Lola se quedo sin respiracion y cerro los ojos. «Ya esta -penso-. Ahora se marchara y no volvere a verlo nunca mas.» ?Se enteraria ella si lo mataban? ?Se le ocurriria a alguien comunicarselo?
Max le tomo la mano y ambos se alejaron del grupo, hacia uno de los robles. La sombra de las hojas caia sobre la frente de Max y el sol le acariciaba los labios y las mejillas.
– Tienes que irte, ?verdad? -pregunto Lola antes de que el dijera nada-. Tienes que irte a una de tus misiones descabelladas para que te apaleen y te disparen.
Max dio un paso hacia ella.
– No me apalean.
Solo le disparaban.
– Te olvidas del aspecto que tenias cuando te vi por primera vez.
– Eso fue una excepcion. -Max le puso las manos sobre los hombros-. Normalmente, no me pillan ni me torturan. Esa fue la unica vez
– ?Torturan…? -Lola le apoyo una mano en el pecho y con dificultad agrego-: ?Te torturaron?
Max apreto los labios.
– Solo me maltrataron un poco; querian asustarme.
Ya era bastante malo que le dispararan y lo apaleasen. Pero ?tambien lo torturaban? A Lola le entraron ganas de llorar, pero se resistio a abandonarse al llanto. No lloraria por el. No lloraria por un hombre que asumia un riesgo tan estupido en su vida.
– ?Por que tienes que dejarte maltratar? ?No puede ir alguien mas?
– Tu no lo entiendes.
– Entonces explicamelo -le rogo, porque Max tenia razon: ella no lo entendia.
– Eso es lo que yo hago, Lola. Forma parte de mi. -Max aspiro profundamente y continuo-: Si no lo hiciera, no sabria quien soy.
– Serias alguien que viviria para ver salir el sol.
– Eso no es vivir.
Lola aparto la vista de sus ojos azules. ?Que podia responder a eso? Por alguna razon, Max consideraba que tenia que salvar el mundo, o al menos una porcion de el. Lo cual no estaria nada mal si el fuera Superman y las balas le rebotaran en el pecho. Parecia decidido a hacerse matar, y el problema de Lola era que eso no cambiaba sus sentimientos hacia el. ?Quien estaba mas loco de los dos?
– Nada de eso importa ahora. Era el movil, no el busca. -Max le puso los dedos en la barbilla y le levanto el rostro-. Encargue a un tipo que localizara a tu ex novio. Tienes razon. Vive en Baltimore. Tengo su direccion. Cuando vuelva de Charlotte el miercoles, investigare la zona.
Una ligera brisa transporto hasta Lola el olor de la camisa almidonada y la fragancia de la colonia de Max. No se marcharia para salvar el mundo. Aunque se sintio un poco aliviada, tambien sabia que cualquier dia sonaria el movil o el buscapersonas y el tendria que marcharse. Si lo mataban en cualquier pais extranjero, o durante una mision secreta, ?se enteraria ella? ?O, simplemente, nunca mas tendria noticias de el?
– Esta noche pensaremos un plan para que recuperes las fotos -dijo Max.
De repente, Lola se sintio muy pequena. Max estaba ofreciendole su ayuda. Estaba dispuesto a arriesgarse para ocuparse de su problema con Sam. Ademas, contaba con ella, cuando el preferia trabajar solo. Se merecia algo mas que la ira de Lola. Max era Max. No podia pedirle que cambiara solo para satisfacerla; lo unico que podia hacer era blindarse el corazon.
A una distancia de varios coches, Max siguio al ex novio de Lola hasta Camden Yards, en el centro de Baltimore. Los Orioles iban a jugar en Toronto el primero de tres partidos antes de salir de la ciudad. Max vio el coche de Sam entrar en Oriole Park y dio marcha atras hasta la sencilla casa blanca de las afueras. Aparco en la calle bajo la sombra de un roble. Max alcanzo el movil y llamo a Lola.
Lola respondio al tercer timbrazo y el sonido de su voz basto para que Max sintiese un retortijon en el vientre.
– ?Donde estas? -le pregunto.
– En el trabajo -suspiro Lola-. ?Donde estas tu?
– A unos treinta metros de tu ex. Esta en el partido de los Orioles, tal como sospechabas. -Max miro su reloj-. Voy a esperar a que anochezca para acercarme y echar un vistazo a su sistema de seguridad. Averiguare que juguetes necesitare pasado manana.
– ?Un arma?
– No creo que haga falta un arma.
– Vaya -dijo Lola. Sonaba decepcionada.
– A lo mejor llevare una pistola de descargas electricas -anadio Max para arrancarle una sonrisa a Lola.
– ?Podre zumbarle con ella?
– Espero que hayamos salido ya cuando el vuelva a casa.
– Me habria encantado zumbarle.
Max rio.
– Estas sedienta de sangre. Pero te dire que haremos: si te portas bien, te dejare ver el arma. -Bajo un poco la voz y anadio-: Quizas incluso te deje tocarla.
Pasaron unos instantes en silencio hasta que Lola dijo:
– ?Estas hablando de la pistola de descargas, Max?
– Si.
– Vale -contesto Lola, pero no parecia convencida-. Entonces nos vemos el viernes.
– Si, te recogere en el Ronald Reagan a las seis.
Max repaso rapidamente el plan del que habian hablado durante el fin de semana. Habia cambiado de opinion respecto a disimular el aspecto de Lola para que pudiese entrar y salir de la ciudad sin que nadie la reconociera. Cualquier disfraz la haria aparecer como culpable, y cuando Sam se diera cuenta de que alguien habia borrado su disco duro y de que las fotos habian desaparecido, ella seria la primera persona de quien sospecharia. Max pensaba ser la coartada de Lola, asi que no les convenia en absoluto dar la impresion de que se estaban escondiendo.
Imaginaba que la policia interrogaria a Lola (y tambien a el), pero no tendrian ninguna prueba que los relacionara a ambos con el caso. Sin pruebas, el caso quedaria archivado y seria uno de tantos sin resolver en una zona en la que se cometian bastantes delitos.
– ?Estas seguro que es lo mejor? -pregunto Lola cuando Max hubo terminado.
– Si. Nos esconderemos a la vista de todo el mundo. Deja que todo el mundo se entere de que te encuentras en la ciudad.
Max penso en el vestido rojo que Lola llevaba la noche que el la habia visitado en su casa. Le habia gustado ese vestido. Era elegante y atrevido al mismo tiempo. Luego, Lola se habia puesto unos
– Podriamos comportarnos como si no pudiesemos quitarnos las manos de encima el uno al otro. Como si estuvieramos muy calientes. Asi, cuando nos vayamos de un bar que conozco, la gente creera que nos vamos directamente a la cama en vez de a casa de tu ex.
– Aja. ?Estas seguro de que funcionara?
– Si, estoy seguro. Asi que ponte algo memorable -anadio antes de colgar.
Max dejo el telefono en el asiento del copiloto y se dispuso a esperar el atardecer. Recosto la cabeza en el respaldo, cerro los ojos e intento dormir un poco, pero sus pensamientos sobre Lola le impedian conciliar el sueno.
Al final, habia estado todo el fin de semana con ella, y tenia la sensacion de haber pasado casi todo ese tiempo en el sofa purpura, rodeado de esos cojines con puntillas mientras
Lola no lo habia obligado a pasar seis horas viendo
