistan o Irak, aunque suponia que no le revelaria su destino.

La vida que Max habia elegido estaba fuera del control de Lola. Ella nunca le pediria que cambiara por ella. Solo podia esperar que, a causa de los problemas que Max habia tenido en Nassau, el Gobierno le hubiera quitado la tabla de codigos y hubiera tachado su nombre de su agenda secreta.

Lola sabia que Max llevaba un buscapersonas en todo momento, pero tenia la esperanza de que el Gobierno hubiera perdido el numero. Aun asi, en lo mas hondo, Lola sabia que era solo cuestion de tiempo que el busca sonara. No tenia la menor duda de que eso sucederia.

Por desgracia sucedio antes de que Lola estuviera preparada para ello, durante el desayuno, un fin de semana en que Baby y ella habian ido a verlo. Max le habia tostado un bollo y habia preparado cafe, y habian planeado pasar el dia arrancando el papel de la pared de la cocina. Lola le habia llevado una foto de ella con Baby en un marco de plata que tenia galletas de perro grabadas. Habia traido la camara para hacerle algunas fotos a Max y sacar una de los tres juntos: ella, el y Baby. Como una familia de verdad.

Lola no tuvo oportunidad de hacer la foto. El busca sono mientras el tomaba su segunda taza de cafe y le daba a Baby un trozo de bollo. Las miradas de ambos, sentados a la mesa de la cocina, se cruzaron, y Lola lo supo. Ya estaba.

Max, que solo llevaba unos calzoncillos largos de color blanco, se levanto y se dirigio a su despacho, instalado en la parte trasera de la casa. En cuanto Lola oyo el sonido de la puerta que se cerraba, el estomago se le encogio y se sintio enferma. La sangre se le acumulo en la cabeza y el corazon se le acelero. Notaba una opresion en el pecho y era incapaz de reposar la vista en ningun lugar de la cocina. Ni en la cafetera, ni en la batidora, ni en el abridor magnetico pegado a la puerta de la nevera. Tampoco en el papel de pared que no iban a cambiar.

Cuando Max reaparecio, llevaba una bolsa de lona y su mochila. Una amarga sonrisa le deformaba los labios, y Lola vio en ella confirmada su peor pesadilla. Antes de que Max abriera la boca, Lola sabia que iba a decir.

– Tengo que irme, y no se cuando volvere.

Lola tomo a Baby en brazos y se levanto.

– Ni cuando ni si volveras, querras decir.

– Hablaremos cuando vuelva.

Lola sacudio la cabeza. Desde el principio se habia preguntado que haria cuando llegara ese momento.

– No puedo hacer esto, Max. Te quiero, pero no puedo vivir asi. No esperare a que vuelvas.

– No hagas eso, Lola. Podemos conseguir que esto funcione.

Max dejo las bolsas en el suelo y se dirigio hacia ella. Lola le detuvo con un gesto de la mano.

– No -respondio, aunque su corazon le pedia que le echase los brazos al cuello, que lo abrazara y nunca le dejase marchar-. No comprendo por que tienes que irte -le dijo, en un tono sorprendentemente tranquilo-. Solo se que te vas. No voy a pedirte que te quedes, Max. No voy a pedirte que te quedes por mi. Nunca te pediria eso. Ademas, se que no lo harias. Y eso es algo que no comprendo. Quiza porque te quiero. Quiza porque tu no me quieres de verdad -acabo Lola, enfrentandose a la posibilidad de que el realmente no la amara, de que sus propios deseos la hubiesen llevado a creer que en sus besos habia mas de lo que Max sentia, mas de lo que nunca sentiria-. Quiza si yo fuera una persona mas fuerte soportaria verte marchar sin saber si te pegaran, te torturaran o te dispararan. Si moriras en un pais del Tercer Mundo, solo, sin nadie que te coja de la mano. -La voz se le quebro y Lola meneo la cabeza-. No soy tan fuerte, y no quiero pasar por esto una y otra vez solo para que tu puedas satisfacer esa necesidad de arriesgar tu vida por gente a quien no conoces y por un gobierno que te arresto por un delito que no cometiste, solo para deshacerse de ti.

– No te vayas asi, Lola. -Max le acaricio el cabello. Su expresion angustiada se le clavo en el alma a Lola-. Hablaremos cuando vuelva. Por favor, quedate.

– Dime algo que me convenza de que me quede.

Max suspiro, despacio. Bajo las manos.

– Te quiero.

No era justo. Esas eran las palabras que ella habia estado esperando escuchar. Ahora le atravesaron el corazon, destrozandoselo. Lola estaba casi segura de que Max no le habia dicho eso a ninguna otra mujer antes, pero no era suficiente. Sentia lastima por el. Sentia lastima por si misma. Sentia lastima por la vida que nunca compartirian.

– Me merezco algo mas. Merezco a un hombre que me ame lo suficiente para desear envejecer conmigo.

– No es tan sencillo…

– Si lo es, Max.

– ?No! -Max cerro los punos-. Me estas pidiendo que abandone mi vida por ti. Me estas pidiendo que me convierta en alguien distinto de quien soy.

– No te estoy pidiendo que hagas nada. Te estoy diciendo que te quiero demasiado para contemplar como te dejas matar.

– No voy a morir, Lola.

– Si, si vas a morir. Quiza no esta vez, pero vas a morir. Y no pienso pasarme la vida preguntandome si hoy va a ser ese dia.

Lola miro por ultima vez sus hermosos ojos azules y se obligo a salir de la habitacion, dejando a Max de pie en la cocina asegurandole que la amaba y pidiendole que se quedara. Alejarse de el era lo mas dificil que habia hecho jamas.

Con su perro contra el pecho, Lola subio las escaleras hasta la habitacion de Max y recogio su bolso de viaje de Louis Vuitton. Su corazon herido le imploraba que se quedara, porque vivir con el era mejor que vivir sin el, asi que Lola se vistio deprisa. Casi esperaba oir los pasos de Max subiendo la escalera para decirle que habia cambiado de opinion o para pedirle otra vez que se quedase con el. Pero no los oyo.

Antes de irse, echo un ultimo vistazo a la habitacion. Miro la cama grande con el edredon a cuadros. En la

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