Gracie senalo la puerta.

– Yo os dejo a vosotras para que os ocupeis. Yo me marcho.

– Buena idea -dijo su madre.

Gracie trato de no sentirse como si hubiera empeorado la situacion. Se marcho a su casa de alquiler y, con un sentimiento de alivio, se dejo acoger por su tranquila oscuridad. Los interruptores de la luz se ocuparon de destruir la penumbra. Con solo mirar la cocina, Gracie recupero el buen humor.

Cazuelas, hornos, libros de cocina… Aquel era su mundo. Su casa en Torrance, sus pedidos, su perfecta cocina con tres hornos enormes y orientacion al sur. Era un mundo que comprendia, un mundo en el que era simplemente Gracie. No era la hija ni la hermana de nadie. Alli no cometia errores. No se sentia fuera de lugar.

?Habia sido un error regresar a casa? La decision habia sido tomada y ya no podia dar marcha atras.

– Solo seran unas pocas semanas -se recordo. Entonces, podria alejarse de todo aquello sin mirar atras.

Capitulo 3

Gracie entro en el restaurante mexicano de Bill a las doce en punto del mediodia para descubrir que su amiga Jill ya habia llegada.

– Siempre llegas antes de la hora -le dijo Gracie, al acercarse a la mesa en la que su amiga estaba sentada.

Jill se puso de pie y la abrazo.

– Lo se. Es una enfermedad. Creo que necesito un programa de rehabilitacion.

Gracie se aparto de su amiga y la miro de arriba a abajo.

– Estas fabulosa. ?Crees que reconocere al disenador de ese traje que llevas puesto?

Jill meneo las caderas y se dio la vuelta muy lentamente para mostrarle la camisa y los pantalones de raya diplomatica que llevaba puestos antes de volver a tomar asiento.

– Armani. Aun me sigo poniendo mi ropa de abogada de la gran ciudad. Tina, mi ayudante, no hace mas que decirme que me visto demasiado elegantemente para Los Lobos, pero, si no me lo pongo aqui, ?donde me lo voy a poner?

Gracie se sento y toco suavemente la manga de la blusa de seda de su amiga.

– Supongo que no para limpiar los cuartos de bano.

– Exactamente. Me alegro tanto de verte… Hace mucho tiempo. ?Cuanto? ?Cinco meses?

– Mas o menos. Nos vimos por ultima vez el dia de tu boda en Carmel y tengo que decir que alli te interesaba mas el novio que yo a pesar de que te habia hecho un pastel de bodas fabuloso. ?A que vino eso? Yo soy tu mejor amiga. El solo es un hombre.

– Tienes razon -comento Jill, riendo-. Y que hombre. Un hombre guapo, sorprendente…

Jill se interrumpio cuando la camarera se acerco a ellas para anotar lo que querian beber. Gracie pidio un refresco y Jill un te helado.

A Gracie le parecio que su amiga habia cambiado. Antes, su amiga trabajaba en un bufete en San Francisco, trabajaba un horario imposible, se ponia trajes muy elegantes y domaba su fabulosa cabellera rizada en un elegante y doloroso recogido en la nuca. Sin embargo, en aquel momento parecia…

Gracie sonrio. Su amiga tenia un aspecto muy femenino y feliz. Los rizos le caian en cascada por la espalda. Las ojeras habian desaparecido de su rostro y su piel parecia brillar.

– Te sienta bien la vida de casada-dijo Gracie.

– Me encanta. Mac es maravilloso. Al principio, me sentia algo nerviosa por lo de ser madrastra, pero Emily es maravillosa y tiene mucha paciencia conmigo. Lo unico que me molesta es que tenemos que compartirla con su madre. A mi no me importaria ocuparme de ella todo el tiempo.

– Vaya, eso es genial.

– Asi es como me siento. Los adoro a los dos. Mac sabe como hacer todo bien… En muchos aspectos.

