– Solo una buena amiga seria tan benevolente -rio Bliss devolviendole el cumplido-. Ya no soy la nina que conocisteis.

– Y esta es vuestra hija, ?verdad? -aventuro Adela Marlowe reparando en Nyssa y escrutandola con la mirada. Joven, inocente y rica, se dijo.

– Es mi sobrina -contesto Bliss-. Es la hija de Blaze y ha sido nombrada dama de honor de la reina. Nyssa, te presento a lady Adela Marlowe. Adela, esta es lady Nyssa Catherine Wyndham y aquellos son Philip, vizconde de Wyndham, y su hermano Giles. Tambien han sido nombrados pajes -anadio a la vez que los muchachos hacian una reverencia a la dama, que parecia impresionada.

– ?Estais prometida, jovencita? -pregunto a Nyssa.

– No, senora.

– ?Entonces teneis que conocer a mi Enrique!

– ?Que magnifica idea! -exclamo Bliss, entusiasmada.

– Bliss, querida -intervino su marido-, creo que no debemos hacer esperar a lady Browne. Si llegamos tarde haremos quedar mal a Nyssa.

– Owen tiene razon -admitio Bliss de mala gana besando a su amiga en las mejillas-. Nos veremos luego. ?Teneis que ponerme al dia de todos los cotilleos! ?Owen, baja de ahi inmediatamente! -grito cuando vio a su hijo encaramado a una verja-. ?Donde esta tu primo Edmund? Empiezo a pensar que no ha sido una buena idea traeros con nosotros.

– Te esta bien empleado, gatita -dijo su marido sonriendo triunfante-. Tu te ofreciste a hacerte cargo de ellos -anadio antes de darse la vuelta y emprender el camino hacia la entrada de palacio mientras Bliss reunia a su caterva de chiquillos y le seguia.

Lady Margaret era la esposa de sir Anthony Browne, el encargado de los establos y un hombre muy querido por el rey, ya que trabajaba muy duro y siempre tenia los caballos bien cuidados e impecables. Al contrario que otros colaboradores, nunca tomaba parte en las disputas politicas de la corte y solo vivia para servir al monarca y a su familia. Enrique Tudor le habia recompensado por su fidelidad regalandole unas propiedades en Surrey que habian pertenecido a la abadia de Chertsey, al priorato de Merton, a Santa Maria Overey, en Southwark, y al priorato de Guilford. Su esposa habia sido nombrada encargada de escoger a las damas de la nueva reina.

Los aposentos de lady Margaret estaban situados muy cerca de los que se habian destinado a la reina Ana y la amable dama saludo a los condes de Marwood cor-dialmente.

– Parece que fue ayer cuando vinisteis recien casa da, condesa, pero los anos no pasan por vos. ?Cuantos hijos teneis?

– Tres hijos y una hija, senora -contesto Bliss.

– ?Son estos? -pregunto lady Browne fijando su mirada miope en los ninos.

– Solo uno de ellos -respondio la condesa-. ?Owen, saluda a la senora!-ordeno-. Senora, permitid que os presente a Edmund Kingsley, el hijo mayor de mi hermana Blythe y sir Nicholas Kingsley. Y estos jovencitos son Philip, vizconde de Wyndham, y su hermano Giles, los hijos de mi hermana Blaze, condesa de Langford. El rey les ha nombrado pajes de la nueva reina.

Los muchachos hicieron una reverencia al oir su nombre y lady Browne asintio satisfecha al ver que mostraban buenos modales.

– ?Y quien es esta jovencita, lady Fitzhugh? -pregunto.

– Os presento a lady Nyssa Catherine Wyndham, hija de los condes de Langford. Sera una de las damas de honor de la reina.

– ?Otra dama de honor? -exclamo lady Browne horrorizada-. ?No, por favor! Todas las jovenes de buena familia de Inglaterra han venido hasta aqui para ser nombradas damas de honor. Lo siento, lady Fitzhugh, pero no hay sitio para vuestra sobrina.

– Me temo que no me he explicado con claridad -replico Bliss sin levantar la voz, pero empleando un tono frio y cortante que su marido conocia a la perfeccion-. El rey visito a mi hermana el pasado octubre y escogio a Nyssa personalmente. La muchacha es hija de Blaze Wyndham, ?recordais a mi hermana?

– Pues…-titubeo lady Browne-. ?La hija de Blaze Wyndham habeis dicho? El nombre me resulta familiar pero no logro recordar su rostro.

La joven era bonita y parecia tener buenos modales pero no era nadie. Mas de una docena de familias de mucho mas renombre que la de Nyssa Wyndham se encontraban a la espera de un puesto de dama de honor para sus hijas. Los padres de esas muchachas estaban dispuestos a recompensar al monarca con sustanciosas contribuciones a las arcas reales y, ya que el rey no habia mencionado a Nyssa en ningun momento, lady Browne creyo que lo mejor era deshacerse de ella cuanto antes.

– A mi madre se la conocia como La Amante Callada -intervino Nyssa adivinando las intenciones de la dama-. Aunque su estancia en palacio fue muy breve, estoy segura de que si haceis un esfuerzo la recordareis. A pesar del tiempo transcurrido, el rey la sigue teniendo por su subdita mas fiel y una de sus mejores amigas.

– Sois demasiado descarada, jovencita -la reprendio lady Browne. Sin embargo, cuando emitio un suspiro resignado, tia y sobrina intercambiaron una mirada complice y supieron que habian conseguido convencerla.

– ?Habeis vivido en palacio alguna vez? -pregunto, aunque conocia la respuesta-. ?No? Entonces teneis mucho que aprender en muy poco tiempo, lady Nyssa. Quiero veros cada dia despues de asistir a la misa de la manana en la capilla de palacio. De momento vivireis con vuestra familia. Las habitaciones de las damas estan ocupadas por algunos invitados ilustres y aqui no cabe ni un alfiler. Cuando estemos en Green-wich todo sera diferente; entonces no debereis separaros de la reina a menos que ella os de permiso para hacerlo.

– Si, senora -se limito a responder Nyssa.

– Las mismas indicaciones sirven para los pajes -anadio lady Browne volviendose hacia Bliss-. Supongo que tambien es la primera vez que estan lejos de su hogar. Espero que no se pasen las noches llorando y llamando a su mama. No soporto a los ninos llorones.

Philip y Giles miraron a la dama indignados.

– Vamos, ninos -se apresuro a intervenir Bliss-. Os ensenare el castillo. Si vais a trabajar aqui, os conviene conocerlo como la palma de vuestra mano.

– ?Que buena idea! -asintio lady Browne-. Recordad, lady Nyssa: quiero veros cada manana a primera hora.

– Aqui estare -prometio Nyssa haciendo una reverencia.

– Ha estado a punto de hacerme desistir -dijo Bliss cuando se encontraron lejos de los aposentos de la dama.

– Quiza habria sido lo mejor -murmuro Nyssa.

– ?Tonterias! -replico su tia-. ?Que diria tu madre si nos viera aparecer con el rabo entre las piernas? Ademas, habria hecho falta alguien mas perverso que la buena de lady Browne para hacerme desistir de mi empeno. Solo piensa en el provecho que puede obtener de las familias ricas si accede a colocar a sus hijas entre las damas de la reina. En palacio todo se compra y se vende y tu madre pago con creces el favor que te ha hecho el rey.

Nyssa guardo silencio mientras su tia la guiaba a traves de los laberinticos pasillos de palacio. En un salon encontraron a lord y lady Marlowe esperandole.s. Nyssa sospechaba que Adela Marlowe se habia apresurado a hacerse la encontradiza en cuanto se habia enterado de su presencia en palacio. Junto a ella se encontraba un muchacho con el rostro cubierto de manchas rojizas que apoyaba todo el peso de su cuerpo sobre uno y otro pie alternativamente.

– ?Bliss, querida! -llamo Adela Marlowe en cuanto les vio. Su hijo enrojecio hasta la raiz del cabello y bajo la mirada, avergonzado-. ?Estamos aqui!

Mientras lord Marlowe y el conde de Marwood intercambiaban saludos y apretones de manos, lady Marlowe se apresuro a presentar a su hijo Enrique. Era tan evidente que tenia en mente concertar su boda con Nyssa cuanto antes que hasta los hermanos Wyndham y sus primos se dieron cuenta y empezaron a reir.

– ^Precisamente ahora me disponia a ensenar los campos de tenis y torneos a los muchachos -intervino Owen Fitzhugh, decidido a evitar el desastre que se avecinaba-. ?Por que no os unis a nosotros?

– Sera un placer -respondio lord Marlowe mientras su hijo se apresuraba a unirse al grupo.

– ?Cuantos anos tiene Enrique? -pregunto Bliss a su amiga cuando los hombres se hubieron marchado-. Me recuerda a su padre. ?Parece tan callado!

– Acaba de cumplir doce -contesto lady Marlowe con un suspiro-. Teneis razon, senora; es tan taciturno como

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