– ?No reconsideraras tu decision de marcharte?
Los labios de Bree se curvaron en una sonrisa caritativa.
– De acuerdo. Supongo que has estado sometido a una gran tension. Todos decimos cosas que no sentimos cuando estamos tensos. Tomemos una taza de te,
– Te he pedido que te quedes, Bree. Y puedo asegurarte que me encuentro en mi sano juicio y que lo digo sinceramente.
Capitulo 4
– Jess me confunde.
– Por favor, Simon. Es tu hija.
Bree rebusco en su bolso. Saco una barrita de galleta recubierta de chocolate y le dio un bocado. Simon le habia pedido que fuera a su despacho para hablarle. Bree habia aceptado porque queria escucharle y satisfacer su curiosidad. Simon siempre cerraba el despacho con llave.
Como el resto de la casa, el despacho estaba atestado de un baturrillo de objetos cubiertos con sabanas polvorientas. Simon habia despejado un rincon para su santuario electronico. El ordenador, un modem, un fax, una impresora. Bree se figuro que Jess podia destruir todo el montaje en cuestion de segundos. Ella no hubiera confiado en las cerraduras, habria levantado barricadas.
– Escucha, no te pido que te quedes para siempre, solo unos cuantos dias, hasta que consiga localizar a mi ex mujer. No creo que sea mas de dos o tres dias. Liz nunca me habia dejado a Jess sin darme un numero de telefono o una direccion.
– Simon…
– Tu escuchame, ?de acuerdo? Llevo una empresa de consultas y asesoramiento de ingenieria. Eso implica plazos muy cortos y viajes rapidos, pero puedo hacer el trabajo real en cualquier sitio donde haya una terminal de ordenador y un fax. Debe de ser una de las razones por las que Fee me designo como ejecutor de su testamento. Por lo visto creia que yo era mas flexible que los demas miembros de la familia.
– ?Quien es Fee?
Bree le quito el envoltorio a la otra mitad de la barra de chocolate. Para ella, cualquier persona que pensara que Simon era flexible necesitaba urgente tratamiento psiquiatrico.
– Mi tio abuelo. La ultima vez que lo vi tenia cinco anos. Se refugio aqui casi toda su vida fingiendo que su familia no existia. Nunca habia visto su casa, que por algun terrible designio del destino parece ser mia, ni su contenido, que no es mio y por eso constituye otra pesadilla.
– Simon…
– La casa no esta en condiciones pero mucho menos para que viva una nina. Hay problemas con el agua y con la calefaccion. Podria ocuparme de la alimentacion de Jess si hubiera microondas y existen un millon de objetos que no puede tocar. Esto, por ejemplo.
Simon se levanto y aparto la sabana que cubria un objeto que habia estado a sus espaldas. Bree estuvo a punto de atragantarse. Habia estado sentada junto a lo que parecia ser el esqueleto de un carnivoro a juzgar por los dientes.
– El tio de Fee mantenia una especie de museo de dinosaurios. Estan por todas partes. Quitas una sabana pensando que vas a encontrarte un mueble clasico y descubres un monton de huesos que te miran llenos de polvo.
Simon volvio a sentarse sin preocuparse de tapar el fosil.
– Esto queda demasiado lejos para ir y venir diariamente desde Siux Falls, donde vivo. Tampoco puedo desentenderme, soy responsable. Hay piezas que valen una verdadera fortuna pero no puedo mover un dedo hasta que todo este catalogado. Entre tanto, tengo que trabajar en una inversion de cuatro millones de dolares. Mis clientes piensan que el dinero crece en los arboles. Soy bastante habil para hacer dinero pero no tengo idea de lo que tengo que hacer con una nina de cuatro anos especializada en terrorismo casero. Por favor, ?no te quedaras unos cuantos dias?
Bree no pudo evitar una sonrisa. Simon hablaba como si fuera la ultima apelacion de un condenado a muerte. Bajo aquella expresion granitica habia una personalidad bien definida. En realidad, no estaba tan desesperado pero ella nunca habia sospechado que poseia un sentido del humor ironico y seco. Incluso nunca habia sospechado que se relajaria lo bastante como para mantener una conversacion normal con ella.
– Comprendo que estas entre la espada y la pared,
– Mil pavos por tres dias.
– ?Simon!
– Mil quinientos. ?Maldita sea! Nunca la he visto cogerle a nadie el carino que te ha cogido a ti. Y el sentimiento es mutuo. Te he observado con ella y…
– Courtland, ?quieres dejar de pensar como un financiero y relajarte cinco segundos?
Bree paso sus largas piernas sobre el brazo del sillon en que estaba sentada. La barrita de chocolate le habia fallado. Habia esperado que le sirviera como una dosis extra de cafeina. Necesitaba sacar fuerzas de algun sitio porque se daba cuenta de que se estaba ablandando.
Si antes se habia sentido tentada de reir, ahora tenia ante si a un hombre sobrecargado de trabajo presionado por todas partes, que tenia que cuidar de una golfilla que no tenia ningun respeto por las palabras paz y tranquilidad.
Tanto la impresora como el fax vomitaban tiras de papel que llegaban al suelo. Simon no les prestaba mas atencion que ella misma, aunque se habia subido las mangas de la camisa en un gesto automatico, seguia con la vista fija en su rostro. Habia estado tranquilo durante un minuto, lo que probablemente constituiria todo un record. Sin embargo, Bree no sabia que decision debia tomar. Siempre habia sido muy susceptible a que la gente la necesitara y siempre lo seria. No le habria costado nada decidirse si el unico problema hubiera sido Jessica.
Se dijo a si misma que no temia a Simon, sino mas bien la molestaba. No era un estirado pomposo. Bastaba con ponerlo al sol y ensuciarlo un poco, colocarle una sonrisa en los labios para convertirlo en un hombre fuera de serie. Ella nunca se habia sentido atraida por los fuera de serie pero se preguntaba que hacia falta para hacerle sonreir. Se preguntaba cuantos anos llevaria siendo tan duro consigo mismo y si era consciente de su soledad.
– Mira, Bree…
– ?Que tal dormiste anoche? -le interrumpio ella.
– ?Anoche? ?Que tiene que ver con…?
– Ya se que parece una pregunta tonta pero podias complacerme.
– Dormi bien -dijo el en tono impaciente.
No habia ningun destello delator en sus ojos grises, ninguna vena pulsando en su cuello, ningun cambio de expresion en su rostro masculino. Pero Bree no necesitaba un detector de mentiras para estar absolutamente segura. Simon podia ser un producto plastificado de Wall Street pero no era un mentiroso. Era probable que prefiriera morir antes que ver comprometida su integridad, lo que llevaba a Bree a la misma conclusion. Simon no tenia ningun recuerdo de sus actividades y merodeos nocturnos.
El debio presentir su vacilacion porque sus ojos se entornaron para observarla.
– Dos mil.
– ?Simon! -exclamo ella poniendose en pie-. Si vuelves a mencionar el dinero una vez mas saldre por esa puerta tan rapido que te dara un mareo. Me sentire feliz de cuidar de Jess un par de dias siempre que lleguemos a un acuerdo -dijo sabiendo que cometia un error.
– Magnifico.
– Aun no has oido los terminos del acuerdo. En principio, nada de dinero.
– ?Que? Pero todo el mundo necesita…
– Si vuelves a repetir la palabra dinero el acuerdo queda roto. Segundo, la que cocina soy yo. Te mantendras apartado de mi cocina.
– Supongo que no me sera muy dificil -comento el ironicamente.