– No cambies de tema. ?Por que te lo dio a los dieciocho?
Max le beso los nudillos.
– Aparte de la ropa, eso era todo lo que mi padre tenia cuando se fue de Cuba. Llego sano y salvo, asi que penso que daba suerte. Cuando me aliste en la Marina, me lo regalo.
– Y esta claro que a ti tambien te ha dado suerte.
Max sonrio con la mano de Lola pegada a sus labios, y unas finas arrugas se le formaron en las comisuras de los ojos.
– Mucha suerte.
– No me referia a ese tipo de suerte.
– Yo si. ?Sabes que representa para un chico como yo estar aqui, contigo?
– No. Pero si se que representa para una chica como yo estar aqui contigo.
– No es lo mismo. Eres tan hermosa, que podrias…
Lola puso un dedo sobre los labios de Max.
– Te deseo. -Lola poso una mano sobre la mejilla de Max y lo miro a los ojos. Lo amaba tanto que le dolia. Ese sentimiento le pesaba en el pecho cada vez mas, hasta que no pudo contenerse-: Te quiero, Max.
Max se quedo quieto y la observo durante largo rato. Finalmente, con gran claridad, replico:
– No, no me quieres.
Lola no sabia que esperaba que le dijera Max, pero ciertamente no era eso.
– ?No te quiero?
– No. Solo estas pillada en la sensacion del momento.
Lola no daba credito a sus oidos. Se apoyo en un codo y clavo la vista en el.
– ?Que?
– Siempre sucede despues de un buen polvo. Cuando uno se queda agotado y no puede pensar con claridad.
– ?Te ha pasado alguna vez?
– No.
Lola se incorporo y se tapo los pechos con la sabana.
– A ver si lo he entendido bien. -Hizo una pausa para ordenar sus pensamientos y para intentar comprenderlo bien, por si acaso Max no estaba diciendo lo que a ella le habia parecido oir-. ?Crees que te he dicho que te quiero porque estoy bajo los efectos de un soberbio polvo gracias a tu maestria sexual?
Max tambien se sento y la ojeo con cautela, como si temiese que Lola le saltara encima en cualquier momento.
– Creo que es posible que eso tenga algo que ver -respondio, como si no fuera la primera vez que mantenia esa conversacion.
– ?Te sucede a menudo?
– ?El que?
– Que las mujeres se enamoren de ti por… por… -Lola hizo una pausa y le senalo con el dedo-. Porque las atontas con tu maravillosa polla. -Era tan engreido. Era una maldicion que Lola lo amase mas que nunca. Todo seria mas sencillo si no lo quisiera.
Max no le habia dicho que la amara. Le habia dicho que estaba obsesionado con ella, si, pero no que la quisiese. Saber que sentia el de verdad por ella la enfadaba casi tanto como le dolia.
– ?Sabes? -empezo Lola, echando las sabanas a un lado-. Me parece muy insultante. Te digo que te amo y me dices que estoy confundida. Como si fuera una estupida que no sabe diferenciar el sexo del amor. Tengo treinta anos. Conozco la diferencia, Max.
Lola se dirigio al lavabo, abrio las puertas, encendio la luz y se dijo que no iba a llorar. Se sentia herida y le dolia el pecho, pero con enorme alivio se dio cuenta de que estaba demasiado enfadada para llorar. Y se sentia como una estupida por haber expresado sus sentimientos.
– Lo minimo que puedes hacer es dar las gracias -continuo Lola mientras rebuscaba entre sus cosas-. Eso es lo que yo siempre he hecho cuando me he encontrado en tu situacion. Cuando alguien se comporta como un estupido y me dice que me quiere y yo no le correspondo. -Lola descolgo una bata de seda negra de la percha y se la puso. Ya le habian roto el corazon en alguna otra ocasion, pero nunca se habia sentido asi-. Y para que lo sepas -prosiguio dandose la vuelta y anudandose el cinturon de la bata a la cintura-, me enamore de ti antes de tu actuacion de esta noche. Me enamore de ti por muchas cosas que no tienen nada que ver con el sexo.
