– ?Como hiciste tu?
Chaz bajo la cabeza.
– Yo nunca he dicho eso.
– Me contaste lo del accidente y que, como te rompiste la mano, te despidieron. -Acciono el
– Hay muchos ninos viviendo en las calles. No fue para tanto.
– Aun asi… debio de ser especialmente duro para ti. Toda aquella suciedad y sin poder limpiarla…
– Pude soportarlo. Y ahora largate. Lo digo en serio, Georgie, tengo que concentrarme.
Deberia haberse ido, pero las turbulentas emociones que hervian detras de la dura fachada de Chaz le habian atraido desde el principio y, de alguna forma, la camara le exigia que las grabara. Cambio el rumbo de su interrogatorio.
– ?Preparar comida para mas de una persona te pone nerviosa?
– Yo preparo comida para mas de una persona practicamente todas las noches. -Echo el ajo troceado y algo de jengibre pelado en un cuenco-. A ti te preparo la comida, ?no?
– Pero no pones el corazon en ello. Te lo juro, Chaz, hasta tus postres tienen un sabor amargo.
Chaz levanto la cabeza de golpe.
– Eso que acabas de decir es muy desagradable.
– Es solo una observacion personal. A Bram le encanta tu forma de cocinar y a Meg tambien. Claro que a ti Meg parece caerte bien.
Chaz apreto los labios y movio la hoja del cuchillo a mas velocidad.
Georgie se desplazo hasta el final de la encimera.
– Deberias ir con cuidado. Los grandes cocineros saben que las comidas fabulosas consisten en algo mas que mezclar ingredientes. Quien eres tu como persona y lo que sientes por los demas se refleja en tus creaciones.
La velocidad con que Chaz troceaba la comida disminuyo.
– No lo creo.
Georgie se dijo que debia dejarlo correr, pero no podia, no con la camara en las manos, no cuando sentia que estaba haciendo lo correcto. Una oleada de compasion y extrana comprension la invadio. Tanto ella como Chaz habian encontrado su propia forma de salir adelante en un mundo sobre el que parecian tener poco control.
– Entonces, ?por que tus postres saben tan amargos? -pregunto con voz suave-. ?Es a mi a quien odias… o es a ti misma?
Chaz dejo el cuchillo y miro fijamente a la camara con sus ojos perfilados en negro muy abiertos.
– Dejala en paz, Georgie -intervino Bram con determinacion desde la puerta-. Llevate tu camara y no fastidies mas.
Chaz se volvio hacia el.
– ?Se lo has contado!
Bram entro en la cocina.
– Yo no le he contado nada.
– ?Ella lo sabe! ?Tu se lo has contado!
El enfado y el odio que Chaz experimentaba hacia si misma eran algo visceral y Georgie queria entenderlo. Queria grabarlo como un testimonio para todas las chicas que se consumian en su propio dolor. Pero no tenia derecho a invadir la intimidad de Chaz de aquella manera, asi que se obligo a si misma a bajar la camara.
– Ella no sabe nada que no le hayas contado tu con tu bocaza -replico Bram.
Una vez mas, Georgie se dijo que lo mejor que podia hacer era irse, pero sus pies no se movieron. Entonces dijo:
– Se que no eres la unica chica que ha venido a Los Angeles y ha hecho lo que se ha visto obligada a hacer para sobrevivir.
Chaz apreto los punos.
– ?Yo no era una puta! Eso es lo que piensas, ?no? ?Que era una puta y una drogadicta!
Bram le lanzo a Georgie una mirada asesina y se puso al lado de Chaz.
– ?Dejalo, Chaz! No tienes que justificarte ante nadie.
Pero algo parecia haberse desgarrado en el interior de la chica. Estaba totalmente centrada en Georgie. Tenso los labios y su voz se convirtio en un grunido.
– ?Yo no me drogaba! ?Nunca lo hice! Solo queria un lugar donde vivir y un poco de comida decente.
Georgie apago la camara.
– ?No! -grito Chaz-. Vuelve a encenderla. Deseabas oir esto con todas tus fuerzas… Enciendela.