– Si vas a hablar de sexo, no quiero escucharte. Me alegro mucho de que estes felizmente casada, pero no quiero hablar de sexo.

– ?Porque tu no lo tienes en estos momentos?

– Efectivamente. David y yo rompimos, hace tres meses y no he sentido deseos de volver a salir con nadie.

En aquel momento, la camarera regreso con sus bebidas y les pregunto si habian decidido ya lo que iban a tomar.

– ?Que me recomiendas? -pregunto Gracie.

– Hacen una deliciosa ensalada de tacos -contesto Jill.

– Tomare eso -anuncio Gracie. Tenia sus antiacidos en el bolso.

– Que sean dos -le dijo Jill a la camarera. Gracias. Bueno, pense que te gustaba mucho David. ?Que ocurrio? -anadio, cuando estuvieron solas.

– No lo se. Nada. Todo. Era estupendo, pero… Yo quiero chispas. ?Es un pecado? No una fogata en toda regla, pero no estaria mal quemarme un poco. Quiero sentir excitacion cuando se que voy a ver al hombre con el que estoy. Quiero utilizar palabras como “sorprendente” y “arrebatador” pero no conceptos como “agradable” o “muy majo”. David era muy majo. Nos llevabamos bien. Jamas discutiamos. Nosotros nunca… nada. ?Como puedo ir en serio con un hombre del que casi no noto si esta presente?

– A pesar de tu anterior obsesion por un hombre, que no vamos a nombrar, no te gustan los dragones.

– Tal vez ese sea el problema. Tal vez me preocupe tanto no volver a lo de antes que no me deja enamorarme de nadie.

Efectivamente, Gracie queria orden en su mundo. Las sorpresas estaban bien para los regalos, pero, en el resto de su vida, le gustaba lo previsible, lo que podria explicar una larga serie de hombres realmente aburridos.

– Creo que Vivian es la reina de los dramones en mi familia. Tom y ella tuvieron una pelea ayer por la despedida de soltero y ella amenazo con cancelar la boda.

– ?Crees que lo hara?

– No tengo ni idea, pero, si lo hace, me va a sentar muy mal haber venido aqui y haber alquilado una casa durante seis semanas. Tengo un monton de pedidos.

– ?Por que no te has quedado con tu madre? ?No te sirve su horno?

– No se trata solo del homo, sino tambien del frigorifico y del congelador, por no mencionar la mesa del comedor para las decoraciones y la mayoria de los armarios para los ingredientes. Ademas, yo suelo trabajar por la noche. Hacer el pastel resulta facil. Lo que me lleva una eternidad es decorarlo.

Lo que no le confeso a su amiga era lo incomoda que se sentia en la casa de su madre. No habia vivido alli desde hacia tanto tiempo que habia dejado de parecerle su hogar. Estaba tratando de encajar, pero, hasta el momento, no lo estaba consiguiendo.

– ?Te resulta extrano estar de vuelta aqui? – pregunto Jill.

– Si y no. Me siento diferente, pero nadie me ve asi. Sigo siendo Gracie Landon, enamorada de Riley Whitefield.

– Supongo que sabras que esta en la ciudad.

– No empieces tu tambien. Ya me lo ha contado la vecina de mi madre, mi casero, el dependiente de la tienda de ultramarinos y una mujer en la calle a la que ni siquiera reconoci. Te aseguro que da miedo.

– Es por los articulos del periodico. Hasta las personas que ni siquiera te conocieron sintieron que formaban parte del romance.

– Ni que lo digas,

– ?Lo has visto?

Gracie dudo. No sabia como decir que si sin recelar nada sobre los asuntos privados de Alexis.

– ?Si! -exclamo Jill muy emocionada-. Quiero saberlo todo. Comienza desde el principio y habla despacio.

Gracie suspiro.

– No puedes decir nada de lo que te voy a contar -le dijo a su amiga-. Te dire simplemente que estaba

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