Aquellas palabras sonaron con mas aspereza de la que ella hubiera querido, pero antes de que pudiera disculparse, el asintio.
– Te conozco lo suficientemente bien como para creerlo. Acepta la pulsera, porque es casi tan preciosa como tu. Por favor.
Parecia que el podia ver el interior de su alma con aquella mirada oscura, que podia llegar al lugar que todavia queria creer en el.
– Matt, yo… -con un suspiro, Jesse asintio-. Gracias.
– De nada.
El se puso contento. No victorioso, sino contento. Lo cual no deberia haber conseguido que Jesse se sintiera mejor, pero asi era.
El sabado por la manana, Bill se llevo a Paula a hacer unos cuantos recados para que el resto pudiera preparar la fiesta. Matt llego puntualmente a las diez y media, con los brazos llenos de bolsas y paquetes.
– Tengo la tarta en el coche -dijo mientras lo depositaba todo sobre la encimera de la cocina. Despues tomo a Gabe en brazos-. ?Como esta mi nino?
Gabe se echo a reir.
– Hemos comprado helado.
– He intentado esconderlo al fondo de la nevera -dijo Jesse, tratando de mantener un tono despreocupado, para que no se le notara lo mucho que le gustaba verlo-. ?Por que no vas a buscar la tarta mientras yo ordeno todo esto?
– Claro -respondio Matt.
Le revolvio el pelo a Gabe y despues salio al coche de nuevo. Jesse desempaqueto el contenido de las bolsas. Habia sandwiches, flores y un paquete pequeno que contenia el regalo que le habia comprado a Paula. Tambien habia un paquete con una pancarta de felicitacion de cumpleanos y sorpresas de regalo.
Jesse comenzo a abrir las ultimas, y Gabe las separo para que pudieran hacer las bolsitas para los invitados. Matt volvio con la tarta.
Trabajaron juntos, poniendo la mesa y cortando los sandwiches. Matt inflo los globos y colgo la pancarta. Gabe enredo bastante, pero Matt tuvo paciencia con el. Jesse los observo, dandose cuenta del parecido que habia entre ellos, en sus ojos y en su forma de moverse. Se sintio inundada de amor por el hijo y por el padre. Despues recordo lo que habia hecho Matt y se dio la vuelta.
Paula y Bill llegaron a mediodia. Jesse, Gabe y Matt, junto a los vecinos y los amigos de Paula, estaban escondidos en la cocina y, al oirlos, salieron todos juntos y gritaron: «?Sorpresa!».
Paula se quedo sorprendida y despues, encantada.
– ?Una fiesta para mi? No he tenido una fiesta desde hace anos -dijo.
Les dio un abrazo a cada uno y despues se sentaron a comer.
Luego, antes de que Paula abriera sus regalos, Bill se llevo aparte a Jesse.
– ?Como estas? -le pregunto.
– Mejor.
– ?Todavia dolida?
Ella se encogio de hombros. Nadie queria oir la verdad. Ella no queria vivirla, pero no tenia escapatoria.
Bill le puso una mano en el brazo.
– No se si es el mejor momento o no, pero voy a pedirle a Paula que se case conmigo. Hoy, durante la cena.
Jesse se echo a reir.
– ?De verdad? Si que ha sido rapido.
El estaba muy complacido.
– Lo supe en el mismo momento en que la conoci. Somos lo suficientemente viejos como para saber lo que queremos. Ya he hablado de ello con Matt. No para pedirle permiso, exactamente, sino para comunicarle mis intenciones.
– ?Y que ha dicho?
– Que se alegraba por nosotros -dijo Bill, y le apreto suavemente el brazo-. Voy a vender el bar. Paula y yo hemos estado hablando de comprar una autocaravana grande y recorrer el pais durante un par de anos. Volveremos a veros cada dos meses, y despues nos estableceremos aqui definitivamente, cuando hayamos terminado de ver todo lo que queremos conocer.
Jesse no queria que se fueran, pero sabia que eran sus amigos y, por supuesto, queria que fueran felices.
– Se lo he dicho a Matt -prosiguio Bill-. Quiere comprar la casa y regalartela. Asi siempre tendras un lugar propio. Paula y yo compraremos otra casa para nosotros mas tarde.
Ella no sabia que pensar.
– No puede comprarme una casa.
Jesse ya pensaba que el brazalete era demasiado.
– Es para arreglar las cosas. Quiere cuidar de ti y de Gabe.
Jesse no podia creer lo que estaba oyendo.
– ?Es que te ha convencido?
– No, nada de eso. El chico cometio un error. Va a pasar un tiempo hasta que tu vuelvas a confiar en el, pero eso no significa que no pueda intentar hacer lo correcto.
– No puedo volver a creer en el otra vez -susurro Jesse-. Es que… yo… necesito un minuto.
Paso por delante de el y salio de la casa.
La brisa estaba en calma y habia una buena temperatura. Todavia estaban en verano, pero pronto, los dias se acortarian y llegaria el otono. Ella ya habia apuntado a Gabe en la escuela de preescolar. El tiempo pasaba, por mucho que quisiera dar la vuelta.
Oyo unos pasos tras ella, y entonces noto que unas manos fuertes se posaban en sus hombros.
– ?Estas bien? -pregunto Matt.
Estaba muy cerca, penso Jesse con melancolia. Lo unico que tenia que hacer era relajarse y se apoyaria en el. Solo tenia que dejar que Matt se hiciera cargo de su vida. La idea era tentadora, y muy estupida.
– Bill me ha dicho que le va a pedir a Paula que se case con el -comento.
– Pero tu no has salido aqui por eso. Estas disgustada por lo de la casa.
Jesse se volvio a mirarlo. El dejo caer las manos y ella deseo, con desesperacion, que volviera a ponerlas en sus hombros.
– No puedes hacerlo. No puedes comprarme cosas con la esperanza de que todo se arregle. No va a suceder.
– Quiero cuidar de ti. Mi madre va a vender la casa, y tu necesitas un sitio donde vivir. Y no vas a venir a vivir conmigo.
No, no iba a hacer eso.
– Matt…
– Pondre la casa a nombre de Gabe, si te sientes mejor -dijo el, interrumpiendola-. La pondre en fideicomiso hasta que cumpla veinticinco anos. Quiero que sepas que siempre tendras un lugar al que ir -dijo, y le acaricio la mejilla-. No puedo enmendar el pasado, pero voy a hacer lo que sea necesario para demostrarte que te quiero. Lo unico que necesito es que me des una oportunidad. Tu todavia me quieres. Soy el padre de tu hijo, nos pertenecemos el uno al otro, Jesse. No me voy a rendir, te lo demostrare.
Ella queria creerlo con todo su corazon, pero no podia. Se dio la vuelta para entrar en la casa, pero el la agarro del brazo y la beso. Sin querer, Jesse se dejo besar. Cerro los ojos mientras el presionaba sus labios contra los de ella, haciendo que lo deseara mas que al propio aire. La pasion se desato. Jesse se echo a temblar de deseo y esperanza y, finalmente, de desesperacion.
Se aparto.
El tenia los ojos llenos de pasion y la respiracion entrecortada.
– Ya has gastado tu segunda oportunidad -susurro ella-. No puedes decir ni hacer nada para que vuelva a confiar en ti.
– No voy a rendirme -insistio el-. Me he pasado cinco anos echandote de menos. Hacia todo lo posible por