– Yo la vi -contesto Henrik.

– ?Ah, si?

– El dia que ella murio, yo me encontraba en el embarcadero…

– Katrine Westin -preciso Tilda.

– Tuvo visita -prosiguio el-. Una barca blanca.

– ?La reconociste? -inquirio ella.

– No, pero era mas grande que la mia, construida para largos viajes…, un pequeno yate. Atraco junto a los faros, y en el rompeolas habia alguien. Creo que era ella…

– Vale.

Tilda sintio de golpe que no tenia fuerzas para hablar mas.

– Lo vi -insistio Henrik.

Ella le sostuvo la mirada.

– Mas tarde hablaremos -dijo-. Seguramente tendremos que interrogarte unas cuantas veces.

Henrik suspiro.

Luego, en el vehiculo oruga, se hizo de nuevo el silencio. Tilda solo deseaba cerrar los ojos y desvanecerse, para asi evitar el dolor y tener que pensar en Martin.

– ?Has oido algo esta noche en la casa? -pregunto Henrik de repente.

– ?Que?

Se cerro una puerta. Luego el motor del vehiculo militar acelero, y este se puso en marcha.

– ?Como unos golpes?

Ella no comprendia a que se referia.

– No he oido nada -respondio a traves del ruido.

– Yo tampoco -contesto Henrik-. No he oido ningun golpe. Creo que era culpa del farol…, o del tablero. Pero ahora ha cesado.

Lo habian acuchillado y estaba a punto de ir a la carcel, pero Tilda se dio cuenta de que, aun asi, se sentia aliviado.

42

La manana del dia de Nochebuena ludden seguia a oscuras. La electricidad no habia vuelto y al otro lado de las ventanas se alzaban altos muros de nieve.

Por la noche, tres policias y un perro lo registraron todo con el coche oruga pero no encontraron al asesino de Martin Ahlquist. Joakim los dejo hacer. Despues de las tres, cuando se llevaron a Tilda Davidsson y al ladron herido al hospital, consiguio dormir unas horas.

Descanso tranquilo por primera vez en varias semanas, pero al despertarse a las ocho no pudo volver a conciliar el sueno. La habitacion aun estaba a oscuras, asi que se levanto y encendio un par de quinques. Una hora despues, una luz mas intensa se filtro a traves de las ventanas cubiertas de nieve.

Era el sol que se elevaba sobre el mar. Joakim queria verlo, asi que subio al piso de arriba, abrio la ventana de la escalera y desatasco una contraventana.

La costa se habia transformado en un paisaje invernal, con un cielo azul intenso sobre centelleantes dunas de nieve. Las paredes rojas del establo parecian casi negras contra la nieve reluciente.

Un silencio artico lo envolvia todo. Quiza por primera vez desde que Joakim se habia mudado alli, no soplaba viento.

La nevasca habia terminado. Antes de seguir su camino, habia dejado un muro de hielo de un metro de altura en la playa.

Miro la orilla. Habia leido sobre viejos faros que se habian desmoronado en el mar durante fuertes tormentas, pero los dos de ludden habian resistido la tormenta. Las torres se alzaban sobre terraplenes de hielo.

A las nueve, Joakim encendio las chimeneas apagadas y espero a que se calentara la casa. Luego desperto a los ninos.

– Feliz Navidad -dijo.

Habian dormido los dos en la cama de Gabriel, con la ropa puesta. Asi los habia encontrado al regresar del establo por la noche, y se limito a taparlos con una manta y dejarlos dormir.

Ahora, Joakim estaba preparado para contestar las preguntas sobre que habia sucedido, sobre el sonido de disparos y todo lo demas, pero Livia solo se desperezo.

– ?Habeis dormido bien?

Ella asintio.

– Mama estuvo aqui anoche.

– ?Aqui?

– Vino a vernos mientras tu estabas fuera.

Joakim miro a su hija y luego a su hijo. Gabriel asintio despacio, como si lo que su hermana contaba fuera cierto.

«No mientas, Livia -quiso decirle el-. Mama no ha podido estar aqui.»

Pero en cambio pregunto:

– ?Y que os dijo mama?

– Dijo que volverias pronto -respondio la nina, y lo miro-. Pero no lo hiciste.

El se sento en el borde de la cama.

– Ahora estoy aqui -contesto-. No volvere a irme.

Livia le lanzo una mirada recelosa y salio de la cama sin decir una sola palabra.

Joakim desperto a Freddy, que sin su hermano era un joven callado y tranquilo. No habia sitio para el en el coche oruga, asi que tuvo que quedarse y dormir esposado a un radiador en el recibidor.

– Tu hermano aun no ha aparecido -le informo Joakim.

El otro asintio cansado.

– ?Que andabais buscando en realidad?

– De todo…, cuadros caros.

– ?De Torun Rambe? -le pregunto-. Solo tenemos uno. ?Buscabais otros en el establo?

– Vimos que no habia mas en la casa -contesto Freddy-, y el tablero nos dijo que estaban en otra parte. Asi que fuimos alli y le prendimos fuego a la escalera.

Joakim lo observo.

– ?Por que?

– No lo se.

– ?Volverias a hacerlo?

Freddy nego con la cabeza.

Joakim tenia las llaves de las esposas de Tilda y decidio mostrar un poco de buena fe y confianza navidenas, y lo libero del radiador.

Cuando a las once volvio la luz el ladron se sento ante el televisor y vio el programa de Navidad, mientras esperaba a que la policia fuera a recogerlo. Contemplo con mirada triste los dibujos animados de papa Noel, una retransmision en directo de bailes alrededor de un abeto y un programa de cocina desde una cabana cubierta de nieve.

Livia y Gabriel se sentaron a su lado, cada uno en una silla, pero ninguno dijo nada. Sin embargo, era como si realmente reinase un sentimiento navideno, y todos parecian relajados.

Joakim se sento en la cocina, con el cuaderno manuscrito que habia encontrado junto a la chaqueta de Ethel. Durante una hora, leyo el dramatico relato de Mirja Rambe sobre la vida en ludden. Y sobre lo que le habia ocurrido a ella.

Al final habia unas hojas en blanco, y a continuacion un par de ellas escritas por otra persona.

Joakim las miro con atencion y de pronto reconocio la letra de Katrine. Estaban escritas de cualquier manera, como si lo hubiera hecho a toda prisa.

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