tiro de el hacia el interior de la tienda. El olor era muy agradable y las flores estaban maravillosamente dispuestas. La dependienta los dejo solos. Georgie observo con toda tranquilidad los ramos y, al final, eligio uno mixto de lirios, rosas y azucenas.

– Te toca pagar a ti.

– Siempre he sido un tio muy generoso.

– Luego me cargaras la factura a mi, ?no?

– Triste pero cierto.

Antes de que llegaran a la caja, el movil de Bram sono. El miro la pantalla y rechazo la llamada. Georgie se habia percatado de que Bram hablaba mucho por telefono, pero siempre donde ella no pudiera oirlo. Alargo el brazo antes de que el guardara el telefono en el bolsillo.

– ?Me lo dejas? Tengo que hacer una llamada y he olvidado el mio.

Bram se lo dio, pero en lugar de marcar un numero, Georgie consulto la lista de ultimas llamadas.

– Caitlin Carter. Ahora se el apellido de tu amante.

El le quito el movil.

– Deja de curiosear. Y ella no es mi amante.

– Entonces ?por que no hablas con ella delante de mi?

– Porque no quiero.

Bram se dirigio al mostrador con el ramo. Por el camino, se detuvo junto a un carro lleno de flores color pastel y Georgie admiro el contraste entre su masculina seguridad y las delicadas flores. Entonces volvio a experimentar aquella desconcertante excitacion. Por la manana, incluso se habia inventado una excusa para hacer ejercicio con el solo por el espectaculo.

Resultaba patetico, pero comprensible. Incluso estaba un poco orgullosa de si misma. A pesar del caos provocado por las fotografias, experimentaba un deseo sexual de lo mas elemental, alejado incluso del afecto. Basicamente se habia convertido en un tio.

Bram le dio el ramo para que saliera con el de la tienda. Habian tenido suerte encontrando un aparcamiento cerca, pero todavia tenian que atravesar la ruidosa aglomeracion de reporteros que acechaban en la otra acera.

– ?Bram! ?Georgie! ?Aqui!

– ?Ya os habeis reconciliado?

– ?Las flores de la enmienda, Bram?

– ?Aqui, Georgie!

Bram apreto a Georgie contra su torso.

– Manteneos a distancia, chicos. Dejadnos espacio.

– Georgie, se comenta que has ido a ver a un abogado.

Bram dio un empujon a un fornido fotografo que se habia acercado demasiado.

– ?He dicho que os mantengais a distancia!

De repente, Mel Duffy surgio de la multitud y los enfoco con su camara.

– ?Eh, Georgie! ?Algun comentario acerca del aborto de Jade Gentry?

El obturador de su camara se disparo.

Georgie sentia nauseas. De algun modo, su envidia habia envenenado a aquel feto indefenso. Duffy les dijo que el aborto se habia producido en Tailandia, aproximadamente dos semanas antes, pocos dias despues de su boda en Las Vegas, cuando Lance y Jade iban a reunirse con los miembros de una delegacion especial de Naciones Unidas. Su publicista acababa de comunicar la noticia anadiendo que la pareja estaba destrozada, aunque los medicos les habian asegurado que no existia ningun impedimento para que tuvieran otro hijo. Todos los mensajes que Lance le habia dejado en el telefono…

Bram no dijo nada hasta que casi habian llegado a su casa. Entonces apago la radio y miro a Georgie de reojo.

– No me digas que te lo estas tomando a pecho.

?Que clase de mujer sentia celos de un bebe inocente que ni siquiera habia nacido?, penso Georgie. El sentimiento de culpabilidad le revolvia el estomago.

– ?Yo? Claro que no. Es triste, eso es todo. Como es logico, me sabe mal por ellos.

Bram puso cara de comprender la verdad y ella aparto la mirada. Necesitaba un gigolo, no un psiquiatra. Se ajusto las gafas de sol.

– Nadie quiere que ocurra algo asi. Es posible que desee no haberme alterado tanto cuando me entere de que Jade estaba embarazada, pero esta es una reaccion natural.

– Lo que ha ocurrido no tiene nada que ver contigo.

– Ya lo se.

– Tu mente lo sabe, pero el resto de tu persona se pone totalmente neurotica cuando se habla de algo relacionado con el Perdedor.

Georgie abandono el autodominio.

– ?Acaba de quedarse sin su bebe! Un bebe que yo no queria que naciera.

– ?Lo sabia! Sabia que pensabas que, de algun modo, eras responsable de lo que ha sucedido. Se fuerte, Georgie.

– ?Crees que no lo soy? Estoy sobreviviendo a nuestro matrimonio, ?no?

– Lo nuestro no es un matrimonio, sino una partida de ajedrez.

Bram tenia razon, y ella estaba harta de aquella farsa.

Realizaron el resto del trayecto en silencio, pero, despues de aparcar en el garaje, Bram no bajo inmediatamente del coche sino que permanecio sentado, se quito las gafas de sol y jugueteo con las patillas.

– Caitlin es la hija de Sarah Carter.

– ?La novelista?

Georgie solto la manecilla de la puerta.

– Murio hace tres anos.

– Ya me acuerdo.

Teniendo en cuenta el pasado de Bram, Georgie creyo que Caitlin era una joven guapa y tonta, pero con una escritora del calibre de Sarah Carter como madre, eso era poco probable. Carter habia escrito varias novelas de intriga y ninguna de ellas habia tenido exito. Despues de su muerte, una editorial pequena publico La casa del arbol, una novela suya inedita. La novela fue dejando huella en el publico y, a la larga, se habia convertido en la obra estrella de los circulos literarios. A Georgie, como al resto del mundo, le encanto.

– Cuando la novela se publico por primera vez, antes de que entrara en las listas de exitos, Caitlin y yo estabamos saliendo -explico Bram-. Caitlin me comento que lo ultimo que habia escrito su madre antes de morir era el guion para la version cinematografica de La casa del arbol, y me dejo leerlo.

– ?Sarah Carter en persona escribio el guion de la pelicula?

– Y es jodidamente bueno. Dos horas despues de haberlo leido, yo ya habia conseguido la opcion de la version cinematografica.

Georgie casi se atraganto.

– ?Tu tienes la opcion de realizacion del guion de La casa del arbol? ?Tu?

– Estaba borracho y no me pare a pensar en que me estaba metiendo.

Bram salio del coche con el mismo aspecto de tio bueno e inutil de siempre.

Georgie atraveso corriendo el garaje tras el.

– ?Espera un segundo! ?Me estas diciendo que conseguiste los derechos antes de que el libro se convirtiera en un superventas?

El se dirigio hacia la casa.

– Estaba borracho y tuve suerte.

– Pues si. ?Y de cuanta suerte estamos hablando?

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