– No creo que eso hubiera ayudado. Ni tu ni yo podriamos haber manejado la situacion.

El esbozo una media sonrisa.

– ?Y crees que puedes manejarla ahora?

– Si.

– ?Que te hace estar tan segura?

– Porque antes no sabia por que te habias casado conmigo. Era joven e inexperta, y no sabia como complacer a un hombre. Pero ahora todo es diferente.

El humor se esfumo del rostro de Reyhan, que empezo a levantarse. Ella le puso las manos en los hombros, intentando retenerlo.

– Reyhan, no. Tenemos que hablar de ello.

– No hay nada que decir.

– Podriamos estar hablando toda la vida y nunca podrias decir todo lo que hemos perdido. Reyhan, ?por que nunca me dijiste que me querias?

El la agarro por la cintura y la aparto. Entonces se sento en la cama. El simple movimiento le dijo a Emma que lo estaba perdiendo otra vez.

– ?Por que te cuesta tanto admitirlo? -le pregunto desesperadamente-. ?No me lo dijiste porque era una cria inmadura? Se que no podia ser tu pareja entonces, pero ahora las cosas son distintas. Los dos somos distintos. En aquel tiempo me amabas. ?No puedes quererme un poco ahora?

El no hablo ni se movio. Ni siquiera parecia estar respirando.

Aterrada, y sin saber como convencerlo, principalmente porque no entendia contra que estaba luchando ella misma, intento hablarle desde el corazon.

– No se lo que sentia en aquel entonces. Era una nina. Fantaseaba sobre el amor y el matrimonio y sobre como seria mi marido. Tu me rescataste aquel dia y no se si te vi como a una persona de verdad. Me parecias mas un superheroe o algo asi. Pero ahora puedo ver al hombre, y veo que es una persona buena y noble – se apoyo contra la espalda de Reyhan y le rodeo los hombros con los brazos-. Eres orgulloso, y a veces irritante, pero puedo vivir con eso. Quiero quedarme aqui contigo. Quiero que sigamos casados, que nos amemos el uno al otro y que tengamos hijos – hizo una pausa y trago saliva antes de confesar su mas intimo secreto-. Estoy enamorada de ti.

Reyhan sintio cada palabra. Lo traspasaban como cuchillos. El dia anterior apenas habia sentido dolor al recibir el disparo, pero ahora, con Emma, se desgarraba por dentro.

Amor. Habria vendido su alma solo por oir esas palabras en boca de Emma. Pero ?entonces que? ?Quien seria el si sucumbiera al amor y al deseo por aquella mujer? ?Como podria ser fuerte? ?Como podria ser un hombre si se dejaba controlar por una mujer?

– ?No! -Exclamo, poniendose en pie-. No me ames. Yo no podre amarte. Otra vez no. No volvera a dominarme el deseo. No volveras a ocupar mi cabeza y consumir hasta el ultimo aliento de mi cuerpo. No volvere a ser debil por lo que siento por ti.

La miro furioso, pero ella no se inmuto. Se limito a mantenerle la mirada con todo el amor que era capaz de sentir.

– No tiene por que ser asi -dijo ella finalmente, levantandose y quedando desnuda ante el. Su larga melena le caia por los hombros y le acariciaba los pechos-. Podemos apoyarnos mutuamente. Un equipo es mejor que un solo hombre. Quiero hacerte feliz, Reyhan. Quiero ser la unica persona en el mundo a quien puedas confiarle todo, y yo quiero confiar en ti del mismo modo.

El sabia lo que le pedia y lo que queria. Y sabia la verdad: era mejor estar solo y seguro. Tenia que marcharse.

Se dispuso a hacerlo, pero antes se permitio mirarla por ultima vez. Contemplo su hermoso rostro, sus ojos ligeramente inclinados y su exuberante boca. Memorizo el sonido de su risa y como fruncia el ceno cuando estaba enfadada. Y recordo su pelo recogido en alto, como lo habia llevado en la recepcion oficial en palacio.

Entonces bajo la mirada hasta sus pechos, hacia aquellos pezones endurecidos que lo llamaban como una sirena. Miro su estrecha cintura y sus redondeadas caderas. Se sintio mal al pensar en el bebe que habian perdido, y en lo que ella habia sufrido en soledad.

Un hijo, penso con pesar. O una preciosa nina que ahora tendria cinco anos y que correria por los pasillos de palacio y a la que el querria con todo su corazon.

Estando alli de pie y desnudo, con la luz del sol inundando la habitacion, Reyhan sintio el peso de todo lo que habia perdido al abandonar a Emma. Era un peso demasiado grande, imposible de soportar, y se doblo por las rodillas.

Emma estuvo a su lado en un instante.

– No dejes que me vaya -le rogo-. Se nos ha concedido una segunda oportunidad. ?Es que no ves el privilegio tan extrano y valioso que tenemos?

El se aferro a ella, porque ella era lo que siempre habia sido. Su salvacion. Habia intentado vivir sin ella. Se habia convencido de que un mundo frio y gris era el lugar mas seguro, pero eso no era vida. Solo era una mera existencia que ofendia a aquellos valientes que luchaban por lo que querian.

– Soy un hombre humillado por una mujer -dijo, y tomo su rostro en las manos para besarla.

– Soy yo la que ha sido humillada -respondio ella, besandolo a su vez-. Te amo, Reyhan.

– Y yo a ti. Te amo desde el primer momento en que te vi.

El la tomo en brazos y la llevo a la cama, donde se enredaron con las sabanas.

– Quedate conmigo. Amame. Se la madre de mis hijos. Trabaja a mi lado. Llena mis noches y mi corazon.

A Emma se le llenaron los ojos de lagrimas.

– Si. Asi sera. Por siempre.

Habia mucho que discutir, penso ella mientras se fundian en un abrazo de pasion. Donde vivirian, si alli o en el palacio rosa. Con que frecuencia visitaria ella a sus padres en Texas. Que iba a decir Reyhan cuando ella le dijera que abandonaba su trabajo por el, pues seguro que encontraria otra manera de usar su experiencia como enfermera.

Y por ultimo, y lo mas importante, cuando le hablaria de la diminuta vida que estaba creciendo en su interior. Sabia, con la profunda certeza que habia acompanado a las mujeres desde el amanecer de los tiempos, que aquella manana habian concebido un bebe. Un hijo que seria el primero de muchos. La promesa de que se amarian para siempre con un amor tan inmenso e imperecedero como las arenas del desierto, el lugar ideal para el amor.

SUSAN MALLERY

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