– Todo el mundo intenta convencerme de que no me dedique a esto profesionalmente -le dijo Liz mientras se encogia de hombros-. Salvo Nana, pero ella creia que yo era capaz de conseguir cualquier cosa. Si no hubiera conseguido la beca antes de licenciarme, no se si habria tenido el valor de intentar dedicarme al arte -de repente, se rio-. El arte. Eso suena muy pretencioso. Me siento como si debiera ponerme jerseis negros de cuello vuelto y hablar de la ceguera de las masas.

David le acaricio los nudillos con el dedo gordo. Liz tenia una piel suave y palida, sin pecas, sin ningun defecto.Tenia las manos pequenas y los dedos delgados. Ni laca de unas, ni anillos. La sencillez de sus manos contrastaba con los grandes aros que llevaba en las orejas y con su reloj brazalete.

Pero a David le gustaba aquello, de la misma manera que le gustaban su sonrisa facil y su risa. Hizo que diera la vuelta a la mano y trazo las lineas de la palma.

– ?Cual es la linea de la vida? -le pregunto Liz.

– No tengo ni idea.

– Espero que sea muy larga. Tengo muchas cosas que hacer y necesito tiempo.

– Lo conseguiras -le dijo el, con una confianza que no sabia explicarse.

– ?Podrias ponerlo por escrito?

– Claro.

David la miro a los ojos. Habia un millon de matices verdes en sus iris. E incluso mas variaciones de rojo, dorado y caoba en su pelo. Con la otra mano, le puso un mechon de pelo detras de la oreja. Dejo que sus dedos se detuvieran unos instantes alli y a ella se le corto la respiracion.

– David, esto es una locura.

– Dimelo a mi.

Tenia que estar en el aeropuerto antes de las nueve. Ya tenia el equipaje guardado en el maletero de su coche de alquiler, pero en vez de pensar en el trabajo y en la magnifica oportunidad que le habian ofrecido, no podia dejar de preguntarse como podrian pasar Liz y el mas tiempo juntos.

– Cuentame cosas de tu familia -le pidio ella-. ?Como es crecer con una hermana melliza?

– ?De verdad quieres hablar de eso?

– Tenemos que hablar de algo.

– ?Por que?

– Porque si no…

En vez de esperar a oir lo que ocurriria si no hablaban, David la beso. Habia clientes en la barra, varios estudiantes de universidad estaban discutiendo apasionadamente sobre la economia mundial y un anciano estaba en una esquina leyendo el periodico. Pero a David no le importo. En aquel momento, solo sentia la boca de aquella mujer contra la suya.

Liz era suave y calida y se derritio contra el mientras sus labios le devolvian el beso casto que el le habia ofrecido. El calor y el deseo se avivaron. Ella olia a flores, a piel limpia, a rayos de sol y a algo que solo podia ser Liz. El la abrazo con fuerza contra su cuerpo. Queria sentirla. La deseaba y si no tuviera que tomar un avion, lo habria mandado todo al infierno con tal de estar con ella.

– Esto es una locura -susurro Liz cuando el se aparto-. Acabamos de conocernos.

David se sintio satisfecho al ver que ella tenia las pupilas dilatadas y la respiracion tan agitada como la suya.

– Hay cosas que no requieren demasiado tiempo -respondio-. Cuando ocurren tan rapidamente, es porque estan bien.

Ella sacudio la cabeza.

– No se. Yo nunca habia reaccionado asi. ?Y tu?

El le rozo los labios con la boca.

– No. Ni parecido.

Liz se estremecio.

– Abrazame. Abrazame durante todo el tiempo que nos quede. Por favor.

El obedecio. Le paso un brazo por los hombros e hizo que se acurrucara contra el. Hablaron un poco, se besaron mas y se limitaron a contemplar como transcurria el tiempo. Un poco despues de las ocho, salieron de la cafeteria y subieron al coche de alquiler de David. El la llevo hasta el aparcamiento de Children's Connection, donde Liz habia dejado su coche.

Liz no podia creer lo triste que se sentia. Habia conocido a David hacia pocas horas, pero le parecia toda una vida. La idea de que se fuera, de no volver a verlo, le rompia el corazon.

Cuando el freno junto al viejo sedan de Liz, ella se volvio a mirarlo.

– ?Tienes que irte de verdad? -le pregunto suavemente.

– Es mi trabajo, Liz. He estado trabajando para esta mision desde el dia que me contrataron.

Ella bajo la cabeza.

– Lo se. Ha sido una pregunta tonta. Si hay alguien que entienda lo que es darlo todo por una carrera profesional, soy yo. Pero yo solo…

– Yo tambien -dijo el. Le puso el dedo en la barbilla e hizo que lo mirara-. No puedo decidir si deberiamos mantenernos en contacto o separarnos.

– No lo se.

Liz tenia un nudo en la garganta. Lo deseaba. No solo sexualmente, sino de otras muchas maneras. Queria aprenderlo todo sobre el. Queria conocer a su familia, hablar de objetivos, tener citas y peleas y atesorar recuerdos. Si no fuera una locura completa, podria jurar que se habia enamorado de el.

– Llevame contigo -dijo, impulsivamente-. A Rusia.

– No sabes lo mucho que me tienta esa idea, Liz. Podriamos darnos calor el uno al otro durante el largo invierno.

Podria funcionar, penso ella freneticamente. Al ser ilustradora por cuenta propia, no tenia que atenerse a horarios.

– Podria trabajar desde alli y enviar mis dibujos a los clientes -le dijo-. Me tomaria un par de dias dejarlo todo arreglado aqui, pero podria…

El la acallo con un beso. La dulce presion de su boca le dio a entender su respuesta, aunque no quisiera creerlo. Comenzaron a arderle los ojos.

– Lo se, es una locura -susurro Liz.

– Pero un gran sueno.

Un sueno. Aquello era un sueno. Un sueno perfecto y bello, pero que nunca podria convertirse en realidad. ?Marcharse a Rusia? ?Por un hombre? Nunca. David era maravilloso pero, ?que sabia en realidad sobre el?

Dividida entre lo que era razonable y lo que le gritaba su corazon, Liz abrio la puerta del coche y se obligo a salir.

– Gracias por este dia inolvidable, David Logan -le dijo, intentando contener las lagrimas-. No creo que hubiera podido ser mas perfecto. Deberiamos guardar este recuerdo intacto y no intentar repetirlo.

El asintio.

– Tienes razon. Pero si alguna vez vas a Moscu…

– Te buscare. Y cuando tu vengas a Portland, haz lo mismo.

– De acuerdo.

Liz contemplo su rostro, sus ojos. Estaba haciendo lo correcto. Los dos lo estaban haciendo.

– Tu no eres el que esta huyendo -dijo con firmeza.

– Ni tu tampoco.

Mientras cerraba la puerta del coche, Liz sabia que los dos estaban mintiendo.

Capitulo 2

Casi cinco anos mas tarde

Normalmente, David Logan evitaba los eventos sociales de la embajada. Su trabajo requeria que estuviera presente en muchos cocteles y en muchas fiestas en las que debia vigilar a gente

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