– ?Iras?-inquirio con alegria.
Farran condujo sola a High Monkton y, con cada kilometro recorrido, se deprimio mas. De pronto, le parecia que su vida no tenia sentido ni direccion.
Tuvo que pararse en un embotellamiento y decidio que, como ya estaba casi en High Monkton, no tenia caso ir primero a Selborne y luego a la iglesia, casi de inmediato. Desconsolada, se dirigio a la iglesia.
Su tristeza se ahondo cuando vio como los sepultureros entraban con el ataud de la senorita Newbold. Rezo una oracion por ella, pero al empezar la misa, se desconcentro. Cuando la misa termino. Farran se sintio peor que nunca en su vida.
Salio de la iglesia con el deseo desesperado de no pensar mas en Russell Ottley. Este no tenia lugar en el sitio en donde se oraba por la memoria de la tia Hetty.
Trago saliva y trato de recobrar la compostura pero, de pronto, sintio que alguien la miraba. Miro hacia su izquierda y casi aparto la vista de nuevo.
Mas no la aparto. Aunque no estuvo consciente de si hubo diez personas o cien en la iglesia, de pronto estuvo muy consciente del hombre alto que la miraba. No solo la miraba, sino que la observaba con fijeza y frialdad. Sin poder creerlo, pues estaba mas acostumbrada a que los hombres la admiraran, Farran se percato de que no habia admiracion en los ojos de ese hombre. ?Solo un profundo desprecio!
Sorprendida de que alguien pudiera mirarla con desprecio, Farran se aseguro de no haber interpretado mal la mirada. No era asi, puesto que estaba a menos de tres metros de distancia y lo suficientemente cerca para que la chica pudiera ver su nariz recta y arrogante y su barbilla firme.
La siguio mirando por debajo de la nariz y Farran decidio que le devolveria la misma mirada. Pero antes de poder hacerlo, una mujer de aspecto muy desagradable, anciana, que se colgaba del brazo del hombre, le dijo algo para atraer su atencion.
Farran alzo la barbilla una fraccion mas alto y se dirigio a su auto. ?Cerdo arrogante!, nombro en su mente al extrano. ?Quien demonios creia que era, para observarla de ese modo?
De cualquier manera, no le importaba ni un comino, se dijo a si misma al abrir la puerta del auto. A menos de que el se dirigiera tambien a la casa, y hubo algo en su apariencia que sugirio que no seria asi, la chica no lo volveria a ver nunca mas.
De alguna manera, nunca se le ocurrio que, de sentirse deprimida y casi obsesionada por Russell Ottley, a quien no podia sacarse de los pensamientos, ahora se sentia muy enojada y no habia pensado en Russell Ottley durante, unos cuantos minutos.
Capitulo 2
Para fastidio de Farran, volvio a ver al extrano. No quiso ir a Selborne sino regresar a Banford, pero como Georgia queria mostrar el testamento a los abogados al dia siguiente, tuvo que ir a la casa de la tia Hetty.
Cuando Farran entro en la casa, no reconocio a nadie. Habia menos de doce personas reunidas en la sala de estar y, aparte de el, todas parecian ser matronas ancianas. Farran lo vio a el de inmediato, aunque fingio no hacerlo. Estaba parado cerca de la mujer de aspecto desagradable, a quien vio antes, la cual estaba sentada y dando ordenes, con malos modos, a una mujer cincuentona y atareada.
Cuando la mujer atareada se alejo y el hombre alto se inclino para hacerle un comentario a la mujer anciana, Farran tuvo la oportunidad de mirarlos bien. La nariz recta y barbilla firme eran como las recordaba, y ademas parecia pasar mucho tiempo al aire libre, ya que su cabello rubio estaba aclarado por el sol.
Adivino que tendria mas de treinta anos; ?acaso era el hijo de la mujer de aspecto amargado? Si esta era contemporanea de la tia Hetty, mas bien seria el nieto que el hijo. Pero como tambien parecia estar amargado, por lo menos en la iglesia, debian estar emparentados entre si.
Farran volvio la cabeza con rapidez cuando creyo que la miraria. Justo en ese momento, una mujer robusta trajo una bandeja y se paro frente a la chica.
