Salto al asiento delantero y se puso el cinturon de seguridad. Ella tambien podia ser una profesional. Tal y como Max le habia dicho la noche en que acepto ayudarla, el fracaso no era una opcion. Ella no lo decepcionaria.
– ?Vas a ir con esos tacones? -le pregunto el mientras tomaban una salida y se dirigian a las afueras.
– Si, pero solo miden siete centimetros.
La luz dorada del salpicadero iluminaba el pecho y la garganta de Max. Solto algo en espanol y Lola penso que era mejor no pedirle que se lo tradujera.
– Me dijiste que llevara unos zapatos que no dejaran ninguna huella distintiva -le recordo.
– Tambien te dije que llevaras unos zapatos con los que pudieses correr.
– Puedo correr con estos.
Max emitio un resoplido burlon y ninguno de los dos dijo una palabra hasta que enfilaron una calle secundaria y aparcaron.
– La casa de Sam se encuentra a una manzana de aqui. Todas las fincas de esa calle dan al bosque -dijo Max, y miro a Lola.
En la oscuridad del interior del vehiculo, Max podia distinguir solamente la silueta de su rostro y sus ojos.
– Vamos a entrar por detras. -Max alargo el brazo y cogio su mochila de debajo del asiento-. Mantente justo detras de mi, igual que hiciste en la isla. No hables hasta que estemos dentro. -Max saco las llaves del contacto y apago las luces interiores-. Una vez que entremos en la casa, cortare la corriente del sistema de alarma. Eso dejara sin luz el resto de la casa.
– Sin luz, ?como vas a borrar el disco duro del ordenador de Sam?
– Tiene una bateria auxiliar que funcionara durante media hora. Habre terminado en la mitad de ese tiempo.
– ?Como lo sabes? ?Ya has estado dentro de la casa?
– Por supuesto. Yo no trabajo totalmente a ciegas.
Max abrio la puerta del coche y la cerro detras de si sin hacer el menor ruido. Lola se reunio con el delante de la rueda delantera derecha y, juntos, se alejaron de ese lado de la calle. Unos segundos despues, ambos se habian adentrado en el bosque de Maryland.
La vista de Max tardo unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad. Lola tropezo dos veces y, al final, metio la mano en el bolsillo trasero de los Levis de Max. La calidez del tacto de Lola se extendio por el trasero de Max y le abraso la entrepierna. Se pregunto si ella tenia idea de lo que estaba provocando en el, de la tortura que eso suponia para el. Se pregunto si se imaginaba que al verla en el aeropuerto, saliendo por la puerta y dirigiendose hacia el, habia estado a punto de arrodillarse para pedirle que le permitiese amarla.
Max cogio la mano de Lola y la saco del bolsillo. Sin soltarla, le dio un ligero apreton. Quitar la mano de Lola de su bolsillo era un paso mas para apartarla de su vida. No mas torturas. No mas celos. Sin embargo, la perspectiva de una vida sin torturas y sin celos lejos de ella no lo hizo sentir mejor.
Al cabo de cinco minutos, Max y Lola se encontraban en el patio trasero de Sam. Ambos se pusieron guantes de piel y fueron al garaje a asegurarse de que Sam se habia marchado. Estaba vacio. Max y Lola se desplazaron hasta la parte mas oscura de la casa y se agazaparon al lado de una de las ventanas del sotano. Max saco unas tenazas de su mochila y corto los cables de la corriente. La luz de lo que Max sabia que era la cocina se apago. Introdujo el cuchillo K-Bar en el marco de la ventana e hizo saltar el pestillo.
La ventana se abrio sin emitir ni un sonido, y Max entro primero. Luego ayudo a Lola a entrar y la tomo de la mano. Ambos atravesaron el sotano oscuro y subieron las escaleras hasta la cocina. La luz de la luna entraba por la puerta trasera mientras Max guiaba a Lola hacia una de las habitaciones.
– Cierra las cortinas -susurro Max, y se dirigio hacia una mesa arrimada a la pared. Se oia el suave zumbido de un ordenador y la luz del equipo de corriente auxiliar parpadeaba debajo de la mesa.
