«Todavia no. Por favor, Liz. Necesito unos pocos dias mas. Por favor».
– ?Cachito! -grito la mujer desvaneciendo toda sombra de duda.
Por un momento, Jess parecio debatirse entre la ansiedad y la alegria. Pero, al final, bajo corriendo los escalones para arrojarse a los brazos de su madre.
Liz era casi tan alta como Simon. Tenia un porte regio digno de una escultura. Llevaba una camisa de color crema y unos vaqueros oscuros. Estaban algo arrugados por el viaje pero parecian hechos a su medida.
«Poderoso caballero…», penso Bree.
Quiza Liz no tuviera dinero pero aparentaba tenerlo. Pasaron unos minutos antes de que Liz alzara la mirada y la viera.
– Mama, esta es Bree.
– Ya lo suponia -dijo Liz yendo hacia ella con la mano extendida-. Simon me hablo de ti cuando le llame. Me alegro de conocerte.
Ni la pose ni su belleza clasica podian ocultar unos dedos temblorosos. Liz estaba nerviosa. Bree vio las lineas de la tension en su rostro cuando intento sonreir.
Bree habia estado predispuesta en contra de Liz. Aunque la habia admirado como madre, su lealtad estaba del lado de Simon. Ella le habia utilizado para luego tirarlo por la borda. Pero no iba a resultar tan simple. Se descubrio a si misma simpatizando con aquella mujer.
No era una persona fria que usara a la gente, era una mujer desamparada. Sabia que su llegada significaba el comienzo de la cuenta atras para su partida pero se sentia incapaz de culparla. Liz tenia bastante con sus propios problemas.
– Pasemos dentro -invito Bree-. Le dire a Simon que estas aqui.
– Quiza se enfade. Deberia haber llamado.
– No se enfadara -le aseguro Bree.
– No quiero molestarte…
– No molestas a nadie. A todos nos encanta que hayas venido. Te preparare un poco de te helado. Debes tener sed.
Simon aparecio por las escaleras frunciendo el ceno.
– Bree, ?que sucede?
Liz enderezo los hombros con mucho cuidado.
– Hola, Simon.
– Liz.
Bree tuvo la sensacion de que Simon queria que desapareciera y lo dejara a solas con Liz. Estaba sucediendo algo que ella no entendia pero no era el momento de pedir explicaciones.
– ?Que tal si preparo algo de beber para todos? Estoy segura de que Jess se muere de ganas de ensenarle la casa a su mama. Quiza luego os dejamos solos mientras preparamos la cena.
Una hora despues, Bree tenia a Jessica sobre una silla, limpiando lechuga en el fregadero. Era su trabajo preferido. Bree trataba de idear un menu que girara en torno a la ensalada. ?Ternera empanada? ?Pasta? ?Tendria tiempo para hacer una tarta de mandarina? ?Habria algun libro que especificara como habia que servir a una ex esposa?
Observo a Jessica. La pobre nina estaba muy tensa. No dejaba de mirar hacia la puerta mientras limpiaba las hojas de lechuga con dedos nerviosos. Sabia que sus padres estaban hablando, que su madre habia ido a llevarsela.
Las nubes se habian espesado tanto que la cocina se habia transformado en una habitacion triste y oscura. Acababa de encender la luz cuando entro Liz palida como la ceniza.
– ?Hola, Cachito! Tu papa me ha contado lo bien que te lo has pasado. ?Te gusta estar aqui?
– Me encanta, mama.
Liz le sonrio a su hija pero a Bree no se le escapo el dolor que habia en aquella sonrisa.
– Tu papa dice que te gustaria quedarte.
– ?Si, mama!
– ?Ah! Eso esta muy bien. Si quieres puedes quedarte. Por ahora. No para siempre sino por ahora, ?de acuerdo?
Era lo que Jess habia esperado. No obstante, durante una decima de segundo, la pequena miro a Bree con expresion desesperada. Bree la vio pero en esos momentos estaba pensando en que Simon habia presentado batalla por su hija.
– Si crees que para mi resulta facil dejarla estas muy equivocada.
Bree se dio cuenta de que se habia quedado absorta en sus pensamientos. La nina habia desaparecido y se hallaba en la cocina a solas con la ex mujer de Simon.
– Liz, nunca he dudado de lo mucho que quieres a Jess.
– Siempre ha preferido a su padre. Cuando era un bebe, Simon solo tenia que entrar en su cuarto para que ella dejara de llorar. Son almas gemelas. Hace seis meses me levanto de madrugada y me hizo llamarle. Habia tenido un accidente de circulacion, no habia resultado herido pero era como si ella lo supiera.
Liz miro por la ventana la formacion de la tormenta y sacudio la cabeza.
– Hace unas semanas se obsesiono con la idea de estar con su padre. Nunca se que hacer. ?Como puede una nina tan pequena ser tan cabezota? Si de verdad quiere vivir con su padre en vez de conmigo…
– Si te sientes culpable me parece que no hay necesidad. Cuando yo era nina mis preferencias se alternaban de papa a mama con la misma rapidez que cambia el viento. Quiza Jess este en una epoca en la que necesite a Simon pero eso no quiere decir que te quiera menos.
Liz cruzo los brazos sobre el pecho.
– ?De verdad lo crees?
– No lo creo, lo se.
– Me preocupa mucho que sea por algo que yo haya hecho. Temo haberle fallado como madre.
– ?Por el amor de Dios! Liz, serenate y echa un vistazo. Jess es un diablillo maravilloso, brillante, inteligente, maliciosa, con un corazon mas grande que esta casa. ?A eso le llamas haber fallado?
– Bree -dijo Liz con una expresion diferente en sus ojos.
– Si, dime.
– No es dificil entender por que mi hija piensa que eres algo muy especial. Simon tambien lo cree. No se lo que le habras hecho pero es un hombre completamente distinto.
– ?Distinto?
– Nunca habia hablado con el como esta tarde. Normalmente solucionamos los asuntos pendientes y al final me pregunta si necesitaba dinero. Eso era todo. Dos extranos podrian mantener la misma conversacion.
Bree no sabia lo que decir. La situacion era bastante incomoda.
– No era diferente cuando estabamos casados. Era bueno y considerado conmigo. Cuando lo conoci me enamore en seguida. Era muy atractivo y seguro de si mismo. Habia llegado muy alto a pesar de ser tan joven. Nunca habia conocido a nadie que fuera tan fuerte. Sabia que era reservado pero pense que con el tiempo acabaria abriendose hacia mi. Nunca llegue a tocarle, nunca llegue a su interior, no de una manera importante. Tu si.
– Escucha, Liz…
– Ya se. Es una conversacion un tanto extrana y no esperabas oir esto de su ex esposa. Pero, yo mejor que nadie, estoy en posicion de saber que te necesita.
Liz sonrio sinceramente y cambio de tema.
– Parece que va a haber una buena tormenta. Sera mejor que me vaya pero quisiera ver a Jess antes.
Bree necesitaba moverse. Corto todo lo que encontro a mano para la ensalada. Puso a hervir el agua para la pasta y empapo la ternera suficiente como para alimentar a todo un regimiento. Pero seguia escuchando las palabras de Liz.
«Nunca llegue a tocarle, nunca llegue a su interior, no de una manera importante. Tu si».
La tormenta habia estallado en la lejania pero en los alrededores ni siquiera habia empezado a llover. La cocina se lleno de olores familiares pero Bree seguia inquieta. Queria creer en las palabras de Liz pero no se atrevia.
La verdad estaba ante sus ojos. Simon se encontraba perfectamente. En las ultimas semanas habia