– Simon, quiero que te vayas. Ahora mismo. Vete a la cama.

No hubo ningun cambio en la manera en que siguio mirandola a la luz de la luna. Sin embargo, la obedecio. Bree sintio una ultima caricia en la mejilla y un peso que dejaba el colchon. Con la misma lentitud de un gato al acecho, Simon se dirigio a la puerta.

Bree salto fuera de la cama. Logro abrir la puerta y apartar la silla en el mismo momento en que el salia.

– ?Hola!

Bree abrio un ojos. Se dio cuenta de que habia vuelto a dormirse. Jessica estaba sentada con las piernas cruzadas a los pies de la cama, se rascaba una pequena costra en la rodilla. El atuendo que habia escogido para el dia eran unas mallas de color naranja fluorescente, tres pares de calcetines y una de las camisas blancas de su padre.

– ?Quieres que hagamos pasteles? -pregunto llena de ilusion.

– No puedo. ?No te acuerdas de que me tengo que marchar esta manana? Lo hablamos ayer.

Con la cabeza todavia confusa, miro a las puertas de la terraza que estaban cerradas. Luego miro a la puerta que daba al pasillo. Estaba abierta cuando ella recordaba haberla cerrado.

– Carino, ?como has entrado?

Jessica metio la mano en el bolsillo de la camisa y saco una llave de laton larga y brillante que volvio a guardar sin comentarios.

– ?Sabe tu papa que la tienes?

– Papa lo sabe todo -le informo la nina-. Si te vas me morire.

Bree se incorporo y abrazo con fuerza a la pequena.

– Nos lo pasamos bien ayer, ?a que si?

Los ojos tristes de Jess siguieron sus evoluciones mientras se vestia. Se peino y doblo su saco de dormir mientras ignoraba las protestas de su estomago vacio con la misma determinacion con la que ignoraba el reproche en la mirada de Jess.

Dos noches con un sonambulo eran mas que suficiente. Estaba segura de que cuando hubiera puesto unos mil kilometros de distancia entre ellos seria capaz de apreciar el humor que habia en toda la situacion. No obstante, durante dos noches, un hombre al que casi no conocia habia convertido la oscuridad en magia haciendo que ella se derritiera como la mantequilla al fuego, conmoviendola por dentro y por fuera. Y lo habia encontrado en un lugar imposible. Pero habia unas cuantas pegas. En primer lugar, Simon no tenia ni idea de lo que habia hecho. Bree no podia soportarle a la luz del dia.

«Mueve el trasero y sal de aqui antes de que te metas en mas problemas», se urgio a si misma.

No obstante, tenia que demorarse unos cuantos minutos. Se arrodillo junto a su desconsolada amiga.

– Necesito una sonrisa para marcharme, «Chere». Y no pongas esa cara, no hace una manana para estar triste. Ya se que nos divertimos mucho ayer. Pero no vas a necesitarme. Estoy segura que tu padre habra localizado a tu mama y…

– No importa. Me quedo con el.

– Ya se que es lo que tu quieres -dijo acariciandole los bucles.

Una de las razones por las que se habia quedado el dia anterior habia sido la aparente ineptitud de Simon para cuidar de su hija. Pero, ?que clase de madre abandonaba a su hijo sin explicaciones? Todavia no conocia la historia de la madre pero habia pasado el dia en compania de una de las ninas mas traviesas y creativas que habia conocido en su vida. Eso solo podia ser posible si habia crecido con amor y cuidados infinitos.

– Ayer me contaste muy poco de tu mama. Claro, que la querras mucho.

– Un monton.

– Apuesto a que debe estar echandote de menos.

– Yo tambien la echo mucho de menos pero me quedo con papa. Lo tengo decidido. Puedo cuidarme yo sola pero seria mucho mas facil que tu te quedaras. Es muy dificil que una sola persona pueda cuidar de el.

Bree penso que haria falta mas de una legion entera para hacerse cargo de Simon pero se guardo mucho de comentarlo con su hija.

– Tengo que irme, carino. Lo siento.

– Por favor, Bree. ?Por favor?

Aquellos ojos de cordero degollado no tuvieron el menor efecto sobre ella. Dio gracias por haber desarrollado su fortaleza en aquel ano. Fue rapidamente al bano y sin detenerse salio de la casa.

Fuera, respiro profundamente para llenar sus pulmones de aire fresco. Le dio unas palmaditas de despedida a uno de los leones y comenzo a guardar sus cosas en el diminuto maletero del Volkswagen. El sombrio Mercedes de Simon estaba junto a los graneros que suplicaban una mano de pintura. Bree mantuvo los ojos fijos hacia el otro lado.

La noche de la tormenta habia salido de las tierras malas pero desde alli se divisaban los pinaculos de roca y las mesetas que habian llamado su atencion fascinandola. Todavia habia mucho mundo por explorar. ?Podia hacer lo que quisiera! ?Podia ir a cualquier parte!

Se obligo a si misma a no pensar tonterias y a reconocer que estaba a punto de echarse a llorar. No podia creer que le hubiera cogido tanto apego a los dos Courtland en poco mas de veinticuatro horas. Estaba ajustandose el cinturon de seguridad cuando la puerta principal de la casa se abrio de un golpe.

– ?Esta contigo?

– ?Jessica? -dijo ella sintiendose mejor al verle.

Oir su tono dominante disminuia la pena de marcharse. Simon bajo los escalones que le separaban del coche de dos en dos.

– Por supuesto que me refiero a Jessica. ?Conoces a otra terrorista de cuatro anos por aqui? ?No esta contigo?

– No.

– ?Y no la has visto?

– No en los ultimos quince minutos. Tampoco puede estar muy lejos.

A su pesar, Bree se encontro mirando su rostro. Despues de su primer encuentro nocturno habia estado seguro de que el no recordaria nada. Pero esa manana pensaba lo contrario. ?Como podia un hombre besar con tanta dinamita y no acordarse?

– ?Estas seguro de que no esta en la casa?

– La he estado llamando mas de cinco minutos.

– Bueno, no puede haber salido por la puerta principal porque entonces la hubiera visto…

– Tiene que ser por tu culpa.

– ?Mi culpa?

Bree se desabrocho el cinturon y salio del coche. El viento le revolvio los cabellos mientras se encaraba con el. Era la irritacion lo que hacia que su corazon latiera de aquella forma y no la proximidad de Simon. Era capaz de tomar cianuro antes de admitir que le atraia… al menos durante el dia.

– No se por que piensas que es culpa mia pero es evidente que estas nervioso. Acabo de verlo. Solo porque no haya acudido a tu bramido dictatorial no has de pensar que se ha perdido.

– No he dicho que se haya perdido -repuso el sin intentar negar el bramido dictatorial-. Jessica tiene la costumbre de esconderse cuando las cosas no se hacen a su gusto. Debes haberle dicho algo -aseguro mirandola con los ojos entrecerrados.

– No creo que yo…

Bree se interrumpio y trago saliva al recordar lo decidida que estaba Jess a que se quedara.

Simon puso los ojos en blanco.

– Sabia que tenia que ver contigo.

Echo una mirada a su alrededor y sus ojos se iluminaron al posarse en los graneros. Bree les habia echado un vistazo el dia anterior y sabia que no eran un buen sitio para un nino pues amenazaban ruina.

– No habra ido a los graneros.

– Se habra escondido en el sitio que mas pueda asustarnos -la corrigio el.

De inmediato echo a andar por entre las malas hierbas hacia los graneros. Bree no lo dudo un momento. Salio en su busca.

– Me encargare del que esta mas lejos.

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