Max estaba sentado con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos.
– Yo no creo que seas estupida, Lola -dijo en voz tan baja que Lola casi no le oyo.
– Olvidalo. -Lola se giro hacia la puerta del lavabo-. Olvida lo que te he dicho. Lo retiro.
Justo cuando Lola abrio la puerta, Max se coloco detras de ella y la cerro. Con la mano apoyada a la altura del rostro de Lola, Max le dijo cerca del oido:
– No puedes retirarlo ahora.
– Si, si puedo.
– No. -Max apoyo todo su cuerpo contra el de ella, presionandola contra la puerta-. Te he oido. -Lola noto el calido aliento de Max en la sien-. Me amas, Lola. No dejare que lo retires. Nunca podras retirarlo.
Algo en la voz de Max aplaco el enfado de Lola: un profundo anhelo, un ruego mudo que se percibia en su tono, no en sus palabras. Se percibia en la mano con que le acariciaba su cadera y el vientre.
– No te vayas. -Max apoyo la cabeza contra la puerta-. Soy un idiota, lo se, pero no te vayas, Lola.
– No pensaba irme a ningun sitio. Solo iba a buscar mi maleta.
– Ah. -Max se aparto un poco y Lola lo miro.
– Pero es gracioso. Cuando has creido que me iba, has saltado de la cama como un rayo.
– Ha sido un calambre.
– Claro. Creo que te importo mas de lo que estas dispuesto a reconocer. Creo que estas asustado. Yo tambien lo estoy.
– ?Que es lo que te asusta?
Lola lo miro a los ojos.
– Que me he enamorado de ti -respondio- y que lo nuestro no tiene futuro. Que has aparecido de repente en mi vida hace muy poco tiempo. Que todo ha ido demasiado rapido y que te marcharas de la misma forma en que apareciste. Un dia me dare la vuelta y te habras ido.
Max sacudio la cabeza y respiro con fuerza.
– Mira, yo no se que va a suceder manana, o pasado, o la semana que viene. Solo se que cuando no estoy contigo pienso en ti. Nunca habia deseado tanto a una mujer como te deseo a ti. Y no es solo algo fisico. -Max le puso las manos a ambos lados del rostro-. Me gusta el olor de tu piel y el tacto de tu cabello entre mis dedos. Me gusta tu coraje y tu tenacidad. -Max apoyo su frente en la de ella-. Me gusta estar contigo, y juntos estamos bien. Y creo que cada vez estaremos mejor.
«Si, pero ?por cuanto tiempo?», quiso preguntar Lola. Al imaginar a Max solo en algun lugar, expuesto a los golpes o las balas de los malos, se le caia el alma a los pies, pero ?que podia hacer al respecto? No podia detenerle, del mismo modo que no podia evitar amarlo.
– No quiero dejarte ir -le dijo Max en un susurro-. Lo he intentado y no puedo. Solo de pensarlo me pongo enfermo.
– Pues no me dejes ir.
– No es tan sencillo.
– Lo se. -Entonces, Lola confeso su mayor miedo-: Me he enamorado de un hombre que se pone en peligro como si su vida no valiera nada. Pero tu vida significa algo para mi, Max, y no se cuanto tiempo podre soportarlo.
Max cerro los ojos y suspiro con fuerza. Cuando volvio a abrirlos, su mirada estaba llena de pasion. Acerco los labios a los de Lola y la beso, porque no habia nada mas que decir. Max no era un hombre que hiciera promesas que no fuera a cumplir. Le arranco la bata negra, y a Lola le parecio que la acariciaba por todas partes al mismo tiempo. Max le mostro su adoracion con manos y labios, y la llevo a la cama. Le hizo el amor otra vez, pero de forma mas desesperada, casi frenetica, como si al retenerla en el lecho mantuviera al mundo alejado de ellos.
Y funciono. Entre sus brazos, enredada entre las sabanas que conservaban el olor de Max, no existia nada