Cuando Lola hubo hecho lo que le habia pedido, Max saco una linterna de la mochila y se sento. Se coloco la linterna entre los dientes, enfoco el teclado con ella e introdujo un disquete en la unidad.
– Max -musito Lola, arrodillandose a su lado. Le puso una mano sobre el muslo y se coloco tan cerca de el que Max noto su aliento en su mejilla.
– ?Que pasa?
Cuando aparecio la linea de comandos del MS Dos en la pantalla, Max tecleo «wipeout d:» y pulso Intro; luego se saco la linterna de entre los dientes.
– Esta es la peor pesadilla que tu ex pueda tener. Una bomba nuclear. Es el programa que el Departamento de Defensa utiliza para borrar los datos de sus discos duros. O los discos duros de cualquier gobierno, terrorista o dictadorzuelo. -Max hurgo en su bolsa y extrajo una linterna pequena-. Busca por ahi los originales de las fotos y los negativos. No los encontre cuando estuve aqui la otra noche -le dijo, dandole la linterna.
Estaba seguro de que Lola no las encontraria tampoco, porque creia que estaban en la caja fuerte que habia en el lavabo.
– Traeme tambien cualquier disco de respaldo que encuentres.
Mientras Lola rebuscaba en el archivo, Max borro todo lo que habia en los otros discos duros. Se aseguro de que no quedara nada que pudiera ser recuperado, al tiempo que lanzaba miradas furtivas a la silueta de Lola: no sabia como la encontraba mas sexy, si con la piel de serpiente que se habia puesto esa noche o con ese jersey de cuello vuelto y esos tejanos.
– Lo unico que he encontrado es esta caja de CD. -Lola se acerco a Max.
– Ponla en la bolsa y sal al pasillo -le ordeno Max mientras sacaba el disquete con el programa de borrado.
– ?Por que?
– Porque voy a hacer estallar la cerradura de la caja fuerte.
Max se levanto, pero Lola lo agarro del brazo.
– Quiero quedarme aqui contigo.
– Lola, por favor, sal al pasillo. Yo vengo enseguida.
Max penso que Lola se lo discutiria, pero al final ella dio media vuelta y el tenue sonido de sus tacones se alejo cuando abandono la habitacion. Max cogio su mochila y se dirigio al lavabo. Abrio las puertas y encendio la linterna. Era una caja fuerte estandar de unos cincuenta centimetros, que debia de pesar unos ciento veinte kilos y tenia una cerradura de combinacion comun y corriente.
Si Max hubiera tenido mas tiempo, habria utilizado un aparato de escucha electronico para detectar la combinacion correcta de la caja. Pero no tenia tiempo, asi que rodeo la cerradura con un delgado cordon de espuma explosiva que penetro en las ranuras de la rueda de la combinacion. Luego adhirio un taco de explosivo plastico del tamano de medio chicle a la parte inferior de la rueda, inserto un dispositivo de detonacion de diez segundos y salio al pasillo. La explosion hizo mas ruido del que Max hubiera querido, pero no creia que los vecinos hubiesen oido nada.
– Vamos -le dijo a Lola.
Sin esperar a que el humo se despejara, Max entro en la habitacion La cerradura habia estallado y la puerta de la caja fuerte estaba abierta. Max ilumino el interior con la linterna: habia dinero en metalico, cajas de discos y varios archivos. Se coloco otra vez la linterna entre los dientes y revolvio entre los archivos.
– ?Bingo! -exclamo, y le paso a Lola un paquete de fotos con negativos incluidos.
– Gracias, Dios -susurro Lola.
– Max -la corrigio el mientras metia todo el contenido de la caja en la mochila.
– ?Que?
Max se quito la linterna de entre los dientes y se puso de pie.
– Gracias, Max.
– Si, gracias, Max.
Max guardo las infames fotos en la mochila y la cerro.
– De nada -le respondio el, y le dio un rapido beso en los labios-. ?Lista para salir?
– Oh, si.
Max la tomo otra vez de la mano y desanduvieron el camino por donde habian entrado. Incluso cerraron la ventana del sotano detras de si, y, cuando se encontraban en el bosque que lindaba con la parte trasera de la casa de Sam, Max consulto el reloj.
Treinta minutos.
