poder presenciar tu alegria y tus cambios de expresion, contrate a alguien mas para que nos hiciera volar sobre las lineas de Nazca? -Bliss lo miro con azoro mientras el proseguia-. ?O cuando, de regreso en Pisco, al mirar tu rostro animado y brillante, mi corazon me dio un vuelco? No pude evitar besarte.

– Quin -jadeo Bliss.

– Un beso, mi amor, nunca fue suficiente -susurro el con suavidad-. Y no te sorprenda que, temeroso de que adivinaras mis sentimientos, me alejara de ti para recuperar el control.

– Nunca lo adivine.

– Bueno, eso es lo que queria. ?Vaya que necesitaba recobrar la sangre fria despues de eso! Me mantuve lejos de ti intencionalmente durante el resto de ese dia.

– Tenias compromisos de trabajo -recordo Bliss.

– Mas mentiras -confeso el-. Necesitaba estar separado de ti para pensar en lo que iba a hacer.

– ?Tan mala estaba la situacion?

– Vaya que si. Esa manana me dijiste que no querias mantenerme lejos de mi trabajo… era obvio que no sabias que, por pensar en ti y en las pocas oportunidades que tenia de que me amaras, estaba evitando que durmiera y comiera. Empece a creer que me estabas volviendo, loco.

– Querido Quin -suspiro.

– Gracias por decirme eso -era obvio, por su sonrisa, que le encanto que lo llamara “querido”. La beso y continuo-. Decidi que, a partir de entonces, tendria que mantenerme distante y frio. Me dije que, cuando no te apareciste a la manana siguiente para desayunar, era una leccion muy merecida. Me fui a la oficina… pero cinco minutos despues de haber llegado, llame a la senora Gomez para ver si estabas bien.

Bliss apenas si podia creer que Quin le estuviera contando todo eso. Y por nada del mundo lo detendria.

– Sigue -insistio con suavidad.

– La senora Gomez me aseguro que estabas desayunando y que parecias estar bien, pero de todos modos yo estaba preocupado. Asi que volvi a casa al mediodia para confirmar por mi mismo que estabas bien.

– Me encontraste en la casa de la playa -declaro Bliss.

– Si… pero solo despues de buscarte por todas partes. Al hacerlo, me di cuenta de lo desolada que seria mi vida si te fueras, y yo no hallaba la manera de retenerte a mi lado.

– No tenia la menor idea… -empezo a decir, atonita.

– ?Puedes creer que, aun cuando ya habia tomado la decision de mostrarme distante y frio, de pronto te invitara a comer? -sonrio y la hizo mirarlo con los ojos brillantes de felicidad-. Ese fue el maravilloso dia en que comimos en Pisco y regresamos a casa via San Andres. Entonces estuve seguro de que mi corazon estallaria de amor por ti.

– ?De verdad? -inquirio la chica. Sus grandes ojos verdes estaban suaves y lo observaban con amor.

– Muy de verdad -aseguro-. Nunca olvidare el placer inocente e intenso de tu rostro mientras paseamos por ese pueblo de pescadores -de pronto, como si la emocion que lo embargaba fuera demasiada, la apreto contra su pecho-. ?Puedes culparme por querer pasear contigo al dia siguiente, ayer, y tenerte toda para mi solo?

– Fuimos a ver las fabulosas Islas Ballestar -sonrio-. Me parecio que todo era increible.

– Yo estaba contigo… ?que mas podia desear? -intervino Quin.

– Pero… -dudo ella.

– ?Pero? -la urgio.

– Anoche, durante la cena, estuviste tan callado, casi sombrio, y yo estaba segura de que estabas lamentandote de haber pasado tanto tiempo fuera de tu trabajo.

– Perdoname, tenia muchas cosas en que pensar -se disculpo.

– ?De tu trabajo?

– No, en absoluto -sonrio-. Aparte de un pequeno detalle que requirio mi atencion, mi negocio marcha muy bien. Fui a la oficina los dos primeros dias que estuviste aqui, porque no sabia como lidiar con la felicidad tan grande que sentia solo por tenerte aqui, en casa. Necesitaba espacio, un lugar donde recuperar la compostura… y aprender a ocultar mis emociones. Sin embargo, el viernes pasado ya parecias haber descansado y estar bastante repuesta de tu agotamiento. Asi que, solo porque queria estar a tu lado, no vi motivo valido por el cual yo debia privarme de tu compania.

– Me llevaste a un museo y… -lo miro con aire de complicidad-… me permitiste nadar en otro sitio que no fuera la piscina.

– La senora Gomez y Leya tenian instrucciones estrictas de cuidarte cuando o no estuviera en la casa -rio, y luego continuo, serio-: Ese viernes me asuste mucho.

– ?Por que? -inquirio ella, sorprendida.

– Estabas diciendo que te marcharias -contesto-. Yo no podia aceptarlo ni pensaba permitirlo, pero, como ya habia percibido cierta necedad en tu naturaleza, ?como rayos iba a detenerte?

– Malvado -rio-. Me blandiste ese museo como una zanahoria en la cara. Para no mencionar que me diste permiso de nadar en el mar.

– Nunca lo olvidare -replico-. Pense que te hallabas en dificultades y corri a salvarte… solo para hallarme a mi mismo en serias complicaciones cuando abrace tu cuerpo semidesnudo. Luche por recuperar el control cuando me empujaste -hizo una pausa-. Bliss ?lo imagine o de veras fuiste consciente de mi “fisicamente”?

– ?Tengo que decirte la verdad? -bromeo.

– ?Acaso no han terminado ya todas las evasiones, mentiras y enganos entre nosotros, querida? -cuestiono el.

– No, no lo imaginaste. Nunca antes senti eso -confeso de inmediato.

Quin inclino la cabeza y la beso. Fue como si hubiera pasado mucho tiempo desde el ultimo beso. Le acaricio los labios durante largo rato, antes de volver a separarse. Busco en su mente el tema del que estaban hablando y continuo:

– Muy pronto, querida Bliss, me percate de que estaba en un predicamento tremendo.

– ?Debido a mi?

– ?Debido a quien mas? -le observo la boca, que tenia una mueca maliciosa-. Cada dia tenia mas miedo de que me anunciaras que te ibas… queria estar mas tiempo a tu lado, no podia dejarte ir.

– Estuve dispuesta a decirtelo desde hace varios dias -admitio.

– Entonces, mi intuicion fue correcta -observo Quin.

– Pero cada vez que decidia que era hora de partir, tu me sugerias que fueramos a un lugar… -se interrumpio-. ?Lo hiciste premeditadamente? -descubrio, azorada.

– Creo que me estas conociendo muy bien, Bliss -sonrio y le provoco un vuelco en el corazon.

– No me sorprende que no tuviera la fuerza de rechazar tus invitaciones, pues queria tener la oportunidad de estar contigo un poco mas de tiempo.

– Me alegro de que asi fuera -comento el sin vanidad y Bliss se acurruco contra el.

– Asi que yo no era la unica que no tenia apetito por estar enamorada -comento la chica.

– ?Es por eso que no querias comer? -Quin se quedo de una pieza.

– Comia la mayor parte del tiempo -rio, y el la imito. Sus miradas se encontraron, y compartieron la alegria que los embargaba.

– Tal vez fue mejor que no te confesara todo esto anoche, como era mi intencion -murmuro Quin al mirar con calidez los ojos de Bliss, sus labios entreabiertos.

– ?Cuando entraste a mi cuarto? Pero si fuiste a devolverme el libro.

– Tu libro fue solo un pretexto -corrigio Quin y la asombro al seguir hablando-. Estaba muy nervioso y necesitaba algo que rompiera el hielo cuando te viera… con la intencion de explicarte, si era posible, mi engano acerca de que tu hermana estaba en Francia, cuando en realidad no lo estaba.

Bliss tenia los ojos muy abiertos y le creyo, a pesar de que le costaba trabajo asimilar que Quin estuvo tan nervioso que necesito un pretexto.

– ?Tu… nervioso? -pregunto, de todas maneras.

– Nunca antes he sentido tanta inseguridad en la vida -admitio-. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para mantenerte a mi lado, pero cada vez se acercaba mas el dia en que debias regresar a tu pais. Yo empece a buscar con desesperacion la forma de hacer que te quedaras mas tiempo.

– ?Querido! -suspiro y se dio cuenta de que, mientras que ella sufrio, Quin tambien paso por un infierno.

– Recuerdame que te diga lo mucho que te quiero -le sonrio-. Sabia que debia confesar mi mentira, pero el

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