– Esta bien, yo no…
– ?Enciendela! -le espeto Chaz con furia-. Esto es importante. ?Haz que sea importante!
Las manos de Georgie habian empezado a temblar, pero entendia lo que Chaz queria decir e hizo lo que le pedia.
– Estaba sucia y vivia de lo que tenia en la mochila. -Georgie vio, a traves de la lente, que las lagrimas se desbordaban por las pestanas de Chaz-. Me pase un dia sin comer. Y despues otro. Oi hablar de los comedores de beneficencia, pero no pude reunir las fuerzas para ir alli. No comer me estaba volviendo loca y me parecio mejor vender mi cuerpo que pedir caridad.
Bram intento acariciarle la espalda, pero ella lo aparto de un empujon.
– Me dije que solo lo haria una vez y que cobraria solo lo justo para sobrevivir hasta que me quitaran el yeso. -Sus palabras golpearon duramente la camara-. Era un tio mayor. Iba a pagarme doscientos pavos, pero cuando termino, me empujo fuera de su coche y se largo sin darme nada. Yo vomite en la alcantarilla. -Apreto los dientes con amargura-. Despues de aquello aprendi a cobrar por adelantado. En general, cobraba veinte dolares, pero no tomaba, nunca tome drogas y les obligaba a ponerse condon. Yo no era como las otras chicas, unas drogadictas a las que no les importaba nada. A mi si me importaba. ?Y yo no era una prostituta!
Georgie volvio a intentar apagar la camara, pero Chaz no se lo permitio.
– Esto es lo que querias oir. No te atrevas a parar ahora.
– De acuerdo -contesto Georgie con suavidad.
– Yo odiaba dormir en las calles. -Unas lagrimas manchadas de negro resbalaron por sus mejillas-. Y por encima de todo, odiaba tener que limpiarme como podia en los lavabos publicos. Lo odiaba tanto que queria morirme, pero suicidarse es mas dificil de lo que uno cree. -Cogio una servilleta de papel de una caja que habia en la encimera-. Poco antes de Navidad conoci a un tio al que le compre unas pastillas. No para colocarme. Las pastillas eran para… acabar con todo. -Se sono la nariz-. Pensaba guardarmelas para Nochebuena, como un regalo para mi misma. Entonces me las tomaria, me acurrucaria en el portal de cualquier casa y me dormiria para siempre.
– ?Oh, Chaz…!
A Georgie se le habia encogido el corazon. Bram cogio a la chica por la espalda y le acaricio los hombros.
– Lo unico que tenia que hacer era esperar a que llegara la Nochebuena, pero tenia mucha hambre. -Arrugo la servilleta en la mano-. Una noche, vi a un tio salir de un club. Iba solo y se lo veia realmente limpio. Cuando me acerque a el, me pregunto cuantos anos tenia. Muchos me lo preguntaban y yo les respondia lo que ellos querian oir, asi que, a veces, contestaba que tenia catorce anos, o incluso doce. Pero el no parecia ser un puerco de esos, asi que le dije la verdad. El me dio algo de dinero y se alejo. Era un billete de cien dolares y yo deberia haberle dado las gracias y ya esta, pero estaba como loca, le grite que no necesitaba su caridad. Cuando se volvio para mirarme, le tire el billete.
Chaz se separo de Bram y echo la servilleta al cubo de la basura.
– El volvio, recogio el dinero del suelo y me pregunto cuanto tiempo hacia que no comia. Le dije que no me acordaba y el me llevo a un bar y pidio unas hamburguesas y mas cosas. No me dejo ir a lavarme las manos porque me dijo que intentaria largarme, pero yo no lo habria hecho. Tenia demasiada hambre. Envolvi la hamburguesa en una servilleta y me la comi de forma que mis manos no la tocaran.
Se dirigio al fregadero, abrio el grifo y se lavo las manos de espaldas a Georgie y Bram.
– El espero a que yo terminara y entonces me dijo que me llevaria a un lugar de acogida de los servicios sociales, y yo le conteste que no necesitaba a los servicios sociales, sino un trabajo en un restaurante. Pero,