Joakim asintio.
– Hay muchas mas…, casi cincuenta -contesto-. Un pescador robo estos cuadros y los oculto en uno de los faros de ludden. Y alli han estado durante mas de treinta anos.
Ingrid observo en silencio la gran pintura.
– ?En cuanto puede estar valorada?
– Eso no tiene importancia -respondio el.
Por la tarde, Livia y Gabriel salieron con la abuela para hacer munecos de nieve.
Joakim fue al piso de arriba, paso de largo la puerta cerrada de la habitacion que durante muchos anos habia sido de Ethel, y entro en la suya de adolescente.
Todos los posters y la mayoria de los muebles habian desaparecido, pero habia una cama y una mesilla de noche con reproductor de casetes. La carcasa negra de plastico estaba rajada despues de haberse caido al suelo durante alguna fiesta, pero aun funcionaba. La tapa se podia abrir.
Joakim metio dentro la cinta de Gerlof. La habia recibido por correo hacia un par de dias.
Se sento comodamente en su antigua cama de nino y pulso
45
El dia de Nochevieja, a las tres de la tarde, Joakim tomo el metro a Bromma para desearle feliz ano a su hermana muerta, e intentar hablar con su asesino.
Se detuvo a comprar un pequeno ramo de flores en una floristeria junto a la estacion. Luego salio a la calle y siguio el camino entre las casas de madera a la orilla del agua. Nada habia cambiado, penso Joakim. El sol acababa de ponerse y brillaba en muchas de las ventanas de las casas.
Tras un centenar de metros, llego a la calle donde se encontraba Appelvillan y se acerco a la verja cerrada. Observo su antigua casa. Parecia vacia, aunque habia luz en el recibidor, quiza para mantener alejados a los ladrones.
Joakim se agacho y apoyo el ramo contra la cajetin de la conexion electrica que habia junto a la valla. Se quedo alli unos segundos y penso en Ethel y Katrine y luego se dio la vuelta.
En la casa de los vecinos, un poco mas arriba de la calle, casi todas las habitaciones estaban iluminadas. Era la gran mansion de los Hesslin: el orgullo del barrio.
Joakim recordo que Michael Hesslin le habia dicho por telefono que la familia pasaria la Nochevieja en casa. Se encamino hacia la verja, recorrio el sendero de piedra del jardin y llamo a la puerta.
Abrio Lisa Hesslin. Se alegro mucho de verle.
– Pasa, Joakim -dijo-. ?Felices fiestas!
– Gracias, lo mismo digo.
Traspaso el umbral y entro en el amplio recibidor.
– ?Quieres un cafe? ?O quiza un copa de champan?
– No, gracias -respondio-. ?Esta Michael en casa?
– Ahora mismo, no…, pero solo ha ido a la gasolinera a comprar mas fuegos artificiales. -Lisa sonrio-. Los ninos los han lanzado todos durante estos dias. Si quieres esperar, llegara en cualquier momento.
– Si, claro.
Joakim paso del recibidor al salon con vistas sobre los arboles desnudos y la ensenada helada, al pie de la casa.
– ?Quieres leer una cosa? -le pregunto a Lisa.
– ?Que?
– Es una nota.
Joakim se metio la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y saco una copia de la nota de papel, la que habia encontrado en la chaqueta vaquera de Ethel en la capilla del establo.
Le alargo el papel a Lisa, que lo cogio y leyo:
– «Procura que la puta droga…»
De repente, guardo silencio y lo miro.
– Continua -dijo Joakim-. ?No fuiste tu quien la escribio y se la dio a Katrine?
Ella nego con la cabeza.
– Entonces tuvo que ser Michael.
– Yo no estaria tan segura.
Le devolvio el papel. Joakim lo cogio y se levanto.
– ?Puedo conectar el estereo? -pregunto-. Tengo algo que te gustara escuchar.
– De acuerdo… ?Es musica?
Joakim se acerco al aparato y metio en el la cinta.
– No -contesto-. En realidad, es solo un monologo.
Cuando el casete comenzo a rodar, retrocedio un par de pasos y se sento en el sofa, frente a Lisa. Los altavoces crepitaron y se oyo la voz grabada y algo temblorosa de Gerlof Davidsson:
– Bueno, vamos a ver… Tilda me ha dejado esta grabadora, ahora creo que esta en marcha. He estado pensando mucho sobre la muerte de tu mujer, Joakim. Si no quieres recordarlo, es el momento de dejar de escuchar…, pero, como ya dije, yo no he podido dejar de darle vueltas.
Lisa miro a Joakim, insegura. Pero la voz de Gerlof prosiguio:
– Creo que alguien mato a Katrine: una persona que no dejo huellas en la playa de arena y por lo tanto tuvo que llegar por mar. No puedo decirte el nombre del asesino, aunque creo que se trata de un hombre corpulento de mediana edad. Vive o tiene una casa en el sur de Gotland y alli guarda una potente motora fueraborda. El barco tenia que ser grande y rapido para poder hacer el trayecto entre las islas en el mismo dia, pero al mismo tiempo ligero como para atracar en el rompeolas de ludden, donde el agua apenas tiene un metro de profundidad. Debe de tener…
– Joakim, ?quien es el que habla? -inquirio Lisa.
– Solo escucha -replico el.
– … y enfilar hacia los dos faros cuando la motora se acerca a Oland no es dificil -continuo Gerlof-. Pero ?como sabia el asesino que tu mujer estaria ese dia sola en casa? Creo que Katrine lo conocia. Cuando oyo el ruido del motor ella bajo a la playa. El asesino estaba en la proa y sostenia el arma asesina entre las manos. Pero tu mujer no sospecho, pues lo que sostenia era algo que casi todo el mundo utiliza cuando atraca una barca.
Gerlof tosio quedamente y prosiguio:
– El arma asesina era un bichero de madera…, largo y pesado con un solido gancho de hierro en la punta. Los he visto utilizar en peleas entre marineros. El garfio se engancha en la ropa del contrario, luego solo hay que tirar y la victima pierde el equilibrio y cae al agua. Si se quiere ahogar a alguien, basta con mantenerlo con el bichero bajo el agua. No deja huellas dactilares, ni causa grandes danos. Lo unico que queda son unos pequenos desgarrones en la ropa. La ropa de tu mujer tenia agujeros de esos.
Gerlof guardo silencio de nuevo, antes de finalizar la grabacion:
– Bueno, creo que eso fue lo que paso, Joakim. Esto no hara mas llevadera tu pena, lo se…, pero a todos nos viene bien conocer las respuestas a las preguntas. Pasa por aqui a tomar un cafe cuando quieras. Ahora voy a apagar esto…
La voz chirriante de la cinta callo y lo unico que se oyo fue el bajo zumbido de los altavoces.
Joakim se acerco y saco la cinta.
– Eso es todo.
Lisa se habia puesto en pie.
– ?Quien era ese? -pregunto de nuevo-. ?Quien era el que hablaba?
– Un amigo. Un viejo amigo -respondio Joakim, y se guardo el casete en el bolsillo-. Tu no lo conoces…, pero ?es cierto?
Lisa abrio la boca, pero parecia no encontrar las palabras.
