Al menos pensar en la fobia de la mujer a los felinos le hacia olvidar momentaneamente la perfeccion de su cuerpo. Un cuerpo de curvas perfectas e intenso atractivo. Su olor, una mezcla de jabon, colonia floral y la propia fragancia femenina, le hacia arder la sangre. Sin embargo, ella parecia mucho mas preocupada por protegerse de los gatos que merodeaban por palacio que de intentar atraer su atencion.

La llevo a un ascensor que los condujo a la tercera planta. Cuando la puerta se abrio, habia otro gato color canela sentado tranquilamente en el pasillo. Billie dio un salto atras.

– ?Te han atacado alguna vez? -pregunto el.

– No a mi -dijo ella, rodeando con cuidado al felino de mas de cinco kilos de peso-, a una buena amiga. Muffin solo pesa tres kilos -le recordo… La pueden destrozar y tomarsela para desayunar.

Jefri penso en todas las horas que los gatos de su padre pasaban durmiendo o comiendo.

– Dudo que sean tan ambiciosos -comento-. Tu habitacion esta aqui -dijo, senalando una puerta.

Dio un paso delante de ella y la abrio. Billie entro y contuvo la respiracion. La habitacion consistia en una espaciosa zona de estar, con ventanales que se abrian hacia el Mar de Arabia y una amplia puerta doble que comunicaba con el dormitorio.

– ?Estaras comoda? -pregunto el.

– Ya lo creo. Y si tuviera que subarrendar una parte para complementar mis ingresos, habria sitio de sobra para dos o tres inquilinos -anadio con una sonrisa-. A esto me podria acostumbrar.

– Considera el palacio tu casa mientras estes en Bahania.

– Ten cuidado con esa invitacion. ?Y si no me quiero ir nunca?

Entonces podria verla siempre que quisiera, penso el. Que lastima que su padre eliminara el haren al principio de su reinado. Billie habria sido una maravillosa adicion.

– Por favor, si necesitas algo habla con el personal -dijo, en lugar de decirle lo que estaba pensando.

– Si, aunque no creo que necesite nada mas. Esta habitacion es alucinante.

Billie se inclino y dejo a la perrita en el suelo. La bola de pelo troto hacia el sofa y empezo a olisquear los muebles.

– ?Siempre viajas con ella? -pregunto Jefri.

– Si, incluso la llevo cuando vuelo.

– ?Y le gusta? -pregunto el, extranado.

– No lo se -reconocio Billie -. No vomita, asi que eso es buena senal.

Jefri no queria seguir hablando de la perrita, y se acerco a las puertas acristaladas que daban a la terraza. Desde alli se divisaba una magnifica vista de los jardines con el mar al fondo.

– La terraza rodea todo el palacio-la informo el-. Desde el extremo sur se puede ver Lucia-Se-rrat.

– He oido hablar de la isla. Dicen que es muy bonita.

– Casi toda esta zona lo es.

Billie sacudio la cabeza.

– Pensaba que era todo arena. Pero la ciudad se extiende en una zona mucho mas amplia de lo que habia imaginado. Claro que una vez la dejas atras, el desierto se extiende de forma interminable.

– ?Lo has visto desde el aire?

Billie asintio.

– Si, no tenia mucho mas que hacer. Los primeros dias de los combates aereos son bastante aburridos porque…

Se interrumpio. Trago saliva y lo miro sin alzar la vista.

– Que metedura de pata, ?eh? -dijo-. Acabo de insultar a un principe. ?Hay algun castigo? ?Por eso me encierran en las mazmorras?

– ?A que viene tanta preocupacion? -pregunto el-. En el aeropuerto me has dicho que no te ganaria nunca.

– Y no me ganaras – le aseguro ella -, pero supongo que deberia ser mas diplomatica.

– ?Porque estas en el palacio?

– Porque, poniendo la cosas en perspectiva, yo solo soy una simple chica de pueblo y tu… no.

– Desde luego. Tampoco nadie me llamaria una chica de ciudad.

Los labios femeninos esbozaron una sonrisa.

– Ya me entiendes. Podrias pasarme unas notas. Algo como: «Veinte formas seguras de no ofender a la realeza».

– Si quieres puedo enviarte al encargado del protocolo -propuso el.

Billie arrugo la nariz.

– Te estas burlando de mi, ?no?

– Solo un poco.

– Vaya, ademas tienes sentido del humor. ?Cual es la siguiente sorpresa? ?Tambien te lavas la ropa?

– Nunca.

– Como todos los hombres. Mis hermanos tampoco…

Un aullido interrumpio la conversacion. Jefri se volvio hacia el sonido, pero Billie ya corria hacia el lugar de los ladridos.

– ?Muffin! -grito, lanzandose en medio del revuelo de pelo, patas, dientes y colas.

Jefri reparo en las manos y las piernas desnudas de Billie, y aunque no tenia ningun deseo particular de rescatar a la perra, se sintio obligado a ayudarla. Sujetando a Billie por la cintura, la aparto.

– Yo me ocupo – dijo el, metiendose entre el grupo de gatos y sacando una pequena bola de pelo que gemia y ladraba con desespero.

Su amabilidad le costo varios rasgunos, un mordisco de la perra y un traje negro cubierto de pelo.

– Creo que esto es tuyo -dijo, entregandole a Muffin.

– ?Muffin! ?Te han hecho dano? -pregunto Billie, pasandole las manos por el cuerpo-. ?Que salvajes!

Tras asegurarse de que Muffin no estaba herida, Billie miro angustiada a su anfitrion.

– No se que decir -dijo-. Podian haberla matado.

Jefri se examino la mano. El mordisco de Muffin no le habia hecho mella, pero algunos gatos habian dejado la marca de sus garras.

– Creo que habria sobrevivido al enfrentamiento.

Jefri fue hasta la puerta del pasillo y la abrio. Despues saco a los gatos de la habitacion.

– Puede que aun queden uno o dos por ahi- dijo el -. Solo tienes que echarlos.

Ella miro a su alrededor, intranquila, y despues se acerco a el.

– ?Como puedo agradecertelo?

El tono de su voz era bajo e intenso. Si hubiera sido una mujer de su circulo social habitual, Jefri habria asumido que la oferta era algo mas que un sincero agradecimiento. Pero con Billie no estaba seguro. Ademas, a pesar de lo mucho que la queria en su cama, su intencion era seducirla despacio, paso a paso.

– No tiene importancia.

– Ya lo creo que la tiene -dijo ella, dejando a Muffin en el sofa-. Esos gatos son horribles -estiro la mano y le tomo la suya-. ?Estas sangrando!

Algunos de los rasgunos tenian sangre. A Jefri no lo preocupaban, pero no protesto cuando Billie lo llevo al espacioso cuarto de bano y le echo agua en la mano.

La piel femenina era suave y calida, y Billie estaba lo bastante cerca de el como para sentir el calor de su cuerpo y el ligero roce de los senos en el brazo.

– Has sido muy valiente -dijo ella.

– Solo son gatos.

– Asesinos por naturaleza -murmuro ella, a la vez que buscaba una toalla.

Jefri se seco las manos y despues le puso el dedo en la barbilla.

– ?Que te paso para que les tengas tanto miedo? Ya se que son cazadores, pero son muy pequenos para representar un peligro real.

Billie se encogio de hombros.

– No me gustan.

– Eso ya lo se. ?Por que?

Billie suspiro. El aliento fue una suave caricia para la piel masculina, y Jefri dejo caer la mano a un lado.

Вы читаете El Jeque y el Amor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату