estomago del tipo «soy inocente pero me siento culpable».

Mi cunada Greta y su marido Bob tienen tres hijos. La pequena, Madison, tenia seis anos e iba a la misma clase que Cara. Greta y Bob me habian ayudado mucho. Tras la muerte de Jane, mi esposa y hermana de Greta, se mudaron a Ridgewood. Greta asegura que ya tenian pensado hacerlo. Lo dudo, pero estoy tan agradecido que no me lo cuestiono. No puedo imaginar como seria mi vida sin ellos.

Normalmente los otros padres se quedan detras conmigo, pero como este acontecimiento era en horario diurno, habia muy pocos. Las madres -excepto la que me estaba mirando furiosamente a traves de su videocamara, porque habia oido mi diatriba anti-videocamara- me adoran. No es por mi, evidentemente, sino por mi historial. Mi esposa murio hace cinco anos, y estoy criando solo a mi hija. Hay otros progenitores solos en la ciudad, basicamente madres divorciadas, pero yo soy la estrella. Si me olvido de escribir una nota o me retraso para recoger a mi hija o me olvido su almuerzo en la cocina, las otras madres o el personal de la escuela intervienen y me echan una mano. Mi indefension masculina les parece encantadora. Si alguna madre sola hace una de estas cosas, se la acusa de negligente y recibe todo el peso del sarcasmo de las demas madres.

Los ninos seguian saltando o tropezando, dependiendo del punto de vista. Mire a Cara. Estaba muy concentrada y lo hacia bien, pero me dio la sensacion de que habia heredado la falta de coordinacion de su padre. Algunas chicas del equipo de gimnasia del instituto estaban alli para ayudar. Eran mayores; probablemente tenian diecisiete o dieciocho anos. La que recogio a Cara durante su intento de salto mortal me recordaba a mi hermana. Mi hermana, Camille, murio cuando tenia mas o menos la edad de esta chica, y los medios de comunicacion nunca me permiten olvidarlo. Pero tal vez eso no sea tan malo.

Ahora mi hermana estaria cerca de los cuarenta, la misma edad que cualquiera de estas madres. Es raro pensar en ella asi. Yo siempre recordare a Camille como una adolescente. Es dificil imaginar que estaria haciendo ahora, donde estaria, sentada en una de esas sillas, con esa sonrisa tonta-feliz-preocupada de «ante todo soy madre», filmando sin parar a su retono. Me pregunto que aspecto tendria ahora, pero lo que veo siempre es a la adolescente que murio.

Puede parecer que estoy obsesionado con la muerte, pero hay una diferencia enorme entre el asesinato de mi hermana y la muerte prematura de mi esposa. El primero determino mi proyeccion profesional y mi trabajo actual. Puedo luchar contra esa injusticia en los tribunales. Y lo hago. Intento que el mundo sea mas seguro, intento meter entre rejas a las personas que podrian hacer dano a otras, intento que otras familias tengan lo que la mia nunca llego a tener: una conclusion.

Frente a la segunda muerte, la de mi esposa, me senti indefenso y estafado y, por mucho que me esfuerce, nunca podre hacer nada para compensarla.

La directora de la escuela esbozo una sonrisa de falsa preocupacion con su boca excesivamente pintada y se dirigio hacia los dos policias. Se puso a hablar con ellos, pero ninguno de los dos se molesto siquiera en mirarla. Observe sus ojos. Cuando el policia alto, sin duda el jefe, vio mi cara, se detuvo. Ninguno de los dos se movio durante un segundo. Ladeo muy ligeramente la cabeza, convocandome fuera de aquel paraiso seguro de risas y volteretas. Mi asentimiento fue igual de leve.

– ?Adonde vas? -pregunto Greta.

No quiero parecer cruel, pero Greta era la hermana fea. Ella y mi amada y difunta esposa se parecian; saltaba a la vista que eran hijas de los mismos padres. Pero todo lo que funcionaba fisicamente en Jane no lograba el mismo resultado en Greta. Mi esposa tenia una nariz prominente que la hacia parecer sexy. Greta tiene una nariz prominente que solo parece eso, grande. Los ojos de mi esposa, bastante separados, le daban un atractivo exotico. En Greta, tanta separacion hace que se parezca a un reptil.

– No estoy seguro -dije.

– ?Trabajo?

– Podria ser.

Echo un vistazo a los probables policias y despues me miro.

– Iba a llevar a Madison a almorzar a Friendly's. ?Quieres que me lleve a Cara?

– Si, le encantara.

– Tambien puedo recogerla despues de la escuela.

– Seria de gran ayuda -conteste.

Greta me beso suavemente en la mejilla, algo que hace muy pocas veces. Me dirigi a la salida, acompanado por las carcajadas infantiles. Abri la puerta y sali al pasillo. Los dos policias me siguieron. Los pasillos de las escuelas tampoco cambian nunca. Tienen una especie de eco de casa encantada, un extrano semi-silencio y un vago pero perceptible olor que calma y enerva al mismo tiempo.

– ?Es usted Paul Copeland? -pregunto el alto.

– Si.

Miro a su companero, que era mas bajo, robusto y sin cuello. Tenia una cabeza en forma de ladrillo, y su piel tambien era aspera, lo que acrecentaba la ilusion. Un grupo de ninos que podian ser de cuarto doblo una esquina. Estaban todos rojos de hacer ejercicio. Probablemente venian del patio. Pasaron junto a nosotros, seguidos por la agobiada maestra que nos dirigio una sonrisa forzada.

– Quiza sea mejor que hablemos fuera -dijo el alto.

Me encogi de hombros. No tenia ni idea de sobre que queria hablar. Tenia de mi parte la inocencia, pero la experiencia me decia que con la policia nada es lo que parece. Seguro que no querian hablar del gran e importante caso en el que trabajaba y que copaba todos los titulares. De haber sido eso, me habrian llamado a la oficina, me habrian avisado al movil o a la BlackBerry.

No, estaban alli por otra cosa, por algo personal.

Insisto en que era consciente de no haber hecho nada malo. Pero he visto a toda clase de sospechosos y toda clase de reacciones. Les sorprenderia. Por ejemplo, cuando la policia tiene bajo custodia a alguien que considera un sospechoso razonable, a menudo lo deja horas encerrado en la sala de interrogatorios. Seria de esperar que los culpables se subieran por las paredes, pero en general sucede precisamente lo contrario. Son los inocentes los que se ponen mas nerviosos y se angustian. No tienen ni idea de por que estan alli o de que es lo que la policia cree erroneamente que han hecho. Los culpables a menudo se duermen.

Salimos fuera. El sol caia de lleno. El alto entorno los ojos y levanto una mano a modo de pantalla. Ladrillo no pensaba dar esa satisfaccion a nadie.

– Soy el detective Tucker York -dijo el alto. Saco la placa y despues senalo a Ladrillo-. El es el detective Don Dillon.

Dillon tambien saco su identificacion. Me las mostraron. No se por que lo hacen. ?Cuanto puede costar conseguir identificaciones falsas?

– ?En que puedo ayudarles? -pregunte.

– ?Le importaria decirnos donde estuvo anoche? -pregunto York.

Ante una pregunta como esta deberian haber sonado las sirenas. Deberia haberles recordado inmediatamente quien era yo y que no responderia a ninguna pregunta sin un abogado presente. Pero yo soy abogado. Un abogado muy bueno. Y evidentemente, eso hace que te vuelvas mas estupido cuando te representas a ti mismo. Tambien era humano. Cuando la policia te acosa, lo se por experiencia, tu reaccion es desear complacerlos. No lo puedes evitar.

– Estaba en casa.

– ?Puede confirmarlo alguien?

– Mi hija.

York y Dillon miraron hacia la escuela.

– ?La nina que daba volteretas ahi dentro?

– Si.

– ?Alguien mas?

– No lo creo. ?De que se trata?

York era el que llevaba la voz cantante. Ignoro mi pregunta.

– ?Conoce a un hombre llamado Manolo Santiago?

– No.

– ?Esta seguro?

– Bastante seguro.

– ?Por que solo bastante seguro?

– ?Sabe quien soy?

– Si -dijo York. Tosio tapandose la boca con el puno-. ?Quiere que nos arrodillemos o le besemos el anillo?

– No queria decir eso.

– Bien, entonces estamos en la misma onda. -No me gusto su actitud, pero lo deje pasar-. ?Por que esta solo bastante seguro de no conocer a Manolo Santiago?

– El nombre no me suena. Creo que no le conozco. Pero podria ser alguien a quien he procesado o un testigo en uno de mis casos, o que se yo, puedo haberlo conocido en alguna asociacion benefica hace diez anos.

York asintio, animandome a seguir hablando. No lo hice.

– ?Le importa acompanarnos?

– ?Adonde?

– No tardaremos mucho.

– No tardaremos mucho -repeti-. Eso no parece un sitio.

Los dos policias intercambiaron una mirada. Intente que diera la impresion de que no pensaba ceder.

– Anoche fue asesinado un hombre llamado Manolo Santiago.

– ?Donde?

– Su cadaver se encontro en Manhattan. En la zona de Washington Heights.

– ?Y que tiene que ver eso conmigo?

– Creemos que puede ayudarnos.

– ?Ayudar como? Ya se lo he dicho, no le conozco.

– Ha dicho… -York llego a consultar su cuaderno, pero era solo teatro, porque no habia escrito nada mientras yo hablaba-que estaba «bastante seguro» de no conocerle.

– Pues estoy seguro. ?Vale? Estoy seguro.

Cerro de golpe el cuaderno con un gesto teatral.

– El senor Santiago si le conocia.

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