Subio las escaleras de dos en dos y, cuando llego, su puerta estaba parcialmente abierta. Corrio hacia ella consciente de las voces que se oian en la primera planta. Ignorandolas, empujo la puerta y la encontro sola.

Estaba practicamente como la primera vez que la habia visto: preciosa con su melena castana ondulada y luminosa, sus ojos color avellana que mostraban toda emocion. Ahora la diferencia era que el sabia que era divertida, amable, encantadora e inteligente; que era racional y compasiva, incluso cuando le entraba el panico, que era capaz de entregar su corazon y que no encontraria a nadie como ella en todo el mundo.

Alzo la mirada impactada.

– Raul. ?Estas bien? Me he enterado de la visita que te ha hecho Marsha y quiero decirte que no he tenido nada que ver con esto.

– Lo se.

– Esta disgustada, pero nadie quiere que te marches del pueblo.

– Bien, porque no me ire.

– ?En serio? Bueno, eso es genial. Quiero decir, esta claro que puedes vivir donde quieras, es un pais libre.

El se acerco a la mesa y la puso en pie. La mirada de Pia titilaba como si temiera mirarlo directamente a los ojos.

– ?Pia?

– Si.

– Mirame.

Ella suspiro y despues hizo lo que el le pidio.

Raul conocia su rostro, lo habia visto cientos de veces, pero jamas se cansaria de verla y de acariciarla. «Solo ella», penso. Se arriesgaria con ella porque no tenia eleccion. Sin ella, le parecia que no estaba vivo del todo.

– Te ofreci un matrimonio de conveniencia -comenzo a decir-, porque no estaba preparado a comprometerme otra vez. Mi primer matrimonio termino muy mal. Habia cometido un error y no sabia en que me habia equivocado. En lugar de descubrirlo, decidi no volver a arriesgarme jamas.

Los dedos de ella resultaban calidos contra los suyos. Sintio como temblaban. Mientras que queria reconfortarla, sabia que primero tenia que contarle la verdad.

– Lo que Caro hizo estuvo mal, pero no creo que pretendiera traicionarme. Su carrera le importaba mas que ninguna otra cosa. Yo lo habia sabido, pero no pense en lo que ello suponia. Queria una mujer y una familia. Ella pronuncio las palabras adecuadas y yo las crei porque me dijeron lo que era importante para mi.

Beso la mano de Pia.

– Me mude aqui pensando que seria facil -siguio el.

– Idiota…

– Y que lo digas. No fue facil, pero este es mi hogar. Sin embargo, esta vacio sin ti -la miro a los ojos-. Te quiero, Pia O’Brian. Hasta ahora he sido demasiado testarudo y he estado demasiado asustado como para admitirlo, pero te quiero. Por favor, casate conmigo. No porque sea conveniente y practico, sino porque no podemos imaginar la vida sin el otro.

La esperanza ilumino el rostro de Pia y sus labios se curvaron en una sonrisa.

Todo dentro de el se relajo. Podian estar juntos, aunque…

– Pero no estaremos solos tu, yo y los gemelos. Tambien estara Peter. No puedo abandonarlo. Quiero hablar con la senora Dawson para adoptarlo.

Ella se mordio el labio.

– ?Y si te digo que no a eso?

Raul volvio a tensarse.

– Los dos vamos incluidos en el mismo paquete.

Todo lo que habia querido y necesitado pendia de lo que ella dijera a continuacion. Queria decirle que la cuidaria para siempre, que siempre los amaria a ella y a sus hijos, pero no podia sobornarla para que aceptara. Ambos tenian que seguir el dictado de sus corazones.

– Buena respuesta -susurro ella-. Y si.

La felicidad exploto dentro de el. La levanto en brazos y la beso con todo el amor y la pasion que tenia. Tras ellos oyo algo que parecieron vitores y sollozos: las mujeres que se habia encontrado en la calle estaban alli, junto a la alcaldesa y a la senora Dawson.

– Cuanto me alegro -dijo la trabajadora social frotandose los ojos-. Entraste en el listado de padres adoptivos de emergencia cuando Peter se quedo contigo la primera vez. Puedes ir a buscarlo ahora.

Las otras mujeres asintieron y Marsha sonrio.

– Sabia que lo harias.

– Pues antes no has dicho lo mismo.

– No habria servido de nada.

Raul volvio a besar a Pia y se recordo que no debia contrariar a la alcaldesa.

Pia lo rodeo con sus brazos y se apoyo contra el. Habia rezado para que todo funcionara, pero tambien habia estado asustada. Asustada de pasar el resto de su vida amando a un hombre que no la correspondia.

Ahora era muy agradable ver que habia estado equivocada.

Volvio a besarla y ella se sintio como si se derritiera por dentro.

– Tenemos mucho que hacer -dijo el con la frente apoyada contra la suya-. Dar la aprobacion de los planos de la casa, casamos y empezar con las clases de preparacion al parto.

Ella se rio.

– No te preocupes, se me dan muy bien los detalles y ahora mismo solo hay una cosa que importa.

El asintio.

– Peter.

– Si. Ya debe de haber salido del colegio. Vamos a darle la buena noticia.

Raul vacilo.

– ?Estas segura? Tendremos tres hijos.

– Estoy segura.

Habia otras cosas en que pensar, como el hecho de que ser madre de los mellizos y de Peter significaba que necesitaria un asistente que la ayudara con todos los festivales. Y que hasta que estuviera construida su nueva casa, estarian un poco apretados. Y que deberian casarse enseguida para poder irse a vivir con Raul y Peter. Pero eso podia esperar un poco mas. Ahora tenian que partir para hacer realidad los suenos de un nino.

Peter estaba sentado en la estrecha cama que le habian asignado. Era el mismo hogar comunal en el que habia estado antes, pero los ninos eran otros. No tan mezquinos. Nadie se habia metido con el por llorar cada noche hasta quedarse dormido.

Intentaba con todas sus fuerzas no estar asustado, se decia que ahora era un nino mas grande, que no necesitaba a nadie, que era fuerte. Pero cada vez que pensaba asi el pecho le dolia, se le hacia un nudo en la garganta y se echaba a llorar.

Sabia lo que pasaria despues. Lo enviarian a una casa de acogida donde no conoceria las normas y los otros ninos lo mirarian. Intentaria hacerlo todo bien, pero no lo lograria y entonces le gritarian y lo golpearian. Y estaria solo.

Desde abajo oyo voces. Adultos hablando. Durante los dos primeros dias habia esperado que Raul fuera a buscarlo, que le dijera que habia cometido un error y que habia cambiado de opinion, que queria que estuviera con el para siempre.

Habia pensado… habia esperado…

Sacudio la cabeza. Se habia equivocado. Nadie iria a buscarlo. Nunca.

– ?Peter?

Oyo a la senora Goodwin gritar su nombre.

– Peter, ?puedes bajar?

Peter se levanto y se seco las lagrimas para que nadie supiera que habia estado llorando. Salio al rellano, con la cabeza agachada y los hombros caidos.

Dio un paso, despues otro… y cuando alzo la mirada vio a Raul y a Pia en el salon, mirandolo.

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