– Entonces, ?negais haber mantenido relaciones con el senor Tom Culpeper? -insistio el duque de Suffolk.
– Ni niego ni confieso haber hecho nada -contesto la testaruda joven.
Los miembros del Consejo abandonaron Syon visiblemente decepcionados.
– Trata de proteger a su amante -dijo Southamp-ton-. O por lo menos eso cree ella.
– Es una tragedia para todos -suspiro el obispo Gardiner.
El 1 de diciembre se celebro el juicio contra Tom Culpeper y Francis Dereham. Dereham fue acusado de intento de traicion, de haberse aprovechado de la reina para obtener un puesto en palacio y de negar haber dado palabra de matrimonio a Catherine Howard. El joven se declaro inocente.
Thomas Culpeper fue acusado de haber cometido adulterio con la reina Catherine. Cuando se dio cuenta de que no podia hacer nada por salvar la vida de su amada ni la suya, Culpeper, que hasta entonces habia asegurado ser inocente, se declaro culpable ante el tribunal y expreso su deseo de tranquilizar su conciencia. Aquella era la unica salida honrosa que le quedaba despues de haberse enfrentado a los demoledores testimonios de lady Rochford y las camareras.
Fue Thomas Howard, duque de Norfolk, quien les declaro culpables y leyo en voz alta la sentencia:
– Se os condena a morir ahorcados en la plaza de Tyburn. Llegareis hasta alli arrastrados por un carro, se os abrira el vientre y vuestras entranas seran quemadas. Despues sereis colgados y descuartizados. Que Dios se apiade de vuestras almas.
El 6 de diciembre Francis Dereham volvio a ser torturado. El Consejo le habia condenado a muerte y creia que no perdia nada al intentar hacerle confesar que habia mantenido relaciones con Catherine Howard cuando esta era una mujer casada. Sin embargo, Dereham volvio a negar las acusaciones.
Las familias de los condenados apelaron al Consejo en un intento desesperado por conmutar la sentencia por una muerte mas digna y menos cruel. Culpeper provenia de una familia noble y el tribunal decidio apiadarse de el: seria llevado hasta Tyburn arrastrado por un carro y alli seria decapitado. Francis Dereham no tuvo tanta suerte; su familia no era noble ni poderosa y no pudo interceder por el.
A pesar de que el 10 de diciembre amanecio frio y lluvioso, los habitantes de Tyburn se agolparon en la plaza para presenciar la ejecucion y arrojaron basura y restos de animales muertos al paso de los condenados. Cuando llego la hora de ejecutar a Culpeper se descubrio que no habia tajo, por lo que el joven tuvo que arrodillarse y apoyar la cabeza en el suelo mientras rezaba sus ultimas oraciones. El verdugo le secciono la cabeza de un solo golpe seco y certero.
Francis Dereham, en cambio, sufrio una agonia larga y cruel. Fue colgado hasta que su rostro y su lengua adoptaron un tono azul violaceo. Entonces, sus verdugos le tendieron en el suelo y le sujetaron brazos y piernas mientras le abrian el vientre en canal. Los espasmos de dolor sacudian a Francis Dereham mientras la enfervorizada multitud estallaba en vitores y aplausos. Cuando los verdugos arrastraron al condenado y le obligaron a ponerse en pie, Dereham estaba casi inconsciente. De un hachazo le arrancaron la cabeza, descuartizaron su cuerpo en cuatro partes y las enterraron en tierra no sagrada en direccion a los cuatro puntos cardinales. Su cabeza y la de Tom Culpeper fueron llevadas en procesion hasta el puente de Londres, donde quedaron expuestas a merced de los curiosos y las aves carroneras.
Mientras tanto, Catherine se afanaba en decorar la casa y no sabia que su amante habia sido ejecutado aquel frio dia de diciembre. Tampoco sabia que el rey habia ordenado detener y encerrar a sus tios lord Wi-lliam y Margaret Howard, a la familia de su hermano Enrique y a su tia, la condesa de Bridgewater, y que les habia acusado de complices de traicion. La duquesa Agnes, que mantenia vivo en la memoria el recuerdo de los ultimos momentos de la condesa de Salysbury, se fingio enferma para evitar ser encerrada en la Torre. El Consejo envio a un reputado doctor a Lambeth, quien examino a la dama y aseguro que se encontraba en per fecto estado de salud. Varian de Winter, conde de March y nieto de Thomas Howard, tambien fue detenido y encerrado junto a sus parientes.
El duque de Norfolk habia huido de Londres en cuanto se habia declarado culpables a Tom Culpeper y Francis Dereham. Una vez a salvo en su castillo, escribio una carta en la que pedia perdon al rey por las faltas cometidas por sus sobrinas Ana y Catherine y le rogaba que no le retirara su favor tras asegurar que «se arrodillaba ante el y le besaba los pies». Aunque Enrique Tudor estaba furioso con los Howard, apreciaba al duque, por lo que le perdono pero se propuso no devolverle el poder perdido. El duque de Norfolk era un hombre practico y eficiente y un excelente tesorero y no deseaba cometer el error de deshacerse de una persona asi, como habia ocurrido con Thomas Cromwell.
