aquel castillo, con el carino de Angus, con su afecto por el maravilloso jardin y su amor por Rose, habia conseguido volver a la vida. Durante los ultimos meses habia vuelto a ser la Susie de siempre, alegre, mandona, llena de planes…

La muerte de Angus habia sido esperada, un final en paz para una larga y feliz vida, pero Kirsty sabia que su hermana gemela aun no la habia aceptado del todo.

Ella era medico y lo habia visto antes. Querer y cuidar de alguien hasta el final, viendo como se va, pero sin poder aceptar la realidad de que aquel era el final.

– ?Y que vas a hacer?

– Me vuelvo a casa. A Estados Unidos. Manana mismo si es posible.

– No creo que consigas el pasaporte para Rose en un solo dia.

– Ya tengo su pasaporte preparado. Solo tengo que organizar algunas cosas de ultima hora. ?Puedo quedarme en tu casa hasta entonces?

– Supongo que si -contesto Kirsty, organizando mentalmente su casa para acomodar a su invitada-. ?Pero por que? ?Como es?

– Es guapisimo.

Silencio.

– Ya veo -murmuro su hermana-. ?Y por que quieres venir a mi casa? ?No confias en ti misma?

– No, no es eso.

– ?No?

– No -contesto Susie-. Es que… no es como Rory y no es como Angus y no soporto que este ahi. Que sea el dueno de todo. No sabe nada del castillo, ni de la familia. Ni de nada.

– Es normal.

– No es normal. Lleva mocasines de ante.

– Ah, ya.

– No te rias de mi, Kirsty Cameron.

– ?Cuando me he reido yo de ti?

– Todo el tiempo. ?Puedo ir a tu casa?

– No, esta noche no. Tengo que airear la habitacion de invitados…

– ?Kirsty!

– Es que acabo de pintarla y huele a pintura. No creo que te pase nada por dormir en el castillo una noche. ?O quieres que vaya a hacerte compania?

– No, no. El se ha ofrecido a dormir en el pub esta noche, asi que supongo que es inofensivo. Le he dicho que podia quedarse.

– ?Quieres llevarte a Boris?

– Boris no es precisamente un perro guardian.

– Pero siempre ha cuidado muy bien de nosotras -replico Kirsty, indignada. En fin, Boris era un mestizo jugueton que se acercaba a todo el mundo, pero siempre les habia sido muy fiel.

– Si, es verdad -asintio Susie, riendo-. Es estupendo. Pero estoy bien. Le dare de cenar a lord Hamish Douglas y luego me ire a dormir.

– Me parece muy bien.

– Pero ver como vende el castillo… Kirsty, no creo que pudiera soportado.

El castillo era fantastico.

Mientras Susie terminaba de hacer su tarea en el barro, Hamish aprovecho la oportunidad para explorar. Y se quedo helado.

Era una construccion de piedra asombrosa, con una mezcla de grandeza… y un toque kitsch. El viejo lord no habia ahorrado un centimo construyendo un castillo como debia ser construido un castillo para que durase quinientos anos o mas. Pero en aquel fantastico edificio habia muebles que no eran tan grandiosos.

A su tia Molly le encantarian aquellas cosas, penso, haciendo una mueca al ver un horrible candelabro de plastico, las plantas de plastico y las copias baratas de mesas y sillas Luis XIV. Era tan horrible que resultaba hasta brillante.

Luego abrio la puerta de un cuarto de bano y descubrio a la reina Victoria mirandolo desde un enorme retrato. Hamish solto una carcajada. Un hombre no podia hacer lo que tenia que hacer bajo esa mirada. Tendria que encontrar otro cuarto de bano o quiza ir al pub.

Mas exploracion.

Encontro otro bano, este con un candelabro tan grande que casi se salia por la puerta. El retrato que habia alli era de Enrique VIII. Muy bien. Podia soportar a Enrique.

Habia cinco habitaciones vacias y eligio una que tenia una enorme cama con dosel y una vista del mar que te dejaba sin aliento.

Decidio entonces que alojarse alli no seria tan horrible.

Susie seguia trabajando en el jardin y se quedo mirandola un momento… no, alojarse alli no iba a ser tan facil.

?Que habia dicho? Que se habia enamorado del castillo, de sus gusanos del jardin…

Y habia llorado.

Y, por el temblor de sus hombros, parecia seguir llorando.

A el no le gustaban las lagrimas.

La sonrisa que tenia en sus labios desde que vio el retrato de la reina Victoria desaparecio entonces, de repente. Hamish se dispuso a sacar sus cosas de la maleta y colocarlas en el armario. Las camisas bien colgadas, los zapatos alineados.

Marcia decia que era un maniatico del orden. Y Marcia tenia razon.

Casi involuntariamente se acerco de nuevo a la ventana. Susie estaba cavando con ferocidad. La vio entonces parar y pasarse el antebrazo por los ojos.

Estaba llorando.

Deberia dormir en el pub. Con competicion de dardos o sin ella.

Eso era una bobada. ?Ponerse sentimental? ?Que clase de baron era?

El era el propietario del castillo. Era lord Hamish Douglas. Ridiculo. Si su madre supiera que estaba pasando tambien lloraria, penso, haciendo una mueca.

?Demasiadas lagrimas!

Durante la primera parte de su vida, las lagrimas fue lo unico que conocio. Cuando tenia tres anos, su padre se suicido. Ese era su primer recuerdo. Demasiadas mujeres, demasiadas lagrimas, demasiados sollozos…

Las lagrimas no habian parado. Su madre habia estado de luto por la muerte de su padre durante el resto de su vida. Seguia estandolo.

«Lavate las rodillas, Hamish. A tu padre no le gustaria verte con las rodillas sucias. Ay, hijo, no puedo soportar que el no vaya a verte nunca mas».

Lagrimas.

«Haz tus deberes, Hamish. Si suspendes…». Lagrimas.

«Tu padre estaria tan orgulloso de ti».

Y los sollozos continuaban. Sin fin. Su madre, sus amigas, sus tias.

Habia habido lagrimas durante todos los dias de su vida hasta que se marcho de casa, entre lagrimas de recriminacion, para vivir su propia vida. Habia encontrado un trabajo en Manhattan, lejos de su casa en California. Lejos de las lagrimas.

Odiaba los lloros, las emociones sin control.

Los odiaba. Su trabajo era un oasis de calma para el, donde las emociones terminaban. Marcia era una mujer fria, contenida. Una mujer que no lloraba nunca.

No deberia haber ido alli, penso entonces. Aquello del titulo era absurdo. No pensaba usarlo nunca. A Marcia le gustaba y si queria ponerlo delante de su nombre en las tarjetas, era cosa suya.

Pero Marcia no lloraria nunca.

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