– No -dijo al fin-. ?No creeras eso?

– ?Estuvo Michael en vuestra casa de Gotland cuando Katrine murio?

– ?Como puedo saberlo? Fue en otono…, no me acuerdo.

– ?Cuando estuvo alli? -insistio Joakim-. Tuvo que haber ido por alli en alguna ocasion para sacar el barco del agua. ?No es cierto?

Lisa lo miraba sin responder.

– Yo estaba aqui, en Estocolmo, la noche en que Katrine se ahogo -dijo Joakim-, y recuerdo que llame a vuestra puerta. Pero no habia nadie en casa.

No obtuvo respuesta.

– ?Tiene Michael alguna agenda en la que podamos mirar? -pregunto entonces-. ?O un diario?

Lisa le dio la espalda.

– Ya es suficiente, Joakim… Tengo que empezar a preparar la comida.

Se encamino a la puerta de la calle, la abrio y lo miro.

El se puso de pie en silencio, pero antes de abandonar la casa, se detuvo frente a unas fotografias que colgaban de la pared y estudio de cerca una de ellas: una fotografia de Michael Hesslin a bordo de su fueraborda blanco. Estaba de pie tras la reluciente barandilla de proa y saludaba a la camara. No se veia ningun bichero.

– Bonito barco -dijo en voz baja.

Salio, y ella cerro enseguida la puerta. Joakim oyo como corria el cerrojo.

Resoplo y salio a la calle, pero se detuvo al oir un debil sonido. Era el zumbido de un coche.

Al girar en la calle, Joakim vio que se trataba del coche de Michael.

Este condujo hasta la entrada del garaje, apago el motor y se apeo con cuatro largos cohetes bajo el brazo. Sus dos hijos saltaron de los asientos traseros y echaron a correr hacia la casa, cada uno con una bolsa de petardos.

– Joakim, ?has venido? -inquirio Michael y se encamino hacia el-. ?Feliz Ano Nuevo!

Alargo la mano, pero Joakim no la estrecho. Solo pregunto:

– ?Que sonaste aquella noche en ludden, Michael? Cuando te despertaste gritando… ?Viste un fantasma?

– ?Disculpa?

– Tu mataste a mi mujer -le espeto.

El otro siguio sonriendo, como si realmente no lo hubiera oido.

– Y el ano pasado acompanaste a Ethel hasta el agua -continuo Joakim-. Le diste una dosis de heroina…, luego la empujaste al agua.

Michael dejo de sonreir y bajo la mano tendida.

– Ella perturbaba la imagen idilica -continuo Joakim-. Los drogadictos pueden dar mala fama a un barrio…, pero ser sospechoso de asesinato seguramente es mucho peor.

Michael apenas nego con la cabeza, como si su antiguo vecino estuviera desquiciado.

– ?Asi que intentaras que me acusen de asesinato?

– Hare lo posible -respondio.

Michael miro su casa y volvio a sonreir de nuevo.

– Olvidalo.

Paso a su lado como si no existiera.

– Hay pruebas -dijo Joakim.

Michael siguio andando hacia la verja.

– ?Donde guardas tus tarjetas de visita? -pregunto.

Michael se detuvo. No se dio la vuelta, pero se quedo quieto, escuchando. Joakim se acerco y alzo la voz:

– Los robos son uno de los problemas que generan los drogadictos. Andan siempre buscando algo que robar. Asi que, cuando te llevaste a mi hermana al agua el ano pasado, ella aprovecho para robarte… una cosa de valor que tenias en el bolsillo.

Joakim saco una fotografia polaroid. Era de un objeto pequeno dentro de una bolsa transparente de plastico. Un estuche plano, dorado, con el texto «SERVICIOS FINANCIEROS HESSLIN» grabado en la parte superior.

– Tu estuche estaba oculto dentro de la chaqueta de Ethel -continuo-. ?Es de oro? Seguro que eso fue lo que mi hermana penso.

Michael no respondio. Apenas lanzo una ultima mirada a Joakim y la fotografia antes de traspasar la verja.

– La tiene la policia -le informo Joakim-. Pronto se pondran en contacto contigo.

Se sintio un poco como Ethel cuando chillaba en la calle y nadie le hacia caso, pero ya no tenia importancia.

Miro a Michael recorrer el sendero de piedra.

Sus pasos apresurados lo delataban. Joakim pudo imaginar como seria para el el Ano Nuevo, un constante mirar por la ventana. El temor a que de repente un coche de policia se detuviera en la calle. Y dos agentes se apearian, traspasarian la verja y llamarian a la gran puerta de la casa.

Los vecinos curiosos de las otras viviendas apartarian las cortinas. ?Que sucedia?

– ?Feliz Ano Nuevo! -grito Joakim mientras Michael abria la puerta de la casa y desaparecia en su interior.

Luego se cerro de un portazo.

Joakim se quedo solo en la calle. Resoplo y bajo la vista.

Despues emprendio el camino de regreso al metro, pero se detuvo por ultima vez ante la verja de Appelvillan.

El viento habia volcado el ramo de rosas que habia dejado en la verja, junto al cajetin electrico: lo enderezo de nuevo.

Se quedo un minuto pensado en su hermana.

Podria haber hecho mas por ella, le habia dicho a Gerlof.

Joakim suspiro y le echo un vistazo a la calle por ultima vez.

– ?Vienes? -pregunto.

Espero unos segundos y luego comenzo a caminar para reunirse con su pequena familia, para celebrar el Ano Nuevo.

Al este, a lo lejos, se veian los primeros fuegos artificiales sobre Estocolmo. Los cohetes trazaban delgadas lineas blancas en el cielo antes de explotar y apagarse como faros embrujados.

COMENTARIOS SOBRE

EL LIBRO DE LA NEVASCA

Katrine Westin

Ya he leido tu libro. Y como hay unas hojas en blanco al final, voy a escribir algo antes de devolvertelo.

Cuentas muchas cosas en el. Aseguras que mi padre fue un joven soldado, Markus Landkvist, que fallecio cuando naufrago el ferry durante una nevasca, el invierno de 1962: pero tal desastre nunca ocurrio. Por lo menos, ninguno de los habitantes de la isla a los que he preguntado lo recuerda.

Estoy acostumbrada, claro. He tenido que escuchar otras cosas sobre mi padre: que era un companero de la escuela de arte, que era el hijo de un diplomatico americano, que era un aventurero noruego que acabo en la carcel por robar un banco antes de que yo naciera. Siempre te gustaron las historias rocambolescas.

?Envenenaste realmente a un viejo pescador cuando viviais alli? ?Le pegaste a tu madre medio ciega y la abandonaste a su destino una tormentosa noche de invierno?

Es posible; aunque siempre te ha gustado maquillar las cosas y fabular. Siempre le has tenido alergia a lo cotidiano, a los deberes y obligaciones. Crecer con una madre asi no es facil; cuando hablaba contigo, siempre

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