Las Navidades sorprendieron a la corte sumida en la melancolia y la depresion producida por las ultimas detenciones y ejecuciones. Todo el mundo habia empezado a darse cuenta de que el rey se habia convertido en un anciano y se comportaba como tal. Habia repudiado a su reina y las personas mas influyentes de palacio habian sido encarceladas o habian pedido permiso al secretario de su majestad para pasar las vacaciones lejos de palacio con sus familias. Los dias transcurrian monotonos y aburridos. El rey salia de caza cada manana y pasaba la tarde sentado en su sillon bebiendo, eructando y arrojando ruidosas ventosidades.
En Syon, en cambio, el ambiente era mas alegre. Lord Bayton era un buen hombre y no pudo negarse a que su prisionera y sus damas salieran al bosque a buscar ramas para adornar la vivienda. Aunque el dia de la excursion amanecio frio, Cat, Nyssa, Bessie y Kate salieron escoltadas por guardias.
– Espero que el rey no se entere -dijo lady Bayton inquieta.
– No hacen dano a nadie -replico su marido-. Lady Catherine no ha sido acusada y condenada todavia y estas seran sus ultimas Navidades. No tengo corazon para negarle un capricho tan inocente como salir a buscar hojas y ramas -anadio volviendose hacia la ventana. Las jovenes se movian entre los arboles desnudos de hojas y sus siluetas se recortaban contra el cielo gris plomizo-. Va a nevar otra vez.
– No comprendo a esa nina -dijo lady Bayton-. Lady De Winter asegura que es consciente de todo cuanto ocurre a su alrededor pero que se niega a enfrentar sus problemas. ?Crees que tiene razon? La reina, quiero decir Catherine Howard -se corrigio-, me parece una muchacha frivola e irresponsable.
– Di a lady De Winter que su marido ha sido arrestado y encerrado en la Torre junto con el resto de la familia Howard -dijo el chambelan, que no habia oido la pregunta de su esposa-. Dile tambien que no corre peligro. El rey esta buscando un chivo expiatorio y, por si acaso, Thomas Howard se ha refugiado en Leddinghall. Es astuto como un zorro y tiene mas vidas que un gato.
– Pobre lady De Winter -suspiro lady Bayton-. Es una joven sensata y agradable que daria cualquier cosa por regresar a su casa. Hace cuatro meses que no ve a sus hijos ?y su marido ni siquiera es un Howard! ?Es injusto!
– Thomas Howard es abuelo del conde de March y supongo que el rey quiere castigarle encerrando a su unico nieto. El conde de Surrey, el hijo del duque de Norfojk, tambien se ha refugiado en el castillo de su padre pero Varian de Winter estaba en Whitehall esperando la vuelta de su esposa y no pudo escapar.
Lord Bayton se asomo a la ventana y vio a Cat Howard revolcandose en la nieve como una nina pequena. Los guardias contemplaban la escena y sonreian divertidos.
– ?Mirad aquel arbusto de acebo! -exclamo dirigiendose a sus amigas mientras uno de los guardias le alargaba un cestillo-. ?Esta cuajado de frutos!
– ?Y aqui hay bayas, laurel y boj! -anadio Nyssa.
Las muchachas cortaron las ramas mas verdes y llenaron varias cestas que los guardias cargaron de vuelta a casa. Desde lo alto de la colina se divisaba el Tamesis con las orillas cubiertas de nieve de entre la que sobresalian algunas briznas de hierba que suavizaban la dureza del paisaje. En cuanto empezo a nevar las jovenes corrieron hacia la casa y se refugiaron junto a la chimenea encendida. Nyssa tenia los pies helados.
– No tenemos velas -dijo Catherine-. ?Donde se han visto unas Navidades sin velas? Para hacerlas necesito cera, moldes de varias formas y tamanos, hilo de algodon, esencia de rosa y de lavanda y bayas. Manana a primera hora quiero tener todo aqui -exigio.
– Dejadlo en mis manos -contesto lord Bayton ante el asombro de su esposa.
– ?Te has vuelto loco? -pregunto ella aquella no-, che-. ?De donde vas a sacar la cera y las esencias?
– Confia en mi -contesto el chambelan con aire misterioso-. Catherine Howard tendra todo lo necesario para fabricar sus velas. ?Has hablado con lady De Winter?
– Todavia no. Estoy esperando el momento apropiado.
Las muchachas pasaron la manana siguiente llenando los moldes con cera, perfumando las velas con esencia de lavanda y rosas y dejandolas secar sobre la mesa de la cocina. Horas despues estaban listas para ser