– ?Quiere una taza de te? -pregunto la mujer.
– Ahora no, gracias -declino Farran con cortesia. Como era la representante de la familia, supuso que debia hallar a la senora King para agradecerle el haber hecho todos los preparativos del entierro-. ?Es usted la senora King? -inquirio con suavidad.
– Soy la senora Allsopp -se presento-. Hacia la limpieza para la senorita Newbold los lunes y los jueves -al percatarse de la pregunta hecha con voz baja por Farran, se dio cuenta de que la chica no queria atraer la atencion y anadio con voz aun mas baja-: No conozco a ninguna senora King, pero si quiere puedo preguntar quien es.
– No, todo esta bien -Farran penso que, como era martes, ninguna otra persona mas que la senora King habria podido organizar que la senora Allsopp sirviera el te ese dia.
La senora Allsopp se alejo y Farran recordo que la tia Hetty le menciono el nombre de la senora de la limpieza, pero, como la chica solo la visitaba los fines de semana, nunca tuvo oportunidad de conocerla.
Farran no tenia ganas de ir al piso superior para hurgar en las pertenencias de la tia Hetty, pero no podia regresar a Banford sin el testamento. A pesar de que lo que pensaba hacer no le parecia 'muy correcto', decidio que, debido a su relacion con Georgia y su padre, tenia mas derecho que nadie a entrar en los cuartos de la casa.
Decidida a hallar despues a la senora King para agradecerle lo que hizo, Farran tomo la resolucion de ir en busca del testamento y de terminar de una vez por todas con el asunto.
En silencio, se repitio que tenia mas derecho que nadie, aunque espero que si alguien la veia salir de la sala de estar y dirigirse a la escalera, pensaria que iba al bano, que estaba situado en el piso superior.
Farran nunca penso que tendria tantos problemas para llevar a cabo el pedido de su hermanastra y se dirigio al dormitorio de la senorita Newbold y de alli al vestidor. Con rapidez extrajo la caja de galletas que estaba en el sitio de siempre, en el armario.
Estaba lista para transferir el testamento de la caja a su bolso cuando descubrio que la caja estaba vacia.
Eso no fue todo. Afectada todavia por la impresion, de pronto se dio cuenta de que no estaba sola. Alguien la habia seguido.
– ?Es esto lo que busca? -inquirio una voz masculina, educada y arrogante.
Farran supo, sin lugar a dudas, a quien pertenecia esa voz. A pesar de estar atonita, se irguio con lentitud y se dio la vuelta. Como supuso, era el extrano alto, rubio y con el pelo destenido por el sol. Sostenia en la mano un pergamino doblado.
– Si eso es el testamento de la senorita Hetty Newbold, entonces creo que tengo mas derecho a el que usted -Farran intento hablar con frialdad y extendio la mano para tomarlo.
El no hizo ningun intento de entregarselo.
– Creo que no es asi.
– ?Que quiere decir? -replico acalorada-. Tengo mas derecho que…
– No tiene ningun derecho -la interrumpio, seco-. Quiza en el antiguo testamento de la senorita Newbold no habria quedado en mala situacion, pero…
– ?Cambio su testamento? -Farran estaba azorada ante la mera idea. Georgia contaba con que…
– Me temo que si -repuso el extrano, mas con el aspecto de estar complacido por confirmarlo que de estar triste de tener que ser el quien le diera la noticia-. En su nuevo testamento, su ultimo testamento, me parece que la han excluido. Parece que usted -sonrio-, no hereda nada en absoluto.
– Yo… -jadeo Farran y de pronto odio a ese arrogante portador de noticias-. No… le creo -recobro la compostura para salir en defensa de Georgia-. Se a ciencia cierta que la senorita Newbold heredo sus propiedades a…
– A una persona -intervino el hombre de nuevo-. A Stallard Beauchamp -mientras Farran estaba atonita por eso, le entrego el pergamino, con el aspecto de quien se divierte mucho con toda la situacion.
Farran tomo el papel y fue al dormitorio a leerlo. Esperando una y otra vez que el mintiera, abrio el documento y empezo a leerlo con rapidez.
Minutos despues, incapaz de creer que el hombre tenia razon, lo ley de nuevo, con mayor lentitud esa vez.