Jefri vio el destello divertido en los ojos de su hermano y sintio ganas de arrojarle el vaso de cristal a la cara.

– No me estas ayudando.

– Lo se, pero la verdad es que no quieres ayuda, quieres una solucion magica. No existe. Tendras que elegir. Entre un momento dificil con Tahira o una vida desgraciada a su lado. Aunque tengo que admitir que si decides decantarte por el honor y el deber, daras la espalda a Billie. Y yo, entre muchos, estare mas que interesado en ayudarla a olvidarte.

Jefri no recordo haberse movido, pero de repente se encontro sujetando a su hermano por la camisa.

– Es mia -bramo, furioso.

– ?Te ha dado fuerte, eh? – Murat arqueo una ceja-. No me gustaria estar en tu lugar.

Jefri lo solto y se incorporo.

– No deberia haber hecho eso. Perdona.

Tomo el vaso y se sirvio otro whisky.

– Pronto te tocara a ti -dijo-. En cuando yo este prometido, padre empezara a buscarte mujer.

– Tengo la sensacion de que ya ha empezado – dijo su hermano mayor, en tono sombrio.

– ?Y en todo este tiempo no te ha atraido ninguna?

– Muchas, pero ninguna demasiado tiempo.

– ?Y…?

Murat interrumpio la frase que apenas habia empezado a pronunciar.

– No pronuncies su nombre.

– Han pasado diez anos.

– Como si han pasado doce siglos. No pronuncies su nombre -repitio.

Jefri bebio un trago, pero no hablo. Incluso despues de tanto tiempo, su hermano seguia sin querer escuchar el nombre de Daphne. Interesante.

Sin embargo, eso lo hizo pensar en algo mas. Diez anos despues de ser abandonado al pie del altar por la mujer que amaba, Murat todavia no se habia recuperado. Sadik y Reyhan estaban totalmente enamorados de sus esposas. ?Era un rasgo genetico? ?Acaso estaba destinado a amar a una unica mujer durante el resto de su vida? Y si eso era cierto, ?podria sobrevivir estando casado con otra?

Ni siquiera destruir toda la fuerza aerea de Bahania la hizo sentirse mejor. A pesar de todo, habia sido un buen dia. Jefri habia aguantado casi seis minutos, y se sentia orgullosa de el.

Mientras caminaba por el pasillo de hormigon hacia el centro de entrenamiento del aeropuerto, Billie calculo el tiempo que les quedaba hasta terminar el programa. Unas tres semanas. Diecinueve dias exactamente. Aunque todavia no habia logrado decidir si eso era bueno o malo.

Por un lado, podria continuar con su vida. Dejar de pensar en Jefri continuamente y decidir que queria hacer con su vida. ?Era feliz? ?Que otras cosas deseaba conseguir? Ademas, el dolor que sentia continuamente desapareceria, si no del todo, al menos gradualmente.

En el lado negativo de la balanza, estaba el hecho de que en cuanto saliera del pais no volveria a ver a Jefri. Al menos no en persona. Seguramente volveria a verlo en revistas y periodicos, e incluso en las noticias. Alguna television por cable retransmitiria su boda. Billie sacudio la cabeza. No lo veria. Tahira era una joven muy agradable, pero ella no podia soportar la idea de verla casada con Jefri.

Por lo menos su hermano la habia dejado tranquila. En las ultimas semanas apenas se habia metido con ella, aunque tampoco lo habia visto mucho.

Sonriendo, doblo la esquina y casi se desplomo al ver al hombre caminaba hacia ella.

Incluso bajo las luces fluorescentes del pasillo y con el uniforme de vuelo y las botas, estaba guapisimo. Irresistible.

Billie se detuvo en el centro del pasillo vacio. No podia moverse. Con todos los sentidos en alerta maxima, el cuerpo le temblaba y su cerebro dejo de funcionar. Todo por su cercania.

El aminoro la marcha hasta detenerse a su lado. Se miraron a los ojos, los cuerpos tensos, y ella intento pensar en algo que decir. Algo importante. Al final, se decidio por algo facil.

– Has estado muy bien.

El asintio.

– He aprendido mucho de ti.

– Ahora podras ganar a los malos.

– Si quieren atacar nuestros pozos petroliferos, estamos preparados.

A Billie le parecio mas demacrado. Como falto de sueno. Igual que ella. Enamorarse y terminar con el corazon destrozado era la mejor dieta de adelgazamiento que habia conocido.

Estaban solos en el pasillo de piedra, y en el silencio casi se podian escuchar los latidos de sus corazones.

– ?Vas a…?

– Creia que…

Hablaron los dos a la vez. Ella agacho la cabeza.

– Sigue -dijo ella.

– No. Tu primero. Por favor.

Ella lo miro y se pregunto que podia decirle. ?Que lo sentia? No era cierto. No se arrepentia de nada, y lo unico que sentia era que estuviera prometido a otra mujer. Pero incluso sabiendo lo que sabia ahora, no se arrepentia de lo que habia ocurrido. Jefri la habia acariciado como ningun hombre lo habia hecho nunca, y lo que hicieron fue mucho mas que hacer el amor.

– Me alegro de haberte conocido -susurro ella.

La expresion masculina se tenso.

– Yo tambien. Eres una mujer extraordinaria.

Ninguno de los dos dijo lo evidente. Que si las cosas hubieran sido diferentes… pero no lo eran.

– Jefri, yo…

No sabria decir cual de los dos se movio primero, pero un segundo despues estaban abrazados y besandose.

Jefri le encontro la boca con la suya a la vez que la abrazaba y la apretaba contra su cuerpo. Ella se pego a el sin reservas, entregandose por completo, deseando poder ser parte de el para siempre. Queria sentir su calor, su fuerza. Queria conocerlo por completo.

Por un momento todo era perfecto, penso ella, echando la cabeza hacia atras y entreabriendo los labios. El se apodero de su boca al instante y la acaricio con la lengua.

Juntos ascendieron por una espiral de placer en una danza disenada para excitar e incitar. Ella se sujeto a sus hombros, para evitar caerse. El le hundio los dedos en la espalda, como temiendo que fuera a desaparecer.

Si hubiera podido hablar, Billie le habria dicho que no queria irse. Nunca. Que sus brazos serian siempre su hogar. Pero para hablar tenia que interrumpir el beso. Y eso no podia hacerlo.

No supo cuanto rato estuvieron alli, besandose, abrazandose y deseandose. Ella le hundio los dedos en los cabellos, y el le beso la mandibula y la garganta, en una escalada de deseo que los dejo a los dos jadeando.

Por fin, el se separo y le enmarco la cara con las manos.

– ?Por que me dejas? -pregunto el, con la voz pastosa por la emocion.

Billie no le pregunto como sabia que tarde o temprano se iria.

– Tu tienes una vida aqui y yo pertenezco a otro mundo.

– ?A los cielos? -pregunto el.

– Mas o menos.

Jefri le acaricio las mejillas con los pulgares, secando las lagrimas que Billie no habia notado caer.

– Te quiero, Billie -dijo, en voz baja-. Con toda mi alma y todo mi corazon. Tienes mi corazon en tus manos. Tratalo bien.

Billie esperaba alguna admision de sus sentimientos por ella, pero nunca aquello. Las lagrimas empezaron a fluir con rapidez.

– Yo tambien te quiero. Mas que a nada en el mundo-sollozo. Despues dio un paso atras y se seco las lagrimas-. Que tonteria.

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